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La persecución policial contra Assange se intensifica

Interpol cursa la orden para que pueda ser interrogado en Suecia por violación

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

La caza policial de Julian Assange ya ha comenzado. Interpol solicitó hace dos semanas la detención del editor de Wikileaks para que sea interrogado en Suecia por un caso de 'violación, abusos sexuales y coacción'. La orden se emitió sólo 48 horas después de la petición de la fiscalía sueca el 18 de noviembre, pero no se conoció hasta ayer. Por razones desconocidas, la fiscalía no había autorizado que se hiciera pública la información.

Wikileaks ha provocado la ira de gobiernos de todo el mundo con su última difusión de material clasificado.

El aviso rojo, como se le conoce en la jerga de Interpol, no es una orden de arresto internacional propiamente dicha, pero tiene consecuencias similares. Se trata de una petición enviada a los 188 países que forman parte de Interpol 'para ayudar a las fuerzas policiales nacionales a identificar o localizar a una persona con vistas a su detención o extradición'.

Suecia no puede emitir una euroorden porque Assange, de nacionalidad australiana, no ha sido procesado por los delitos de los que se le acusa. En principio, la fiscalía necesita encontrarlo para hacer un segundo interrogatorio.

En aplicación de la orden de Interpol, la policía británica ha dado órdenes de detener a Assange si lo encuentra en el país. No tiene informaciones concretas que le hagan pensar que está en el Reino Unido, pero el editor de Wikileaks pasa periódicamente por Londres. Si Assange fuera detenido, un tribunal británico debería confirmar antes su entrega a Suecia, que se produciría de forma inmediata en el caso de que el sospechoso no pusiera impedimentos.

Sin embargo, sus abogados han afirmado en varias ocasiones que está dispuesto a declarar una vez más ante la fiscalía sueca. Propusieron que el interrogatorio, al no estar procesado, tuviera lugar en la embajada sueca en Londres o en una comisaría británica, pero no recibieron respuesta.

El abogado Mark Stephens estaba ayer tan indignado con esta 'persecución' de los fiscales suecos que los comparó con Lavrenti Beria, el jefe de la policía estalinista: 'Es altamente irregular e inusual que las autoridades emitan un aviso rojo ante el hecho indiscutible de que Assange ha aceptado voluntariamente responder a las preguntas de los fiscales'. Stephen destaca como hecho muy relevante que Assange recibió el permiso de la fiscal para abandonar Suecia después del primer interrogatorio cuando ya se conocían los hechos denunciados.

El abogado comenta también que la orden de detención incluye una petición de las autoridades suecas, que no se han puesto en contacto con él, para que Assange sea incomunicado y se le niegue el derecho a comunicarse con sus defensores. Stephens se pregunta si eso tiene algo que ver con las amenazas contra Wikileaks de los últimos días producidas en EEUU.

La causa contra Assange se originó con la denuncia conjunta de dos mujeres que le conocieron cuando viajó a Estocolmo para dar una conferencia el 14 de agosto. Ambas mantuvieron relaciones sexuales con él, consentidas según su abogado. La versión de las mujeres es que fueron consentidas al principio pero no después, cuando se rompió el preservativo.

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