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El regreso masivo desborda al Gobierno

Durante el último mes y medio, más de 100.000 personas han cruzado la frontera desde el norte hacia el sur

JERÓNIMO GIORGI

Llegan hacia las doce del mediodía, cuando el sol calcina la tierra. Autobuses desvencijados atiborrados de gente agotada por los tres días de viaje desde Jartum, capital de Sudan, llegan cada dos o tres días al centro del enorme descampado del estadio de Malakal, en el sur de Sudán.

Durante el último mes y medio, más de 100.000 personas han cruzado la frontera desde el norte hacia el sur para regresar, en barcos o en autobuses, a lo que en unos meses será un nuevo país.

El motivo de esa repatriación masiva no es solamente el sueño de la independencia, sino el miedo a que la secesión provoque una oleada de violencia. Si las relaciones entre el norte y el sur se tensan por la secesión, la portavoz de Médicos Sin Fronteras, Lydia Geirsdottir, estima que 'en pocos meses podría llegar más de un millón de personas', lo que desbordaría la capacidad del Gobierno y de la ONG.

En esta enorme explanada de pedregullo se amontonan cientos de familias que han decidido regresar a su tierra con sus pocas pertenencias.

El estadio ha visto pasar a más de 45.000 personas en poco más de un mes y actualmente unos cuantos centenares residen bajo el sol a la espera de ser llevadas a sus aldeas de origen.

'Me fui al norte hace 20 años por la guerra' dice el anciano Michael Reik, sentado sobre una cama destartalada rodeado por una montaña de bolsas, maletas y fierros. 'Y ahora hace un mes que estamos en el estadio'.

En las cuatro esquinas de la instalación, una ONG ha instalado unas letrinas que no son suficientes. 'El agua potable se reparte una sola vez al día', se queja el humanitario Michelle.Cuando, a las ocho de la maña-na, mujeres y hombres formaban las largas colas para recibir la ración diaria de sorgo, lentejas y aceite, Michelle y su colega eran los únicos organizadores presentes. 'Tenemos que distribuir jabones y no hay nadie aquí, el Gobierno no está haciendo nada' decía.

La penosa imagen de estadio de Malakal se repite en el puerto de Juba y en los grandes pueblos, donde miles de personas siguen esperando ser transportadas.

'Queremos evitar la instalación permanente de los repatriados, esa es la razón de que los servicios sean limitados', afirma el responsable de Sanidad del estado de Upper Nile, Stephen Lor.

En la explanada de tierra donde los niños corretean entre los campamentos improvisados y los hombres deambulan sin rumbo, la comida no alcanza para todos. 'Pero lo peor se lamenta el anciano Reik es el frío durante la noche. Estos niños no están acostumbrados'.

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