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Los palestinos se lanzana la Intifada de Jerusalén

Un centenar de heridos y decenas de detenidos en los choques entre jóvenes árabes y fuerzas de seguridad israelíes

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Cientos de jóvenes palestinos se alzaron ayer contra la ocupación israelí en una jornada de protestas callejeras, marcada por innumerables altercados que se saldaron con más de un centenar de heridos, la mayoría por balas de goma, y decenas de detenidos, en su mayor parte enlos barrios extramuros delsector ocupado de Jerusalén.

Los manifestantes salieron a la calle respondiendo a un llamamiento de Hamás mediante el que se declaró ayer una 'jornada de furia'. Se registraron incidentes en varias localidades de Cisjordania, pero los más intensos tuvieron lugar en Jerusalén Este, hasta el punto de que algunos medios árabes ya hablan abiertamente de una tercera revuelta que llaman Intifadat al-Quds o Intifada de Jerusalén.

La policía israelí cree que la revuelta irá apagándose con el tiempo

El barrio de Isawiya fue aislado por las fuerzas de seguridad israelíes con bloques de cemento que impidieron que los vecinos entraran o salieran, una maniobra que el ejército usa habitualmente en el resto de Cisjordania, pero no en el municipio de Jerusalén. Barrios generalmente tranquilos, como Wadi al-Yoz, Isawiya, Yabal Muqabbar, Ras al-Amud, Abu Dis o Shuafat, fueron testigos de la ira palestina.

Los manifestantes prendieron fuego a los contenedores de basura, incendiaron neumáticos y arrojaron piedras contra los agentes. La policía usó gases lacrimógenos y balas de goma, y una veintena de agentes resultaron heridos por las piedras. Por la noche un agente fue herido de bala en una mano. La policía, que detuvo a unos 60 manifestantes, cree que la intensidad de los incidentes irá disminuyendo en los próximos días, aunque no descarta un recrudecimiento el viernes, coincidiendo con el rezo musulmán.

Sólo una pequeña fracción de musulmanes de la Galilea logró llegar a Jerusalén. La policía identificó varios autobuses en los que viajaban y los obligó a volver a sus puntos de partida. La fuerte presencia policial en el recinto amurallado hizo que no se registraran grandes incidentes en el casco antiguo, aunque algunospalestinos dijeron que los agentes habían introducido perros en la Explanada de las Mezquitas. La policía detuvo a un extremista judío que quiso entrar en la Explanada.

Los palestinos de Jerusalén tienen más que perder que los de Cisjordania

Las autoridades de ocupación se preguntan si esta explosión popular, y en gran parte espontánea, es un acontecimiento único y limitado en el tiempo o si se prolongará indefinidamente, y hay respuestas especulativas para todos los gustos. En cualquier caso, los israelíes lamentan que los incidentes coincidan con la grave crisis política que se ha desencadenado entre Israel y EEUU.

Quienes creen que estamos ante un hecho aislado argumentan que los palestinos de Jerusalén no son como los del resto de Cisjordania, sino unos 'privilegiados' que tendrían mucho que perder en una revuelta similar a las dos intifadas anteriores, como también tendría mucho que perder el presidente Mahmud Abás.

Frente a ellos, los que hablan de la Intifada de Jerusalén sostienen que los abusos de Israel, y especialmente su irrevocable expansión en las colonias judías de la ciudad santa, han tocado techo y no pueden continuar, puesto que la población palestina no lo va a permitir. Además dicen que si los palestinos no salen a la calle, lo que queda de Jerusalén Este desaparecerá ante la voracidad israelí.

El primer ministro, Binyamin Netanyahu, que el lunes dijo que la expansión de las colonias judías 'de ninguna manera afecta a los palestinos', pasó gran parte de la jornada en la localidad de KiriyatShmona, cerca de la frontera con Líbano y el Golán, viendo a su hijo participar y ganar un concurso de preguntas sobre el Antiguo Testamento. Probablemente se trata de una metáfora acerca de lo alejado que Netanyahu está de la realidad que le rodea.

El ministro de Exteriores de Israel, Avigdor Lieberman, boicoteó el lunes el discurso que el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, efectuó en la Kneset. El boicot se produjo como consecuencia de la negativa de Lula a depositar una corona de flores en la tumba de Theodor Herzl, el fundador del sionismo.

A pesar de este incidente, y de las buenas relaciones entre Brasil e Irán, los israelíes están tratando a su invitado con guantes de seda, muy conscientes de que el gran paíssuramericano es una economía emergente con enormes posibilidades. Lula, por su parte, no se ha mordido la lengua, y ha dicho que desea un Oriente Próximo libre de armas nucleares, algo que no ha sentado muy bien en Israel.

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