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El Ejército egipcio no renuncia a sus ambiciones políticas

Suleimán y Tantawi, que compartían los favores de Mubarak, deben aliarse para la transición

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Los medios de comunicación árabes han examinado estos días con gran atención la situación del Ejército egipcio tras el nombramiento de Omar Suleimán como vicepresidente de Egipto. El general Mohamed Husein Tantawi, ministro de Defensa, parece no haberse tomado con plena satisfacción ese nombramiento, que el ya expresidente Hosni Mubarak realizó por su cuenta cuando pensaba que aún podía salvar su propia cabeza.

Suleimán y Tantawi fueron uña y carne durante muchos años y compartieron los favores de Mubarak. Tantawi combatió en las guerras de 1967 y de 1973 contra Israel, y desempeñó una larga lista de jefaturas destacadas, incluida la de la Guardia de la República, una unidad de élite que tenía, entre otras funciones, la misión de garantizar la seguridad de Mubarak.

El general Tantawi mantiene muy buenas relaciones con Washington

Tantawi, de 74 años, fue designado ministro de Defensa en 1991, el mismo año en que Suleimán se hizo cargo de los servicios secretos, y durante las dos últimas décadas ha tratado de modernizar el Ejército y hacerlo más competitivo, aunque los militares egipcios se hayan quedado sin enemigos desde que Egipto firmó la paz con Israel, en 1979.

La generosa ayuda norteamericana unos 1.500 millones de dólares al año ha contribuido a la modernización del armamento y Tantawi ha desarrollado excelentes relaciones con el amigo, socio y patrón trasatlántico, al igual que Suleimán. De momento, esta amistad no corre ningún peligro, al menos mientras en el Ejército se mantengan los mismos jefes y responsables.

El jefe del Estado Mayor, Sami Anán, respalda al actual ministro de Defensa

La modernización militar ha sido importante, aunque no puede compararse con la del Tsahal en Israel. Los israelíes disponen de una clara ventaja militar sobre todos los demás ejércitos de Oriente Próximo juntos, y esto es algo que han conseguido a través del poderoso lobby judío de Estados Unidos y la aquiescencia de los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca.

Puede decirse que el Ejército de Tantawi es un ente puro, que ya hace muchos años que depuró a los islamistas. No hay que olvidar que en la histórica revolución de los Oficiales Libres de 1952, el Ejército egipcio contaba con un núcleo numeroso y muy influyente de islamistas, incluido un nutrido grupo de Hermanos Musulmanes reconocidos públicamente, pero ésa no es ni mucho menos la situación en estos momentos.

Hubo algunos medios árabes que dijeron que el nombramiento de Suleimán como vicepresidente significaba al mismo tiempo el alejamiento de Tantawi de la esfera de poder, pero la reciente reunión del Consejo Supremo del Ejército bajo la presidencia del ministro de Defensa se interpreta como una señal de que él no está dispuesto a renunciar tan pronto. Incluso podría darse el caso de que aspirase a la presidencia del país a través de las urnas.

Ahora queda por ver si Suleimán y Tantawi son capaces de olvidar rencillas recientes y trabajar juntos para facilitar la transición a la democracia, un proceso complicado y cuyo mayor peligro no parece estar a corto plazo, sino a medio y largo plazos. El jefe del Estado Mayor del Ejército, Sami Anán, que ocupa este cargo desde 2005, ha indicado que apoya a Tantawi, lo que quiere decir que de momento los militares están moviéndose como una piña. Esta actitud puede ser decisiva para confirmar una transición rápida y ordenada hacia la democracia.

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