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Ochenta niños tirados en un solar

Los pequeños del orfanato La Casa de los Ángeles de Puerto Príncipe sobreviven sin apenas comida ni agua

SUSANA HIDALGO

Gladys Maximilian aún no se cree que los ochenta niños del orfanato que regenta estén todos vivos después del terremoto de la semana pasada. 'Sentí que se acababa el mundo, pero los niños apenas se enteraron, estaban jugando: con el temblor, sólo se pusieron a corretear'. El orfanato La Maison des Anges (La Casa de los Ángeles) quedó totalmente destruido y los niños tuvieron que ser trasladados a un solar cercano.

Allí están, tirados en el suelo, cubiertos de moscas, sentados en sillitas sin apenas víveres ni agua. A Gladys se le está terminando el dinero y, con lo poco que tiene, apenas le da para comprar agua, pan y pañales: es lo único que reclama. 'No tengo más, estamos aquí desamparados, apenas tengo para que los pequeños sobrevivan: necesitamos ayuda' , suplica esta mujer haitiana, que ha perdido en el terremoto a un hijastro.

Los papeles de adopción de los niños se perdieron en el seísmo

Hay otro problema añadido en este orfanato y es que, con el seísmo, el Ministerio del Interior quedó totalmente destruido y, con él, todos los documentos de adopción que se estaban tramitando en ese momento. Así que ahora mismo no hay constancia de que estos niños estuviesen siendo adoptados.

Por ejemplo, hay cuatro pequeños, que se llaman Tania, Dachkaine, Kickenson y Jean, que están pendientes de adopción por parte de familias españolas y que no tienen ahora mismo ningún tipo de documentación. Al parecer, según señaló ayer la responsable del orfanato, el futuro padre de una de estas niñas iba a visitar estos días al orfanato para tratar de llevarse a su hija a España.

'Pero como estamos totalmente descabezados, sin papeles, los únicos organismos que ahora tienen la potestad para dar el visto bueno para que las adopciones sigan adelante o se puedan llevar a los niños de aquí son las respectivas embajadas. Así que la embajada española en Haití tiene que mover este asunto, porque aquí se nos agota el tiempo', suplican desde el orfanato.

Los pequeños 'necesitan un lugar al que volver', dice Gladys Maximilian

Además de los pequeños, en el solar han tenido que alojarse la decena de trabajadores que laboran en esta casa para niños sin padres con sus propias familias, porque la mayoría se ha quedado sin casa, así que el terreno es uno más de los muchos campamentos improvisados que hay estos días en Haití.

Los niños del orfanato tienen entre unos meses y 10 años. Los trabajadores no dan abasto con ellos. Tienen que ocuparse de sus propios parientes con los que están acampados y, además, de los niños, con lo cual la mayoría están tirados en el suelo, sin atención, llorando, sin lavar, sucios y con la misma ropa que no se ha cambiado hace días.

'Agua, milk, comida, insecticida', reclama Jean-Robert Sajous, otro de los trabajadores del orfanato que, asegura, no puede más con todo el trabajo que tiene.

'Además, necesitamos tiendas de campaña grandes; estamos durmiendo en el suelo, todo el mundo nos promete que nos va a traer cosas, pero aquí nadie nos trae nada. Vienen los americanos y nos prometen que nos van a traer comida, pero al final esto no se traduce en nada. No tenemos ningún tipo de garantía', reclama Sajous como el resto de los empleados de este orfanato, situado en una de las partes donde el terremoto hizo más estragos, aunque, como si se tratara de un milagro, sobrevivieran todos los niños.

'Cuando pase el shock [...] tendremos que hacer algo con esos niños'

'Lo más importante para todos nosotros es que necesitamos un lugar donde volver, porque estos niños ahora mismo están desarraigados, no tienen casa, sienten que no pertenecen a ningún lugar y no tienen a nadie que les dé cariño: necesitamos familias que los cuiden', concluye Gladys Maximilian.

La realidad de los huérfanos en Haití está presente en todas las calles, donde se ve deambular a niños pequeños sin familia, así que el trabajo de los orfanatos se va a multiplicar por diez en los próximos días.

En el orfanato La Casa de los Ángeles, se reciben llamadas continuamente de otros centros similares en otros puntos de Puerto Príncipe, en las que les dicen que tampoco tienen nada y les preguntan cómo hacen para sobrevivir

'Cuando pase el shock del terremoto y los muertos estén enterrados, tendremos que hacer algo con esos niños, aunque la mayoría de los centros de orfandad estamos ya a rebosar', terminan en La Casa de los Ángeles.

Un seísmo que deja más de 200.000 muertos es malo en cualquier sitio, pero en Haití, donde el sida, la tuberculosis y la malaria son rampantes, los niños están desnutridos y la higiene es un desafío, puede crear uno de los peores desastres médicos de la historia. Los equipos médicos que están llegando para instalar hospitales de campaña dicen que ya están abrumados por las bajas y temen que lo peor esté por llegar, cuando las infecciones y enfermedades se extiendan.Nadie ha empezado siquiera a hacer un recuento de los heridos, que sufren de miembros aplastados o amputados, fracturas y laceraciones. Sin tratamiento rápido, estas heridas se infectarán. “Las cosas van a ponerse mucho peor antes de ponerse mejor”, comentó Josh Ruxin, un experto en salud pública de la Universidad de Columbia.

El agua es escasa y la diarrea es probable. Los niños, los débiles y los ancianos morirán innecesariamente de enfermedades diarreicas, que en condiciones normales se habrían tratado fácilmente con agua y sales de rehidratación, apuntan los médicos. Los frustrados equipos médicos han llevado a Haití hospitales de campaña y toneladas de suministros, que en su mayor parte no han podido utilizar por falta de seguridad.En una teleconferencia desde Haití, Loris de Filippi, de Médicos sin Fronteras (MSF), ha definido como “absolutamente dramática” la situación sanitaria en Puerto Príncipe.  En cada uno de los centros quirúrgicos habilitados por MSF, “cientos de personas” esperan para ser operadas. “Quienes necesitan algún tipo de intervención, de cirugía mayor o menor, se cuentan por miles”, explicó De Filippi. Cada minuto que esas personas tienen que esperar para ser operadas, “aumenta el riesgo de gangrenas y septicemias”, denunció MSF.

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