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El 'lobby' judío ya se ha hecho fuerte en Bruselas

El American Jewish Committee tiene desde 2004 una oficina para influir en la UE

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

La influencia de Israel en Europa se ha multiplicado en los últimos años gracias a grupos de presión que se han establecido en Bruselas y en otras capitales europeas y que inciden no sólo en la política de la UE hacia Oriente Próximo sino también en la de los distintos países europeos por separado, especialmente respecto al conflicto palestino-israelí e Irán.

La idea de crear un lobby judío en Bruselas partió del American Jewish Committtee (AJC), una controvertida organización sionista integrada en el poderoso lobby judío de EEUU, que abrió oficina propia en Bruselas en 2004 con la misión específica de trasladar a la UE los mecanismos de presión de Washington.

Pero el AJC no es el único grupo de presión judío que ha abierto oficinas en Bruselas. En los últimos años lo han imitado el European Jewish Congress y B'nai B'rith. Además, se ha creado European Friends of Israel, una alianza formada por eurodiputados de casi todas las tendencias.

Desde su llegada a Bruselas, el AJC, que está considerado el brazo ejecutor de la política exterior de la comunidad judía americana, mantiene reuniones semanales con altos funcionarios de la UE, jefes de Estado o de Gobierno y ministros de los 27 que por razones de trabajo tienen que pasar por Bruselas.

La influencia de Israel en Europa se ha multiplicado en los últimos años gracias 

Jeff Blankfort, judío estadounidense que ha denunciado la manera de trabajar del lobby judío en EEUU y en Europa, ya dijo en 2006 que la política europea estaba perdiendo autonomía ante Israel y que, de defender a los palestinos y combatir la ocupación, se estaba pasando a defender todos los postulados israelíes.

El AJC también fundó en 2004 el Transatlantic Institute (TAI), un think tank cuyo director, el italiano Emanuele Ottolenghi, que estudió en la Universidad Hebrea de Jerusalén, impulsa publicaciones agresivamente proisraelíes que están en línea con los postulados de los pensadores del movimiento neocon que arropó a George Bush.

El TAI ha lanzado una campaña contra Irán y en 2009 Ottolonghi publicó un libro centrado en el programa nuclear iraní, asunto que constituye el buque insignia de la política exterior de Israel.

Aunque la ideología sobre la que se sustenta es eminentemente neoconservadora, el lobby judío europeo, como el norteamericano, no hace ascos a los apoyos que recibe de sectores liberales e incluso, aunque menos, de sectores de izquierda. En la gala inaugural del TAI, celebrada en Bruselas en febrero de 2004, intervinieron como oradores principales el entonces jefe de la política exterior europea, Javier Solana, y la ministra de Exteriores de España, Ana de Palacio.

El lobby se protege a sí mismo de cualquier crítica indicando que su objetivo primordial es combatir el antisemitismo. En este sentido, ha sugerido a los ministros de Educación europeos que creen un currículo unificado contra el antisemitismo y también ha tratado de que los 27 contraigan el compromiso de crear una política policial común con respecto al antisemitismo.

Un boicot de los consumidores a los productos de Israel, sobre todo los de asentamientos ilegales, empezó en 2005 y ahora se encuentra en un proceso de expansión, no sólo dentro de los territorios palestinos ocupados sino también en Europa y en EEUU. Se trata de un auténtico movimiento popular, llamado BDS, que significa Boicot, Desinversiones y Sanciones, y que promueve tanto la sociedad civil palestina como innumerables ONG occidentales. El objetivo de la campaña BDS es acabar con la ocupación en Cisjordania y Gaza. Los palestinos pueden contribuir a este objetivo boicoteando los productos israelíes que se venden en sus comercios, aunque muchas veces se trata de productos que no tienen sustituto. Esto ocurre con artículos destinados a un público infantil, como la leche con la que se alimentan los bebés. En el exterior, la campaña ha sido bien acogida en sectores progresistas europeos y ahora empieza a tener eco en EEUU, especialmente cuando los productos que se boicotean han sido fabricados en las colonias judías de Cisjordania.

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