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El asesino de Arizona tenía un plan para matar a Giffords

La policía encuentra documentos en la casa del hombre acusado de la muerte de seis personas en EEUU. La congresista demócrata sigue en estado crítico pero los médicos son optimistas

ANTONIO LAFUENTE

Jared Lee Louhgner, el presunto autor de la matanza que costó la vida a seis personas y heridas graves a otras 11 en Tucson, en el estado de Arizona, tenía un plan premeditado para matar a la congresista demócrata Gabrielle Giffords, que sigue en estado crítico. Los investigadores encontraron ayer en la caja fuerte de la casa de este hombre, de 22 años, documentos escritos a mano en los que esboza sus intenciones siniestras.

Todos los datos que han salido sobre Loughner, que fue acusado ayer formalmente de asesinato múltiple e intento de asesinato, indican que se trata de una persona con trastornos psicológicos e ideas políticas bastante dispares.

Loughner tiene 'desequilibrios' pero 'no está loco', dice la policía

Entre sus libros favoritos se mezclan Mi lucha, de Adolf Hitler, El manifiesto comunista, de Karl Marx, y Alguien voló sobre el nido del cuco, de Ken Kesey. 'Tiene desequilibrios' y es 'mentalmente inestable' aunque 'no está loco', según informó el sheriff del condado de Pima, Clarence W. Dupnik.

Pero sobre todo, en los últimos tiempos, lo que tenía era relación con grupos estadounidenses ultraderechistas, racistas y anti-Obama. En la red social MySpace había puesto en una ocasión una fotografía de un libro de historia de EEUU y, por encima, había colocado una pistola a modo de metáfora.

Además, había grabado unos vídeos en los que aseguraba que el Gobierno norteamericano controlaba las mentes de los ciudadanos, mientras que en otros exigía cambiar el dólar por una moneda que estuviera respaldada por el oro.

Tenía relación con grupos de ultraderecha y anti-Obama

'El Gobierno está controlando las mentes y lavando el cerebro a la gente a través del control de las normas de la gramática', aseguraba en un texto de uno de esos vídeos, mientras en otro afirmaba: 'No, no voy a pagar la deuda con una moneda que no está respaldada por el oro y la plata. No, no voy a confiar en Dios.' Loughner tenía otras perlas en su bitácora electrónica: 'Mi actividad favorita es el sueño consciente. Es una gran inspiración en mi formación política'.

La descripción de Loughner por sus compañeros de escuela es sombría y muestra una figura muy extraña que, en lo ideológico, va desde ciertos aspectos progresistas hasta la extrema derecha, pasando por una obsesión con el fin del mundo en 2012. Don Coorough, estudiante de 58 años y compañero de clase en un curso de poesía hace poco, lo describió como 'un joven problemático' y 'emocionalmente subdesarrollado' que no dudó en llamar a una estudiante 'terrorista' por haber leído un poema acerca del aborto.

Por esas afirmaciones, sus vídeos y su comportamiento extraño en clase, los directivos de la escuela en la que estudiaba habían decidido tiempo atrás suspenderle por un tiempo, recomendando a sus padres que, antes de enviarlo de nuevo a clase, le hicieran una evaluación psicológica.

Loughner no fue a esa evaluación sino que dejó definitivamente la escuela y, según una biografía, hecha por el periódico The New York Times, desde entonces se alienó y se marginó de la sociedad, aunque en algún momento trató de alistarse en el ejército. Su petición fue rechazada, si bien, debido a las normas de protección de datos, el ejército no ha querido hacer públicos los motivos por lo que no aceptó su solicitud.

Otras informaciones vinculan las últimas andanzas ideológicas de Loughner con un grupo racista blanco, American Renaissance (El renacimiento estadounidense) cuya ideología es principalmente antigubernamental, antiemigrante, antisemita y antisionista. La información sobre esa posible vinculación fue dada por la cadena Fox News, que aseguró que esa relación se encuentra en un informe del Departamento de Seguridad Nacional entregado al FBI.

