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El ejecutor del terror de Pol Pot

'Duch' dirigió la prisión S-21, en la que fueron asesinadas 14.000 personas

L. VILLADIEGO

'Camarada, más vale una Camboya poco poblada que un país lleno de incapaces'. En 1971, Duch ya tenía muy clara la política de los Jemeres Rojos. Quien no sirve, no merece vivir. Quien traiciona, debe ser asesinado. François Bizot, etnólogo y uno de sus más célebres prisioneros, arrancó estas palabras a Kaing Guek Eav, el verdadero nombre del guerrillero, en una de las conversaciones que mantuvieron durante el cautiverio del francés y que plasmó posteriormente en su libro El portal.

Cuatro años después, cuando los Jemeres Rojos tomaron Phnom Penh en 1975, Duch se convertiría en el director adjunto, primero, y responsable máximo, después, del S-21, la mayor prisión del régimen comunista que gobernó Camboya entre 1975 y 1979. Esta utopía de autarquía agraria acabaría con la vida de 1,7 millones personas por hambre, enfermedades y asesinatos. De ellos, al menos 14.000 murieron entre las paredes gestionadas por Duch, lo que convirtió al S-21 en el mayor matadero del país.

Duch, como otros tantos Jemeres Rojos, ejerció como profesor durante los años previos al alzamiento comunista. Nacido en 1942, se unió al Partido Comunista de Camboya en 1967 y poco a poco fue escalando puestos en la jerarquía del partido. Durante la guerra civil que enfrentó a los Jemeres Rojos y al gobierno republicano de Lon Nol entre 1970 y 1975, Duch se convirtió en un destacado guerrillero, lo que le valió posteriormente su ascenso como responsable del S-21.

Tras la caída de los comunistas, fue repudiado por el número dos del régimen, Nuon Chea, quien le acusaba de no haber sido capaz de deshacerse de todos los documentos contenidos en Tuol Sleng, nombre de la escuela que albergó el S-21. Comenzó así una vida marcada por las paradojas, que le llevaron a convertirse en profesor de inglés y de matemáticas en un campo de refugiados y posteriormente a trabajar en una asociación cristiana. En 1999 el periodista Nic Dunlop lo encontró en Samlaut, al norte de Camboya, donde Duch trabajaba como director de educación. Fue entonces detenido por las fuerzas armadas y enviado a prisión, donde ha pasado los últimos 12 años.

A pesar de no ocupar un lugar clave en la estructura jerárquica del régimen, este hombre fue una pieza fundamental en la política de purgas, lo que le ha valido las acusaciones de crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra, homicidio y tortura. También ha sido el único acusado en reconocer sus crímenes y el único que ha pedido perdón. Treinta y un años después de la caída del régimen, será también el primer jemer rojo en conocer su sentencia por ser la mano ejecutora del cruento régimen comunista.

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