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Los ayatolás allanan el camino a Ahmadineyad

El líder supremo acepta que se revisen las irregularidades cinco días más para acabar con las 'ambigüedades'. El Consejo de Guardianes ya ha avisado que no se repetirán las elecciones

EFE / S. BUXADERAS

El líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, aceptó ayer la solicitud del Consejo de Guardianes de prorrogar cinco días más el plazo para estudiar nuevas quejas sobre el proceso electoral del pasado 12 de junio. En cualquier caso, el liderazgo político-religioso iraní ya ha avisado que ni se anularán ni se repetirán las elecciones presidenciales.

Tanto es así que el Parlamento Islámico de Irán anunció ayer que la ceremonia para la investidura del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, se celebrará entre los próximos 26 de julio y 19 de agosto.

'Extender el plazo de reclamaciones ayudará al Consejo a terminar con las ambigüedades', dice la carta dirigida a Jamenei. El líder supremo tardó escasos minutos en aceptar la petición a través de un comunicado difundido por la televisión estatal.

Los tres candidatos derrotados han denunciado supuestas irregularidades en favor del vencedor, el ultraconservador Ahmadineyad, y solicitan la recepción de las votaciones.

Los Guardianes han admitido en parte estas irregularidades al aceptar el lunes que en al menos 50 ciudades del país se contabilizaron más votos que el número de personas que había censadas.

El Consejo de Guardianes ya ha advertido de que ni el recuento aleatorio ni el hecho de que haya más sufragios variará sustancialmente el resultado electoral, y que en ningún momento se ha planteado la repetición de los comicios tal y como solicita el líder opositor, Mir Hosein Musaví.

Los resultados electorales han terminado de dividir el país y puesto de manifiesto las graves disidencias que existen en el seno de la cúpula de poder. Desde que se supo el resultado de los comicios, Irán es escenario de protestas y de enfrentamientos que hasta el momento se han cobrado la vida de al menos una veintena de personas, según cifras oficiales.

Teherán trataba ayer de recuperar su pulso normal tras 11 días de disturbios y protestas. Tanto el Gran Bazar, corazón económico de la capital, como las principales arterias comerciales presentaban el ajetreo y el ambiente que les caracteriza.

La presencia en las calles de las fuerzas de seguridad también ha decrecido, aunque todavía es mayor de lo habitual en algunos puntos de la ciudad. Decenas de voluntarios islámicos de las milicias basiyís mantenían las patrullas en motocicleta y el despliegue con palos y barras de hierro a lo largo de la ciudad.

Un grupo de basiyís se concentró en la tarde de ayer ante la embajada británica en Teherán, pese a la prohibición del Ministerio de Interior. Según la televisión pública iraní, los estudiantes, que coreaban consignas en contra de EEUU, Gran Bretaña e Israel, exigieron el cierre de la sede diplomática que según los basiyís es responsable de los disturbios y de las manifestaciones.

Mientras los líderes opositores mantuvieron ayer un perfil bajo en Irán, el movimiento llevó su protesta fuera del país. El cineasta Mohsen Makhmalbaf, un aliado de Musaví, acusó ayer a Rusia de promover 'el pucherazo en Irán' para evitar que Occidente le arrebate una de sus áreas de influencia.

En una rueda de prensa ayer en Roma, Makhmalbaf aseguró que el presidente Ahmadineyad contó 'con consejeros rusos' para preparar lo que definió como 'un golpe de estado', ya que 'el comité electoral fue a pedirle a Musaví que preparara su discurso de victoria y poco después un comando militar fue a verlo para comunicarle que no podía vencer'.

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