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El Gobierno de Túnez fracasa a causa de la vieja guardia

Cuatro ministros opositores abandonan el Ejecutivo porque hombres de Ben Alí copan los puestos clave

TRINIDAD DEIROS

El sindicato único de Túnez, la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT), no ha tragado con un Gobierno en el que el partido de Ben Alí seguía copando los puestos claves del poder y ayer rompió la baraja. Mientras, en la calle, seguía la protesta de unos tunecinos que quieren enterrar definitivamente el régimen que han padecido durante 23 años y cuyas caras más conocidas siguen viendo en las sedes de sus instituciones.

Por la mañana, cuando no habían pasado ni 24 horas desde que el primer ministro, Mohamed Ghanuchi, diera a conocer la composición del nuevo Gobierno, los dos ministros y el secretario de Estado propuestos por la central sindical presentaron su dimisión, anunció a Público Abdeljalil Bedui, el ya ex titular de la cartera de ministro consejero ante el primer ministro.

El sindicato UGTT rehúsa participar en un Gabinete con gente del dictador

El líder de uno de los tres pequeños partidos de oposición que los herederos del dictador han aceptado como socios del nuevo Gobierno, Mustafá Ben Jaafar, presidente del Foro Democrático por el Trabajo y las Libertades (FTDL) y nuevo ministro de Sanidad, siguió poco después su ejemplo.

Un Gobierno en el que, pese a gestos como la anunciada amnistía, los seis ministerios que forman el núcleo del Estado (Interior, Exteriores, Justicia, Defensa, Asuntos Religiosos y Finanzas) siguen en manos de la Reagrupación Constitucional Democrática (RCD) era improbable que consiguiera el apoyo del sindicato que ha recuperado gran parte de su prestigio con su apoyo decidido a las protestas populares.

Defendiendo a los manifestantes que gritaban 'pan y agua, sí; Ben Alí, no' desde el 17 de diciembre; abriéndoles sus locales y criticando al dictador y a la mafia que lo rodeaba, la central que fue el principal contrapoder al predominio del partido único de Túnez tras la independencia en 1956 se ha reconciliado con su orgullo y su crédito popular.

El primer ministro y el presidente se van del partido RCD del régimen caído

Fuentes de la UGTT explicaron a este diario que su dirección se reunió ayer con el primer ministro, Ghanuchi, para exigirle que se disolviera el Ejecutivo que anunció el lunes y se redistribuyeran de forma más equitativa los ministerios.

Si los herederos del régimen anterior no convencen al sindicato para que vuelva al Gobierno, su Gabinete, que ya despierta el rechazo del pueblo, no tendrá ninguna credibilidad ante los tunecinos.

De ahí que, horas después, el presidente interino del país, Fued Mebaza, y el primer ministro, Mohamed Ghanuchi, anunciaran su salida del partido de Ben Alí, la RCD. Un gesto conciliador que difícilmente convencerá al sindicato, ni a los inteligentes ciudadanos de este país, que tienen bien presente la trayectoria de sus líderes y recuerdan que la RCD ha cambiado de nombre dos veces desde 1956, siempre con la intención engañosa de aparentar cambio.

En realidad, la RCD ya no es el partido de Ben Alí. La dirección de esta formación política expulsó ayer a su ex líder y seis de sus colaboradores más cercanos, incluyendo al cuñado y al yerno del dictador. El fracaso tiene pocos amigos.

Un miembro de la UGTT, un ex preso político que prefirió permanecer en el anonimato, explicó a este diario que los nombres de la RCD que más reticencias despiertan en el sindicato son aquellos 'manchados por la corrupción, la represión o ligados a la mafia del anterior régimen'.

En la lista sobresale Kamel Merjane, el ministro de Asuntos Exteriores que hasta ahora era recibido con alfombra roja por todos los países incluida España que ahora se hacen cruces pidiendo la democracia en Túnez. Merjane está casado con una prima de Ben Alí.

