Público
Público

EEUU intentó evitar la asonada

Obama muestra que ha revisado la 'tradición de intervencionismo de EEUU'

ISABEL PIQUER

El Gobierno de Barack Obama intentó evitar el golpe de estado que el pasado domingo acabó con el presidente hondureño Manuel Zelaya. El presidente estadounidense, al contrario de lo que hizo su predecesor durante el breve derrocamiento de Hugo Chávez en 2002, ha apostado por la prudencia y la legalidad, en una zona que EEUU siempre ha considerado como su jardín particular.

'Teníamos indicios de que se iban a producir movimientos contra Zelaya', declaró anónimamente un alto funcionario del Departamento de Estado a varios diarios estadounidenses, 'dejamos muy claro de que era algo que no íbamos a respaldar y que cualquier solución al conflicto en Honduras debía ser democrático y constitucional'.

El propio Zelaya reconoció, horas antes de ser expulsado por los militares, el rechazo de Washington. 'Aquí estaba todo listo para dar un golpe y si la Embajada de EEUU lo hubiera aprobado, hubieran dado el golpe. Pero la Embajada de EEUU no aprobó el golpe', dijo en una entrevista al diario El País.

La Casa Blanca ha estado en contacto permanente con el presidente hondureño en su exilio forzado de Costa Rica, para, entre otras cosas, asegurar su seguridad. También habría llamado a varios miembros del Congreso de Tegucigalpa para que no apoyen el golpe y se pronuncien a favor de la legalidad.

EEUU tiene intención de trabajar con la Organización de Estados Americanos para tratar de restaurar el orden democrático en el país centroamericano. La idea es buscar un consenso en el continente que declare la acción militar 'ilegal, ilegítima e injustificable', declararon las fuentes del Departamento de Estado.

Endureciendo las primeras declaraciones de Obama sobre la crisis, la jefa de la diplomacia de EEUU, Hillary Clinton condenó duramente el golpe y llamó a todas las partes a 'resolver sus disputas políticas mediante el diálogo'.

En el primer golpe ocurrido en Centroamérica en los últimos 16 años, Obama está demostrando el mismo temple que ha usado en la crisis iraní. Una cautela que ha dejado sin fuelle las acusaciones del presidente venezolano Hugo Chávez, que ha responsabilizado a la CIA de la iniciativa militar. Chávez hablaba de otra época, en la que George Bush respaldó el golpe de estado de abril de 2002, que duró 47 horas e intentó poner al frente del Gobierno de Caracas al pro estadounidense Pedro Carmona.

En la Cumbre de las Américas, que se celebró en abril en Trinidad Tobago, Obama dejó muy claro que su intención no era prolongar la tradicional injerencia estadounidense en lo que consideraba su zona de influencia directa.

'Ha habido una tradición de intervencionismo de Estados Unidos en los asuntos de latinoamérica. Y no es algo del Gobierno Bush, es algo que se remonta a la doctrina Monroe' [del entonces presidente James Monroe que en 1823 sentenció América para los americanos]', dijo entonces Obama, para explicar que empezaba un nuevo capítulo.

La Casa Blanca no quiere limitar las relaciones con sus vecinos del sur a los regímenes más afines. Con Obama, ser aliado de EEUU ya no significa tener carta blanca para abusos y derrocamientos.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias de Internacional