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Túnez promete una ruptura total con el pasado de Ben Alí

Se abre una investigación contra el dictador y detienen a 33 de sus familiares

TRINIDAD DEIROS

El presidente interino de Túnez, Fued Mebaza, tomó anoche la palabra para tratar de sacar al Gobierno de unidad nacional de Túnez del callejón sin salida al que le condujo el lunes la dimisión de tres ministros del sindicato Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT) y de uno de los líderes de la oposición legal del país, que denunciaron que la vieja guardia del dictador sigue teniendo las llaves del poder.

Mebaza se dirigió por televisión a los tunecinos para comprometerse a que 'el Gobierno de transición romperá totalmente con el pasado' y garantizar que el nuevo Ejecutivo separará el Estado del partido Reagrupación Constitucional Democrática (RCD), la formación de Ben Alí.

El nuevo Gobierno buscará el dinero que el tirano se llevó al extranjero

Desde el viernes, no pasa un día sin que los habitantes de la capital y de otras ciudades del país clamen en las calles por la disolución del RCD. Ayer fue la primera vez que los manifestantes pudieron gritar consignas contra el partido hegemónico y el Gobierno de unidad nacional en la avenida Habib Burguiba de Túnez sin que los antidisturbios llenaran las calles de gas lacrimógeno.

Los hombres de Ben Alí que han heredado su poder parecen haber comprendido por fin que no va en su favor reprimir con violencia a una población que tiene tanta necesidad de expresarse tras 23 años de silencio impuesto por la dictadura. Por ello los antidisturbios se limitaron a montar un cordón policial.

El Gobierno de unidad está roto, pero parece que se puede recomponer. La UGTT asegura que no cierra la puerta a volver al Ejecutivo si se satisfacen sus exigencias de un reparto más equilibrado del poder y de la salida de la lista de ministros de ciertos nombres del RCD ligados a la corrupción y a la represión. Mongi Amami, responsable de la central sindical, explicó ayer a Público que 'el mensaje del sindicato ha sido bien recibido por el primer ministro'. El diálogo sigue pues abierto.

Suiza congela todas las propiedades y fondos de la familia del ex presidente

Con las negociaciones para recomponer el Gabinete en punto muerto, el Consejo de Ministros previsto ayer tuvo que ser aplazado a hoy. El Gobierno sigue trabajando en dos de sus prioridades: ultimar la ley de amnistía y preparar el divorcio entre las estructuras del Estado y las del RCD.

La ruptura 'total' con la dictadura que las autoridades tunecinas necesitan mostrar frente a su población, se escenificó anoche con otro anuncio. La agencia oficial TAP informó de la apertura de una investigación a Ben Alí y a toda su familia por 'adquisición ilegal de bienes y depósitos financieros ilícitos en el extranjero'. Poco después la televisión hizo saber que 33 familiares del autócrata han sido detenidos acusados de 'crímenes contra Túnez', mientras mostraba imágenes de oro y joyas que se les han incautado.

Todo ello el mismo día en que Suiza decidió congelar todos los fondos y propiedades que el dictador y 40 de sus familiares tienen en el país helvético, para evitar que el dinero pudiera ser retirado.

Túnez camina ya hacia una cierta normalidad. Las tiendas han reabierto, ya no hay colas en las gasolineras y ayer el Gobierno ordenó que el metro y el autobús fueran gratis. Por primera vez en una semana, la noche anterior no se oyeron disparos en la capital. La promesa de paz ha permitido el retraso del toque de queda hasta las ocho de la noche.

Entre bambalinas, un actor fundamental en esta crisis sigue permaneciendo en un discreto segundo plano: el ejército. Unas flores adornaban ayer el cañón de uno de los dos carros de combate que las fuerzas armadas tienen en la avenida Habib Burguiba de la capital, una imagen evocadora de la Revolución de los Claveles de Portugal.

El pueblo aprecia a este ejército pequeño, de sólo 35.000 hombres, marginado por Ben Alí en favor de una policía que lo cuadruplica en número de efectivos.

Muchos tunecinos no dudan de que los militares han desempeñado un papel clave en el derrocamiento del dictador. Esta convicción reposa en el hecho de que el jefe de Estado Mayor de Tierra, el general Rachid Anmar, se negara a que sus hombres dispararan contra la población durante las protestas, razón por la que fue destituido por Ben Alí. Anmar, que ha sido ya repuesto en su cargo, le espetó entonces al dictador: 'Estás acabado'.

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