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Polonia trata de cerrar sus heridas de la guerra

Varsovia exige que se reconozca su condición de víctima

TRINIDAD DEIROS

'Gdansk es la llave para todo'. La historia de la II Guerra Mundial, un conflicto en el que murieron sesenta millones de seres humanos, empezó dando la razón a Napoleón Bonaparte. Porque fue aquí, en esta ciudad a orillas del mar Báltico, donde hoy hace setenta años un acorazado alemán, el Schleswig-Holstein, atacó una guarnición polaca en la península de Westerplatte.

Sólo habían transcurrido unas horas cuando los Stukas, los 2.000 bombarderos de la Luftwaffe que Hitler lanzó contra Polonia, utilizaron ya como arma habitual de guerra una estrategia ensayada en la Guerra Civil española: los bombardeos masivos contra la población civil. Dos días después, el primer ministro británico Neville Chamberlain escribió en su diario dos palabras: 'Guerra declarada'.

En Gdansk, el lugar donde todo empezó, Polonia tenderá hoy la mano a los líderes de los países que fueron sus enemigos, Alemania y Rusia, heredera de la extinta Unión Soviética de Stalin, que dio alas a la invasión nazi con la firma del Tratado Mólotov-Ribbentrop una semana antes del ataque de Westerplatte. En virtud de este acuerdo de no agresión, alemanes y soviéticos se repartieron el territorio polaco.

La política conciliadora hacia sus vecinos del primer ministro polaco, el liberal Donald Tusk, se escenificará en Gdansk con la presencia de la canciller alemana, Angela Merkel, y del primer ministro ruso, Vladimir Putin, invitados por el Gobierno polaco a la ceremonia del 70 aniversario del inicio de la contienda. Por éste gesto de reconciliación, Varsovia exige un peaje a alemanes y a rusos: el reconocimiento sin matices de la condición de víctima de Polonia en la II Guerra Mundial.

Los polacos no han perdonado ni a soviéticos ni a alemanes los seis millones de vidas que su país perdió entre 1939 y 1945, más del 17% de su población.

Según un sondeo publicado ayer por el diario Rzeszpospolita, más del 60% de los encuestados cree que Alemania y la Unión Soviética tuvieron la misma culpa en el inicio de la guerra. No sólo eso, el mismo porcentaje equipara los crímenes cometidos en Polonia por Stalin a los perpetrados por Hitler.

Esta encuesta demuestra que si los bombardeos alemanes, las deportaciones, y las cámaras de gas están vivas en la memoria de este país, no lo están menos matanzas como la del bosque de Katyn, donde en 1940 fueron fusilados entre 15.000 y 20.000 polacos, prisioneros de guerra de los soviéticos.

Un pasado tan doloroso deja cicatrices aunque el agresor pida perdón. En el caso de Alemania, hace ya muchos años que la línea oficial es entonar sin ambages el 'mea culpa'. Incluso en la web del Ministerio de Relaciones Exteriores se asume un 'reconocimiento incondicional de la culpa de Alemania por la II Guerra Mundial'.

La actitud de Rusia es más ambigua. Ayer, el diario Gazeta Wyborcza publicó una 'carta a los polacos' firmada por Vladimir Putin, en la que el mandatario ruso condena 'sin vacilación' el tratado Mólotov-Ribbentrop. Pero después Putin argumenta que el pacto debe ser entendido en el contexto de la época. Un argumento que a algunos historiadores les parecerá sensato, pero que seguramente no logrará curar la cicatriz de la memoria colectiva de Polonia.

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