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Un economista arrogante que abraza el neoliberalismo

Cavaco debilitó agricultura, pesca y servicios públicos para contentar a la UE

MARIO DUJISIN

Aníbal António Cavaco Silva, el hijo de un comerciante de frutos secos de Algarve que irrumpió en política casi como un desconocido hace tres décadas, se convirtió ayer por segunda vez en presidente de Portugal.

Sus compatriotas han decidido ofrendar un segundo mandato al catedrático de Economía, doctorado en la Universidad de York.

Antes de la Revolución de los Claveles de 1974, para avanzar en la vida profesional se debía contar con el visto bueno de la Policía Internacional y de Defensa del Estado (PIDE), el brazo represivo de la dictadura de António de Oliveira Salazar, lo que implicaba responder a un cuestionario sobre 'su postura y actividades políticas'. En 1967, el joven economista de 28 años escribió: 'Estoy integrado en el régimen actual', y aseveró a renglón seguido: 'No llevo a cabo ninguna actividad política'.

Se politizó justo después de la revolución, entrando ese mismo año en el conservador Partido Social Demócrata (PSD). Su ascenso fue rápido: en 1980, ocupó la cartera de Finanzas del Gobierno de Francisco de Sá Carneiro y cuatro años después, fue inesperadamente elegido presidente del PSD.

Con Cavaco como primer ministro entre 1985 y 1995, Portugal comenzó su viraje hacia el neoliberalismo, aceptando las imposiciones de la UE: relegó a segundo plano la pesca y la agricultura e inició el debilitamiento de los servicios públicos. En ese período, Cavaco pronunció una frase que aún hoy es citada por sus adversarios como muestra de arrogancia: 'Yo nunca tengo dudas y raramente me equivoco'.

Esa prepotencia no ha desaparecido: durante la campaña, Cavaco no ha dejado de recordar que es el más preparado para defender a Portugal de los ataques de los mercados financieros.

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