En cualquier caso, hasta anteayer, Loughner no parecía haber dado muestras de violencia física e, incluso, había pasado sin problema alguno el examen preceptivo del FBI para comprarse un arma. Pero el sábado, Loughner emprendió una guerra por su cuenta y se fue al aparcamiento de un supermercado donde la congresista demócrata Gabrielle Giffords, elegida para un tercer mandato como representante de Arizona, mantenía un encuentro con sus electores.

Hoy Loughner es conocido en todo Estados Unidos y tiene a sus espaldas seis muertos, entre ellos, una niña de 9 años y el juez federal John Roll, y más de una decena de heridos, entre los que figura la parlamentaria, a la que alcanzó en la cabeza con un disparo de su arma.

Aunque los investigadores, coordinados por el director del FBI, Robert Moller, no han querido dar detalles sobre las motivaciones del acto, algunos testigos presenciales aseguraron que Loughner tenía muy claro lo que quería hacer.

'Siento que sabía lo que venía a hacer aquí y lo hizo', dijo uno de esos testigos. En ese sentido, la policía sí ha dejado claro que el principal objetivo del asesino era Giffords.

Moller ha indicado que está estudiando la posibilidad de acusar a Loughner de terrorismo. 'No voy a descartar ni mucho menos las acusaciones que puedan hacérsele bajo las actuales leyes antiterroristas', aseguró.

En relación a la matanza, la policía ha lanzado una orden de busca para un segundo hombre, un varón de raza blanca, de entre 40 y 50 años, pelo oscuro y vestido con chaqueta y pantalón vaqueros. De momento, se desconocen los motivos de la orden de busca contra ese hombre, quien aparece junto al pistolero en una imagen de las cámaras de seguridad. Sólo se sabe que se trata de 'una persona de interés' en relación con el caso.

Respecto a la recuperación de Giffords, a quien la bala atravesó la cabeza a lo largo de la región izquierda, los médicos se mostraban el domingo optimistas e informaron de que la congresista, que aún se debate entre la vida y la muerte, respondía ya a órdenes básicas, como levantar dos dedos de la mano. Sin embargo, señalaron que, debido a la gravedad de la herida, aún desconocen el posible daño causado por la bala.

Cuatro magnicidios

Jared Lee Loughner, el tiroteador de Arizona, es el último protagonista del largo historial de violencia política en EEUU. Desde que un seguidor de la Confederación del Sur matara a Abraham Lincoln en 1865, otros tres presidentes han sido asesinados: James Garfield (1881), William McKinley (1901) y John F. Kennedy (1963).

La muerte de Kennedy

El asesinato de JFK sigue siendo objeto de debates, ya que las circunstancias nunca se han aclarado de forma satisfactoria. Otro caso que provocó una enorme conmoción fue el homicidio del reverendo Martin Luther King en 1968.

Intentos fallidos

Además de los cuatro asesinatos, hay constancia de al menos otros 20 intentos fallidos contra varios presidentes o candidatos presidenciales a lo largo de la historia. Algunos verdugos actuaron por motivos meramente políticos , pero otros sufrían alguna forma de trastorno mental.

Nixon, Clinton y Bush

Algunas intentonas de magnicidio fueron bastante espectaculares. En 1974 un hombre secuestró un avión comercial que pretendía dirigir contra la Casa Blanca, entonces ocupada por Richard Nixon, pero fue parado todavía en la pista del aeropuerto. En 1994 una avioneta cayó en el jardín de la Casa Blanca en un supuesto intento de matar a Bill Clinton. El ex presidente demócrata escapó de otro asalto el mismo año, cuando un hombre disparó con un rifle semiautomático contra su residencia desde la verja. Algo parecido le pasó a su sucesor George W. Bush en 2001.

Obama, en la diana

Barack Obama goza de medidas de seguridad especiales desde que se postulaba para la Presidencia en 2007. Durante la precampaña electoral en 2008, la policía detectó dos supuestos planes para asesinarle por motivos racistas en Denver y Tennessee.  

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