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El Ejército alemán, en entredicho por el bombardeo en Afganistán

Se ordenó el ataque sin la certeza de que hubiera personas armadas alrededor de los camiones, según el 'Washington Post'

PÚBLICO.ES/AGENCIAS

Ni Alemania ni Estados Unidos quieren hacerse cargo de las consecuencias del ataque de la OTAN del pasado viernes en Kunduz contra un grupo de talibanes en el que supuestamente hubo víctimas civiles. Aunque esto todavía está por demostrar, el ministro de Defensa de Alemania, Franz-Josef Jung, ha reconocido este lunes por primera vez que es posible que haya civiles entre las víctimas del bombardeo.

La operación contra los insurgentes fue llevada a cabo por militares alemanes. Un coronel germano, después de revisar la simágenes de un avión espía norteamericano, pidió apoyo aéreo a los estadounidenses para que bombardearan una zona en la que había un grupo de personas alrededor de dos camiones cisterna que acababan de ser capturados. Según el diario The Washington Post, el militar alemán no contaba con la certeza de que todas las personas presentes fueran talibanes. Tampoco con que esas personas estuvieran armadas, hecho que marcan las reglas de la OTAN para llevar a cabo cualquier ataque. De ahí que se esté acusando a la misión alemana en Afganistán de haberse precipitado a la hora de ordenar el bombardeo.

La opinión pública alemana y los medios de comunicación se han quejado amargamente del papel que están llevando a cabo sus tropas en Afganistán, a la vez que el Gobierno, presionado por todos los estamentos de la sociedad, sopesa iniciar una retirada en 2010.

Mientras, Jung ha acusado a los medios de comunicación de precipitarse en publicar las informaciones provenientes del Gobierno afgano. En un primer momento, estas fuentes hablaban de un total de 90 muertos como consecuencia del bombardeo. La mayoría de las víctimas según esos datos, eran civiles. Un poco más tarde, el Ejecutivo de Hamid Karzai hacía un segundo balance en el que se decía que a cifra de víctimas no pasaba de las 60 y que la mayoría eran talibanes.

Esos eran los datos que manejaban tanto los alemanes como el mando de la OTAN. Pero la polémica suscitada por lo que se preveía era un nuevo ataque mortal de la ISAF contra civiles afganos, propiciaron que el secretario general,  Anders Fogh Rasmussen, ordenara de inmediato la apertura de una investigación.

Las conclusiones aún no se conocen, pero una investigación independiente hablaba este lunes de nuevo de que entre los muertos había decenas de civiles. El Washington Post aseguraba que el total de muertos superaba el centenar y que al menos 24 de ellos eran civiles que se acercaron a los camiones para surtirse del combustible que se supone estaban repartiendo entre la población.

Alemania ha defendido la política informativa practicada tras el bombardeo y lamentó las críticas vertidas contra la operación por otros países aliados. Resulta irritante que 'otros busquen la atención pública cuando cuentan con un nivel de información que no difiere del nuestro', dijo Christian Schmidt, secretario de Estado de Defensa, en declaraciones a la televisión pública ZDF.

Schmidt hizo un llamamiento 'a los ministros de Exteriores de otros países' a esperar a que finalice la investigación oficial sobre lo sucedido que realizan expertos de la OTAN, antes de pronuniarse, tras las críticas vertidas por los responsables de las diplomacias de Francia y Suecia. 'Todavía no tenemos datos definitivos', subrayó el alto funcionario germano, quien rechazó igualmente de manera tajante las críticas contra la política informativa de su Ministerio.

Sin embargo reconoció que su Ministerio 'se apoyó y confió al principio en las rápidas informaciones proporcionadas por fuentes afganas, que no se pudieron confirmar al cien por cien'.

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