El Ejército israelí mató a cinco milicianos palestinos en la franja de Gaza mediante un bombardeo aéreo. Las víctimas vivían en el campo de refugiados de Nussayrat, en el centro de la Franja, y según el Ejército fueron abatidos cuando se disponían a disparar cohetes contra Israel.

Los muertos pertenecían a Ansar al Sunna, un grupo minúsculo que simpatiza con Al Qaeda. Hamás, que controla Gaza, ha tratado de convencer a las milicias para que no disparen cohetes contra Israel, aunque de tanto en tanto alguna organización marginal burla la orden. Este año, han disparado unos 200 cohetes.

El incidente es el más grave desde hace varios meses, pero no parece que vaya a desatar una escalada de violencia, pese al bloqueo del diálogo entre la ANP e Israel, y el fracaso de la mediación de EEUU.

En el último año y medio los cohetes lanzados desde Gaza han causado la muerte de un trabajador de nacionalidad tailandesa, mientras que este año el ejército israelí ha matado a 55 palestinos en la Franja, incluidos 22 civiles, según la cuenta de la ONU. Además, unos 200 palestinos han resultado heridos.

Entretanto, Human Rights Watch (HRW) publicó un amplio informe en el que denuncia que Israel impide el desarrollo de las zonas palestinas de los territorios ocupados, mientras financia generosamente los asentamientos judíos de Cisjordania.

El informe especifica que en algunos pueblos palestinos Israel impide que la población desarrolle los servicios de agua o electricidad, y que incluso frena el desarrollo de las infraestructuras viarias, mientras las colonias israelíes que están cerca de esos pueblos gozan de unos servicios lujosos. HRW subraya el caso de Yubbet al Dibb, cerca de Belén y habitado por 150 personas, al que únicamente se puede acceder por una pista en malas condiciones y ni siquiera está conectado a la red eléctrica.