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La extrema derecha siembra la incertidumbre en Suecia

El Gobierno conservador se queda en minoría después de la negativa de los verdes a negociar

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Todos los partidos de Suecia, de derecha, centro e izquierda, lo habían prometido: no dejarán a la extrema derecha llegar hasta el Ejecutivo de Estocolmo. Ayer, 24 horas después de la victoria del partido ultra Demócratas de Suecia con su histórica entrada en el Riksdag el Parlamento sueco con 20 diputados, la formación de Jimmie Akesson ya está generando incertidumbre en un país acostumbrado a la estabilidad política.

El Partido del Medio Ambiente rechazó ayer negociar con la Alianza de Centroderecha del actual primer ministro, Fredrik Reinfeldt, que ganó las elecciones legislativas, aunque perdió la mayoría absoluta. La posibilidad de un gobierno conservador en minoría adquiere fuerza.

El triunfo de la formación xenófoba Demócratas de Suecia rompe el equilibrio de poder

El bloque de centroderecha pierde, respecto a 2006, seis escaños y se queda con 172 diputados de los 349 del Parlamento. Reinfeldt, que se benefició de los buenos datos económicos tras la crisis financiera la tasa de crecimiento alcanza el 4,5% y el paro ha dejado de subir, se convierte en el primer conservador en conseguir la reelección en un país donde gobernaron los socialdemócratas durante 65 años desde 1932. Pero su victoria tiene un sabor agridulce. Casi todo el final de la campaña se centró en llamar a los suecos a votar contra el racismo y el nacionalismo de Demócratas de Suecia, que finalmente sedujo al 5,7% del electorado (unas 300.000 personas) con un discurso abiertamente antiinmigración y antiislam.

Reinfeldt, que esperaba contar con el respaldo de los verdes, reiteró ayer su compromiso de seguir en el poder. 'La fuerza más votada debe seguir gobernando, y esa es la Alianza', dijo ayer ante sus seguidores en la sede de su partido. Y volvió a decir que no pactará con la extrema derecha. 'No los tocaría ni con unas pinzas', aseguró Reinfeldt durante la campaña.

La clave del éxito de Demócratas de Suecia es la nueva imagen que le ha dado Jimmie Akesson, un joven y dinámico líder de 31 años siempre bien vestido. Fuera las cabezas rapadas y la violencia callejera para practicar un discurso xenófobo en los salones de la clase política sueca, aunque las ideas de Demócratas de Suecia poco han cambiado desde sus inicios, en los años 80, cuando sólo era un grupúsculo nazi y cuyo dirigente admiraba a Adolf Hitler.

'La llegada de la extrema derecha al Parlamento sueco no es una sorpresa', dice una analista

'Los musulmanes son la mayor amenaza para nuestro país en la actualidad', dijo Akesson el año pasado. Los Demócratas de Suecia sostienen que la inmigración está relacionada con el aumento de la delincuencia y los problemas económicos, en un país donde el 18% de la población es de origen extranjero, según datos de la Oficina de Estadísticas sueca, y donde llegan cada año unos 100.000 inmigrantes (pasaron de 65.000 en 2005 a 102.000 en 2010).

'La llegada de la extrema derecha al Parlamento sueco no es una sorpresa', considera Birgitta Orfali, socióloga francesa especialista en el auge de los partidos ultras en Europa. Desde que Akesson consiguiera, en 1998, un cargo de concejal en un ayuntamiento, los Demócratas de Suecia no dejaron de ganar peso. En las legislativas de 1998, sólo consiguieron el 0,37% de los votos, pero alcanzaron 1,44% en 2002 y 2,93% cuatro años después. Los analistas consideran que se hicieron con los votos de los parados que perdieron sus empleos en este contexto de crisis. Akesson promete defender el Estado de bienestar, pero sólo para los suecos.

Mientras los seguidores de Akesson celebraban ayer el resultado en Estocolmo, muchos inmigrantes expresaban su decepción y su miedo. 'Estas elecciones son una catástrofe', dijo a la agencia Reuters Mohamed Farah, quien reside desde hace dos décadas en Suecia tras huir de Somalia. 'Es deplorable y preocupante'. A lo largo de la campaña, la televisión censuró un vídeo electoral de Demócratas de Suecia por racista, aunque sus seguidores distribuían folletos que delataban claramente sus intenciones: '¡Que se nos devuelva Suecia!', rezaba el texto.

'Es duro ver cómo la gente puede votar a este tipo de partido', lanza Mohamed Harsi. 'Por supuesto que estoy decepcionado. Suecia es mi hogar. Y ahora parece que los suecos ya no quieren más a los inmigrantes', añade.

'No queremos generar problemas. Tomaremos nuestras responsabilidades. Se lo prometo al pueblo sueco', aseguró Akesson al conocer los resultados. Sin embargo, sabe que está jugando un papel desestabilizador para la formación del próximo Gobierno. Ya en 1994, la presencia en el Parlamento sueco del partido ultra Nueva Democracia contribuyó a la caída de un Ejecutivo de centroderecha.

Ayer, el portavoz del Partido del Medio Ambiente, Peter Eriksson, lamentó la entrada en el Riksdag de la extrema derecha y recordó: 'La responsabilidad de discutir la situación recae sobre todos los partidos, no sólo sobre uno'. También pidió esperar hasta mañana, cuando se publicarán los resultados definitivos. 'Debemos usar el tiempo que hay hasta entonces para reflexionar y analizar el resultado electoral y conducir un diálogo', aseveró Reinfeldt.

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