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La radicalización política preocupa a Washington

El ‘sheriff’ del distrito del tiroteo de Arizona denuncia la 'virulencia retórica' en EEUU

A. LAFUENTE

Puede que Jared Lee Loughner, el presunto autor de la matanza de Tucson, tenga sus propios desequilibrios mentales, pero el sheriff del condado de Pima, donde se produjo la tragedia, Clarence W. Dupnik, ha puesto un dedo en la llaga al señalar que ese desequilibrio está fomentado por la 'virulencia retórica' antigubernamental de ciertos políticos y comentaristas de radio y televisión. Dupnik no acusó concretamente a nadie de usar esa 'virulencia retórica' pero, por si acaso, Sarah Palin, la líder del movimiento ultraconservador Tea Party, ha retirado de su página de internet la diana con la que apuntaba al distrito de Gabrielle Giffords, la congresista demócrata herida de gravedad en la cabeza por los disparos de Loughner.

'Estamos en la lista de objetivos de Palin. El problema es que nos ha puesto en esa lista colocando una mirilla telescópica sobre nuestro distrito. Cuando la gente hace eso, se tiene que dar cuenta de que su actitud tiene consecuencias', denunció la propia Giffords en marzo pasado. Ese mes sus oficinas fueron atacadas por desconocidos horas después de haber votado a favor de la reforma sanitaria del presidente Barack Obama, una reforma a la que se opuso ferozmente el Partido Republicano y el Tea Party.

Durante meses, en muchas de las concentraciones de protesta del citado grupo contra la reforma sanitaria, era normal ver a mucha gente armada asegurando que usarían sus pistolas, rifles y ametralladoras para defenderse contra el Gobierno y el Estado. El movimiento ultraderechista, respaldado por la cadena de televisión Fox, ha condenado el atentado contra Giffords y, tras revisar las listas de sus miembros, ha confirmado que Loughner no es uno de los suyos.

La víctima había advertido hace meses del peligro del lenguaje agresivo

Además, sus portavoces se han encargado de poner la venda antes de la herida y se han declarado ya víctimas al asegurar que la izquierda les va a acusar de ser los responsables ideológicos del tiroteo, algo que hasta ahora nadie ha hecho. 'En este momento, cuando tendríamos que pensar en lo que ocurre en la política y en que no importa cuáles sean los motivos del pistolero, la izquierda va a acusar al Tea Party', dijo un portavoz.

Desmintiendo sus palabras, el senador demócrata Dick Durbin declaró que no cree que exista una 'conexión directa' entre la matanza y la retórica de un grupo político específico. No obstante, sí observó que 'vivimos en un mundo de imágenes violentas y palabras violentas', y citó como ejemplo la frase 'no hay que replegarse sino cargar las armas' que, precisamente, pronunció recientemente Sarah Palin.

Por su parte, el senador republicano Lamar Alexander sólo quiso dejar claro que la acción de Loughner no tenía nada que ver con el Tea Party y, para ello, recordó que el presunto asesino había asegurado que entre sus libros favoritos figura el Manifiesto comunista, de Karl Marx.

Las palabras del sheriff Dupnik han tenido eco en todos los medios de comunicación estadounidenses, hasta el punto de que, según The New York Times, 'ningún acontecimiento desde el atentado de Oklahoma, en 1995, había atraído tanta atención acerca de si el extremismo y el sentimiento antigubernamental o, incluso, la simple pasión política en los dos lados del espectro político han creado un clima promoviendo la violencia'.

Palin retira de su web un mapa con una diana sobre el distrito de Giffords

Por su parte, el presidente del Congreso, el republicano John Boehner, ha querido superar ese lenguaje y la división en el país al asegurar que 'cualquier ataque a un funcionario es un ataque a todos los funcionarios. Actos de violencia y amenazas contra cargos públicos no tienen lugar en nuestra sociedad'.

Pero, según el sheriff Dupnik, precisamente eso es lo que está ocurriendo en Arizona, un estado entre los más republicanos del país y que, a su juicio, se ha convertido 'en la meca del prejuicio y la intolerancia'. Dupnik reveló que tanto él como muchos otros cargos públicos han recibido amenazas de muerte.

'Eso es lo triste de lo que está ocurriendo en Estados Unidos. Muy pronto no vamos a ser capaces de encontrar gente decente y razonable que desee servir en una oficina pública', aseguró.

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