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EEUU y Rusia intercambian en Viena a 14 espías

Canje, entre aviones aparcados, de cuatro rusos presos por los diez infiltrados que el FBI localizó en territorio estadounidense

ISABEL PIQUER

Fue en Viena. Como en los viejos tiempos. En el aeropuerto de la capital austriaca, EEUU y Rusia realizaron hoy el mayor canje de espías desde la Guerra Fría, cerrando así un episodio diplomático de otra época. Por un lado, estaban los diez infiltrados que fueron detenidos el pasado 27 de junio y cuyas proezas informativas todavía están por demostrar. Del otro, cuatro prisioneros rusos, encarcelados desde hacía años por filtrar secretos a Occidente.

No fue exactamente un intercambio discreto. Las cámaras de televisión captaron las imágenes del encuentro, aunque muy de lejos. A media tarde, los dos aviones -el de Vision Airlines procedente de Nueva York fletado por Washington y el Yak-42 del Gobierno ruso- aparcaron juntos en la pista de aterrizaje aunque se colocaron de tal forma que sus puertas principales quedaban ocultas a las miradas de los fotógrafos. La operación apenas duró media hora.

El día anterior, en un tribunal de Manhattan, los diez detenidos se habían declarado culpables, no de espionaje, sino de ser agentes de una potencia extranjera. Por un acuerdo con la Fiscalía se retiraron los cargos más graves de blanqueo de dinero que pesaban contra nueve de los sospechosos. La sentencia supuso su deportación inmediata. En el exterior del tribunal, un autobús les esperaba para llevarles al aeropuerto de LaGuardia.

Durante la audiencia, los agentes desvelaron sus verdaderos nombres. Richard y Cynthia Murphy, que vivían en un suburbio de Nueva Jersey, resultaron ser Vladimir y Lydia Guryev. Otra pareja, Michael Zottoli y Patricia Mills, detenidos en Virginia, admitieron llamarse Mijail Kutsik y Natalia Pereverzeva.

Donald Heathfield y Tracey Foley, que llegaron a infiltrarse en el ambiente de Harvard, confesaron ser Andrey Bezrukov y Elene Vavilova. Juan Lázaro, que vivía en el barrio neoyorquino de Yonkers, no era peruano ni había nacido en Uruguay: se llamaba Mijaíl Anatonolievich Vasenkov. Su mujer, la auténticamente peruana y periodista Vicky Peláez, accedió a declararse culpable, pese a no estar relacionada con la red, a cambio de una pensión vitalicia de 2.000 dólares al mes y la posibilidad de viajar a cualquier país.

Ana Chapman, la agente inmobiliaria de Manhattan, una joven pelirroja de 28 años que salió en todas las portadas, usaba su apellido de casada (el de soltera era Kushchenko). Y finalmente, Mijail Semenko, operaba con su verdadero nombre. Los hijos de los matrimonios, excepto el de Peláez y 'Lázaro' que debía quedarse en Nueva York, también embarcaron hacia Rusia. Mantendrán su nacionalidad estadounidense y podrán regresar al país, sin sus padres. A cambio de lo que parecía ser una red de aficionados, Washington acogió a un científico nuclear y a tres veteranos del mundo del espionaje. Todos han sido perdonados por el presidente Dmitri Medvédev para poder ser canjeados.

El más relevante de los canjeados es el científico Ígor Sutiaguin, sentenciado a 15 años de prisión en 2004 por pasar información militar a la CIA. Los otros tres hombres son todos ex agentes del KGB. Alexander Zaporozhsky es un oficial condecorado de los extintos servicios secretos soviéticos que emigró a EEUU a finales de los 90 y al regresar a Rusia fue acusado en 2003 de ser un agente doble.

Los otros dos agentes son el ex coronel Serguei Skripal, condenado en 2004 a 13 años de prisión por trabajar para los servicios de inteligencia británicos, y Gennady Vasilenko, detenido en 1988 en La Habana por mantener contactos con una agente de la CIA. En 2005, fue detenido de nuevo en Moscú, con 84 años, por posesión ilegal de armas.

EEUU y Rusia cerraron así un capítulo inesperadamente embarazoso de unas relaciones que van viento en popa. De hecho ambos gobiernos, si bien confirmaron el canje, mantuvieron una distancia prudencial para no dar excesiva importancia al episodio. 'El acuerdo al que hemos llegado es una buena solución para los intereses de EEUU', dijo en un comunicado el secretario de Justicia, Eric Holder.

Rahm Emanuel, jefe de Gabinete de la Casa Blanca, aseguró que Barack Obama había seguido el canje de cerca y que el incidente demostraba que Washington no bajaba la guardia pese a la distensión.

En Moscú, el diputado Nikolái Kovaliov, ex jefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB), aseguró que el intercambio era 'una demostración de que el nivel de entendimiento entre Rusia y EEUU ha mejorado significativamente con la llegada al poder del presidente Obama'.

 

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