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Pekín utiliza a Confucio

El Gobierno chino se adueña de los valores del influyente pensador para justificar la censura y la represión política

ANDREA RODÉS

El Gobierno chino ya tenía pensada una excusa cuando aprobó la ley que exige que todos los ordenadores vendidos a partir del 1 de julio lleven preinstalado un software capaz de censurar webs de contenido 'dañino'. 'Hay que construir un entorno de Internet sano y armonioso', esta frase fue difundida ampliamente por los medios de comunicación chinos, controlados por el Gobierno, para calmar la indignación de los cibernautas ante un nuevo golpe de censura.

El Partido Comunista chino (PCCh) se ha adueñado del concepto confuciano de 'armonía social' para justificar el aumento de las medidas de control sobre la sociedad o la falta de libertades políticas y lo ha convertido en un eslogan político del PCCh. Pero no es el único valor confuciano en boga.

Durante las últimas tres décadas, Pekín se ha volcado en promover esta corriente filosófica nacida en el siglo VI a. C. de los pensamientos del maestro Confucio para inculcar el respeto a las jerarquías y defender las decisiones más polémicas del régimen. A la vez, intenta recuperar los valores tradicionales de la cultura china, reprimidos durante la Revolución Cultural.

'El Gobierno chino necesitaba llenar de alguna forma el vacío moral de la sociedad', opina el sociólogo canadiense Daniel A. Bell en su libro El Nuevo confucianismo en China (Princeton, 2008). Tras la llegada del capitalismo a China, en los años ochenta, la élite dirigente china se dio cuenta de que promocionar los valores tradicionales confucianos representaba una alternativa espiritual 'menos peligrosa' que el auge de grupos religiosos como Falun Gong o del nacionalismo extremo.

'Nos estamos convirtiendo en una sociedad cada vez más materialista y superficial', dice Zhang Liwen, de 73 años, director del Centro de Estudios Confucianos de la Universidad Renmin de Pekín. Este tipo de instituciones apoyan al Gobierno chino a promover los valores confucianos que le interesan.

Bajo el lema de la 'armonía social', el PCCH justifica la falta de libertad de expresión o de prensa ante asuntos 'políticamente sensibles' como las revueltas en Tíbet, las comunidades religiosas o las epidemias de sida causadas por la ignorancia de los funcionarios locales que puedan poner en peligro el orden social y el crecimiento económico, prioridades para mejorar el bienestar del país más poblado del mundo.

La propaganda es eficaz. Hoy es frecuente escuchar a los universitarios chinos, la élite del país, justificar que cierto nivel de censura en la prensa es 'necesario' para 'proteger' a la población rural: más de 700 millones que, por su bajo nivel de educación, pueden 'malinterpretar' la información.

La censura sobre el cine o Internet con el objetivo de 'purificar' la red de pornografía y violencia o de contenidos políticos también encaja con la idea confuciana de que el Estado debe velar por la buena moral del pueblo.

Pero no es fácil en un país de 300 millones de cibernautas, con uno de los mayores índices de adicción a la Red. Uno de los chistes que más circulan estos días por la Internet china es la imagen de un 'cangrejo de río' un juego de palabras que en mandarín tienen un sonido parecido al de 'armonía' , que simboliza el Gobierno, siendo abatido por un caballo blanco, Cao Ni Ma, que representa una Internet libre de censura.

Uno de los libros más vendidos en China hoy es una adaptación moderna de los Analectos de Confucio, escrita por una conocida profesora universitaria y presentadora de televisión, Yu Duan. El libro, que incluso ha dado lugar a un programa de televisión, promueve virtudes confucianas en la vida diaria como la idea de evitar los conflictos directos 'para ayudar a la gente a afrontar la presión de la sociedad moderna', opina Bell.

El respeto a las jerarquías y el sentimiento de 'piedad filial' obligación de los hijos respecto a los padres son otros de los valores confucianos que tratan de recuperarse. Sin embargo, la piedad filial, 'debe ser adaptada a la vida moderna', dice Zhang. Antes era inadmisible que los hijos llevaran la contraria a sus padres, 'pero ahora se les educa para que tengan opiniones propias', añade el experto.

Algunos sociólogos critican que el confucianismo que ha influenciado no sólo a China, sino a toda Asia oriental contradice el concepto de derechos humanos y de democracia occidental por su insistencia en el respeto por las jerarquías y en anteponer el colectivo frente al individuo. Ni Bell ni Zhang están de acuerdo. 'Dar más importancia al grupo no implica no respetar los derechos humanos', rebate el experto de la Universidad Renmin. Ni tampoco las políticas de represión sobre las libertades de la gente ordinaria. 'Confucio defendía que el poder del pueblo debe ir siempre por delante, incluso por el del emperador', concluye Zhang.

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