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Obama declara la guerra contra el desempleo

El presidente de EEUU se vuelca en combatir el paro para recuperar la confianza de los ciudadanos

ISABEL PIQUER

Barack Obama trata de entusiasmar de nuevo a una opinión pública que le ha dado la espalda. En su discurso sobre el Estado de la Unión el presidente estadounidense intentó retomar la iniciativa tras el reciente varapalo electoral de Massachusetts y prometió centrar las prioridades de su Gobierno en superar la crisis.

En el discurso, Obama reconoció que el país 'afronta desafíos grandes y difíciles', y pidió la colaboración entre demócratas y republicanos para superarlos. 'Cuando termine de hablar hoy, más estadounidenses habrán perdido su seguro de salud. Millones de personas lo perderán este año. Nuestro déficit aumentará', señala Obama.'No abandonaré a esos estadounidenses y tampoco lo deben hacer las personas de esta cámara', afirma, en referencia a los congresistas.

Empleo es la palabra que mejor podría resumir la intervención. Obama no renunció del todo a su programa y lo enmarcó en una visión más económica con una meta fundamental: crear más puestos de trabajo, la palabra que más repitió en la intervención.

El presidente responde así al profundo malestar que aseguró la victoria de un senador republicano en un Estado tan tradicionalmente demócrata como Massachusetts. La Casa Blanca no se había dado cuenta de que su obsesión por sacar adelante la reforma sanitaria le estaba costando tantos votos.

Obama no renuncia a sus reformas, sólo las centrará más en la economía

Por eso, durante el discurso volvió a instar al Congreso a recuperar el debate para la reforma sanitaria, pese a que los demócratas han perdido la mayoría absoluta en el Senado que garantizaba su aprobación.'No abandonemos la reforma. No ahora. No cuando estamos tan cerca. Encontremos una vía para unirnos y completar el trabajo en beneficio del pueblo estadounidense', afirmó Obama.

La reforma sanitaria planteada por los demócratas, sostuvo, ayudará a reducir gastos a 'millones de familias y empresas', y a recortar el déficit fiscal en cerca de un billón de dólares en veinte años.También aportará cobertura a millones de estadounidenses que en la actualidad carecen de ella, dijo. 'Este problema no va a desaparecer', indicó Obama, que aseguró que 'no abandonaré a esos ciudadanos y tampoco debería hacerlo la gente presente en esta Cámara'.

El presidente reconoció que la medida ha perdido popularidad gradualmente, algo por lo que entonó un 'mea culpa': 'Acepto la parte de responsabilidad que me toca por no haberla explicado mejor a los estadounidenses'.

El paro es lo que más preocupa a los estadounidenses. En principio, no debería bajar del 10% en 2010, y los economistas prevén que rondará el 9% para cuando se celebren las presidenciales de 2012. En estos momentos, hay 15,3 millones de parados en Estados Unidos. Y eso es mucho votante enfadado cara a las legislativas de noviembre.

El mandatario ha propuesto una congelación parcial del gasto público para ahorrar 250.000 millones de dólares en diez años una medida que no concierne al gasto en Defensa y sólo afecta al 17% del presupuesto, así como una serie de medidas para favorecer a la clase media. Habló también de aumentar el presupuesto educativo en el 6,2%, uno de los sectores que quiere potenciar durante su mandato.

Los 15,3 millones de parados son ahora otros tantos votantes enfadados

También anunció la creación de una comisión legislativa para controlar el cuantioso déficit estadounidense, que este año suma 1,3 billones de dólares, algo mejor que el año anterior, pero todavía el 9,2% del PIB, el peor dato desde la Segunda Guerra Mundial.

La Casa Blanca ya se ha puesto en velocidad electoral. El discurso marca, de hecho, el comienzo de la iniciativa demócrata. David Plouffe, quien dirigió la campaña de Obama y acaba de reintegrarse al equipo, volvió a usar la base de datos que utilizó entonces para vender los méritos del candidato presidencial. Aludió a los millones de móviles y correos de simpatizantes, ahora desmotivados, al alertar sobre la importancia del discurso, como en los tiempos de movilización masiva de 2008.


Cada vez que se ha visto en apuros, Obama ha usado sus dotes de comunicador. Lo hizo para hablar del maltrecho plan de sanidad, para la reforma financiera y para Afganistán. Esta vez, el discurso estaba ya en la agenda y le vino bien. Al margen de reacciones puntuales tras el reciente fracaso electoral, la ocasión más solemne del calendario legislativo dio al inquilino de la Casa Blanca la plataforma más directa y efectiva para lanzar su mensaje.

'Ahora no estamos hablando de la reforma sanitaria. Ya hablamos mucho de eso en el pasado'

The New York Times se preguntaba ayer si los problemas que la reforma sanitaria ha acarreado a Obama se han debido a un error de comunicación o bien del contenido del mensaje. Será difícil calibrarlo hasta medir la reacción de la opinión pública. Y ni aun así.

La Casa Blanca ve un problema más en la forma que en el fondo. 'Fue un problema de comunicación, la ley se convirtió en una caricatura' del proceso legislativo, admitió el portavoz del Gobierno, Robert Gibbs, refiriéndose a los regateos y negociaciones cuando la Cámara de Representes aprobó la reforma en vísperas de Navidad.

El proyecto ha quedado de momento apartado en un rincón. El tema que supuestamente iba a hundir la presidencia de Obama ha desaparecido de las portadas de la prensa desde el fin de semana. Los responsables demócratas en el Congreso se han limitado a decir que preparan una nueva estrategia y que no tienen prisa.

'Ahora no estamos hablando de la reforma sanitaria', reconoció el líder de la mayoría en el Senado, Harry Reid. 'Ya hablamos mucho de eso en el pasado'.

Un precepto constitucional
El artículo II de la Carta Magna de EEUU prevé que el presidente debe informar “de vez en cuando” al Congreso del estado de la Unión.

Un discurso de 833 palabras
George Washington , primer presidente de EEUU, no consideró oportuno perorar durante horas, así que su primera disertación tenía sólo 833 palabras.

Informar por escrito
Thomas Jefferson rompió con la costumbre de aparecer en persona, e instauró la práctica de informar por escrito al Congreso, que se mantuvo hasta el presidente Woodrow Wilson, ya en el siglo XX.

Los apuros de Clinton
En 1997, el teleprompter, el sistema que permite leer el discurso en la pantalla mientras se mira a la cámara, convirtió el texto que debía leer Bill Clinton en un único e ilegible párrafo.

El escándalo de la becaria
La cosa le pareció menos grave a Clinton cuando, en 1998, tuvo que comparecer impertérrito días después de que se divulgara su relación con Mónica Lewinsky.

La guerra de Bush
La expresión “eje del mal”, con la que Bush designó a los países que consideraba sus enemigos, se acuñó en el discurso de 2002.

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