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Brown investigará un caso de torturas en Irak

Cruz Roja denunció el maltrato y Londres intentó taparlo

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

Los militares británicos le llamaron la batalla de Danny Boy, por el nombre de un control de carretera en la provincia de Maysán, en el sur de Irak. Veinte supuestos insurgentes murieron en el combate y sus cuerpos fueron trasladados a una base para ser fotografiados. Ocurrió el 14 de mayo de 2004. Para el Gobierno, se trataba de un caso cerrado que no merecía ninguna investigación.

Familiares de esas víctimas y de otros iraquíes que fueron detenidos e interrogados en la operación han denunciado desde entonces que algunos de los fallecidos fueron trasladados con vida a la base, donde fueron torturados salvajemente. Algunos no sobrevivieron a los interrogatorios. Los cadáveres presentaban signos de haber sido mutilados.

Su demanda judicial ha obligado al Gobierno de Gordon Brown a admitir que las declaraciones de los testigos militares no son ciertas y a ofrecer que se lleve a cabo una investigación independiente de los hechos.

La versión oficial mantenida a lo largo de todos estos años de que nunca hubo denuncias de torturas inmediatamente después de la operación ha resultado falsa. Ahora se ha sabido que un equipo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) visitó la base en mayo de 2004, descubrió indicios de que se habían producido malos tratos a los presos de la batalla de Danny Boy y dio parte al Ministerio de Defensa. El CICR no hace públicos sus informes para conseguir que los gobiernos no les impidan el acceso a los centros de detención. La organización comunica sus conclusiones al Gobierno afectado.

Los detenidos denunciaron al CICR el tormento que habían padecido. El médico del Comité que les atendió dio credibilidad a las alegaciones.

El Ministerio de Defensa, consciente de que el caso podía trascender en cualquier momento, sólo tardó unos días en informar a Downing Street.

En el mensaje dirigido al entonces primer ministro, Tony Blair aunque todavía no está probado que éste lo leyera un alto cargo de Defensa sugería cómo responder si la noticia aparecía en los medios de comunicación y alertaba de los hallazgos del CICR: 'El médico del CICR también indicó que algunos de los prisioneros presentaban heridas en un lado de la cara, con lo que es probable que las sufrieran cuando estaban tumbados de bruces en el suelo. En la reunión, el CICR solicitó formalmente que se realizara una investigación sobre estas denuncias'. La petición nunca fue atendida.

Estas palabras han aparecido en el borrador de la carta que el viceministro Adam Ingram envió a Downing Street. Nadie sabía de su existencia hasta ahora, lo que había permitido al Gobierno oponerse a la demanda presentada por los familiares. Hace sólo unos días, la carta apareció de improviso. Según el Ministerio, en un CD sin anotación de su contenido que alguien muy oportunamente había dejado en un armario.

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