Mnasse Rouissi, titular de Asuntos Sociales, no es pariente político de Ben Alí, pero parece haber adoptado las costumbres de su clan, pues ha estado implicado 'en asuntos de corrupción', precisó el miembro de la UGTT.

El ministro de Interior, Ahmed Friaa, lleva menos de una semana en el cargo, pero ya ha tenido tiempo de ofender a los tunecinos. El lunes por la noche, cuando anunció que 78 personas habían fallecido en las revueltas, aludió a ellos como 'los muertos'. En la calle, la gente los llama 'nuestros mártires'. La UGTT quiere que pida disculpas también por haber acusado a los manifestantes de los actos vandálicos.

De los tres partidos de oposición que incluía el Ejecutivo, sólo el Foro Democrático por el Trabajo y las Libertades siguió el ejemplo de la UGTT.

El Partido Democrático Progresista (PDP) no habló de retirarse, aunque, como confirmó a este diario Naima Hosni, de su Comité Central, su líder, Nejjib Chebbi, se reunió ayer con el primer ministro para 'negociar una nueva composición del Gobierno'.

El tercer partido, el Movimiento Ettajdid, es el más conciliador y ha optado por el 'pragmatismo', precisó Rauf Mahajub, de su Consejo Central. La formación política ha puesto tres condiciones al primer ministro: que todos los miembros del Gobierno abandonen la RCD, que se congelen los bienes del partido y que se eliminen las células que este tenía en la Administración y las empresas. Un grupo de hombres se concentró en la avenida de la Libertad, con carteles que rezaban: 'RCD, vete al infierno'. En ciudades como Bizerta también hubo manifestaciones.

Sami Bensalah, un ex preso político que tras pasar cinco años en la cárcel 'por sus ideas' sólo encontró un carné de parado al recuperar la libertad, explicaba que los partidos que han aceptado entrar en el Gobierno 'han traicionado al pueblo'. El líder opositor Moncef Marzuki llegó ayer del exilio y llamó a sentar a Ben Alí en el banquillo

La manifestación, una de las varias que ayer vivió la capital, fue creciendo a medida que se dirigía al centro. Allí, antidisturbios que el Gobierno sigue sacando a la calle sin correa ni bozal, cubrieron de gas lacrimógeno a quienes protestaban, incluidos dos pobres ciegos que apenas podían caminar en las castigadas aceras de esta ciudad. A fuerza de ser gaseados, los tunecinos son ya expertos en cómo aliviar el picor de ojos y garganta: 'No, agua no: échate coca-cola en los ojos, que es mejor', recomendaba un transeúnte.

Quemado a lo bonzo

El 17 de diciembre, la policía confisca las frutas y verduras que el universitario Mohamed Bouazizi, de 26 años, trataba de vender sin licencia en la calle. Desesperado, Bouazizi se quema a lo bonzo y su gesto, que ilustra la desesperación del pueblo tunecino por la falta de oportunidades y de libertades, desata una ola de protestas.

Manifestaciones

Las manifestaciones se extienden a pesar de las medidas anunciadas por el Gobierno, como un plan de empleo. Entre el 8 y el 10 de enero, la represión en diferentes ciudades causa 50 muertos. La policía emplea fuego real para dispersar a los manifestantes. Tampoco la destitución del ministro de Interior, el 12 de enero, calma los ánimos. Se impone el toque de queda.

Promesa de reformas

El presidente Ben Alí reacciona y anuncia el 13 de enero que no se presentará a la reelección en 2014 y que introducirá cambios profundos hacia la democracia. Nadie le cree.

Huida presidencial

Con la cifra de muertos superando ya el centenar, Ben Alí y su familia embarcan el 14 de enero en un avión rumbo a Arabia Saudí, que los acoge.

Gobierno de 'unidad'

El primer ministro, Mohamed Ghanuchi, nombra el 17 de enero un Gobierno que llama 'de unidad', con líderes opositores, pero en el que el partido de Ben Alí y notorios represores siguen copando carteras. Ghanuchi anuncia una amnistía general.  

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