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La oposición presenta una moción de confianza contra Berlusconi

Silvio Berlusconi podría estar contando sus últimas horas como primer ministro tras el ultimátum de Fini el pasado fin de semana

DANIEL DEL PINO

La caída del Gobierno de Silvio Berlusconi es cuestión de días. Los partidos de la oposición han presentado una moción de confianza contra el Gobierno, que sumado al ultimátum del líder de Futuro y Libertad (FLI), Gianfranco Fini, el pasado fin de semana, marcan el camino para el final de Il Cavaliere.

Mientras Berlusconi vuelve de la cumbre del G-20 de Seúl, el Partido Democrático (PD) e Italia de los Valores (IdV), han presentado de manera formal el examen al primer ministro, que también ha sido firmado por la Unión de Centro (UdC).

La coalición de gobierno italiana se encuentra en minoría después de que Fini, presidente de la Cámara, se marchara del Ejecutivo en agosto llevándose consigo a 35 diputados y fundando su propio partido. Berlusconi ya pasó por una prueba similar a finales de septiembre, pero todavía tenía el apoyo de los rebeldes del FLI, lo que hizo que salvara los muebles.

Los últimos escándalos de prostitución han provocado que tanto la oposición como Fini se planten y reclamen la cabeza del premier. La situación, por tanto, pinta mal para Berlusconi que no cuenta ya con una mayoría en el Parlamento que lo sostenga.

Y aunque parezca clara la caída del líder del Pueblo de la Libertad, el futuro es pura incertidumbre. Fini, durante el primer congreso del FLI el pasado domingo, solicitó al Gobierno una serie de reformas si quiere contar con su apoyo. Pero esas medidas se resumían en una irrenunciable: la dimisión de Berlusconi.

Fini puso como condición a dar su apoyo a la coalición que dimitiera Berlusconi De alguna manera, Fini dejaba sin alternativas al Ejecutivo, que se negó en banda a seguir adelante sin Berlusconi como líder. Por lo que el siguiente paso más razonable sería la convocatoria de elecciones anticipadas.

Berlusconi no ha hecho ninguna declaración oficial desde entonces y se ha limitado a filtrar la idea de que no piensa dimitir a través de sus allegados.

Es más, el primer ministro esperaba que Fini diera marcha atrás y por eso le pidió que si quiere su cabeza lo pida en el Parlamento. Pero por si acaso lo de Fini no fuera más que palabrería, Berlusconi pidió a su único socio sólido ya en la coalición, Umberto Bossi, líder de la separatsita Liga Norte, que mediara para ver si podía redirigir la situación.

Bossi y Fini se reunieron ayer y del despacho del primero en el Parlamento salió la misma conclusión. Fini va en serio, no hay marcha atrás y la única solución es la dimisión. Para continuar presionando, el FLI ha confirmado este viernes que el lunes retirará a los tres miembros de su partido que aún ostentan un puesto en el Gobierno.

Mientras tanto, la oposición de izquierdas ha estado recogiendo firmas para presentar la moción de confianza una vez confirmada la ruptura total entre Berlusconi y Fini.

El planteamiento de Pierluigi Bersani, presidente del PD, es que, consumada la caída del Gobierno, se abra paso a un Ejecutivo técnico que se encargue de reformar la ley electoral y convoque elecciones.

Fini no podrá votar en contra de la moción de confianza en el Parlamento La reforma electoral se centra en la creación de un sistema de listas abiertas, de manera que sea el ciudadano  el que pueda elegir directamente a sus representantes y así, el panorama político, no dependa tanto del líder de partido de turno.

Con las dos cartas sobre la mesa: la moción de confianza y el desafío de Fini, es de suponer que el Ejecutivo caiga. Porque si el lunes, tras la presentación del presupuesto, se vota en el Parlamento la confianza a Berlusconi, el FLI no podrá ponerse de su parte. Y si lo hace, entonces Gianfranco Fini perdería toda su credibilidad.

La situación es del todo rocambolesca ya que al final, en una lectura simplificada, se ve que Berlusconi, que tiene cuatro procesos abiertos por la Justicia, no va a ser destituido por ellos, sino por su afición a las fiestas.

La rebelión y el asalto al poder no se habría gestado de esta manera de no haber sido por la famosa llamada del primer ministro a una comisaría de Milán solicitando la liberación de una menor marroquí (Ruby) que, a la postre, resultó haber participado en una cena en la mansión milanesa de Arcore.

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