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La noche que María La Coneja cautivó a Gadafi

'Le gusté, porque todo el tiempo estuvo haciéndome cucamonas', confesó la bailaora granadina tras el espectáculo ofrecido al líder libio durante su visita a España en 2007

PUBLICO. ES

'Como hacían los artistas en el franquismo, nos llaman para el Palacio del Pardo'. Y quien los había llamado no era otro que Muamar el Gadafi, quien en la visita que realizó a España en diciembre de 2007 prefirió una sobredosis de flamenco a una cacería. Primero, en Málaga, el dictador libio se atrevió a tocar las palmas al son del grupo de la familia Sánchez Cortés. Luego, en Madrid, asistió a la puesta en escena nocturna de una selección de Tiempo Muerto, el espectáculo que por entonces estaba representando Rafael Amargo, autor de la frase inicial.

La Salinera y La Farru de la performance malagueña dieron paso a María la Coneja, hija del Sacromonte granadino, bailaora y cantaora que, por un día, se sintió como en Las Mil y una noches. Acostumbrada a actuar para mandatarios de países extranjeros, aquella vez fue distinto.

Ella le dijo a él que parecía un 'patriarca gitano', como recogen las crónicas de la época, y él no dudó en pedir un asiento más cómodo para poder seguir disfrutando del espectáculo... y del baile de María la Coneja, dejó escrito Carlos Segovia. 'Este hombre es un personaje, moreno azabachado, el pelo negro, negro...', confesó a las cámaras la artista flamenca tras bailar para el líder libio. 'Por dios, qué cara de gitano tienes', le dijo sin rubor a Gadafi, con el que no dudó en tontear (ver vídeo). El cruce de piropos sería, como rememoró más tarde, tal que así: 'Me decía que yo era una gitana salvaje. Digo: pues somos los dos lo mismo. La mirada tuya es penetrante. Tú donde pones el ojo pones la bala'.

El arte de la bailaora contagió al dirigente libio, que tocó —según ella— tímidamente las palmas después de que le animaran a sumarse a la actuación, una invitación que declinó. 'Este hombre, que fue muy simpático y cordial, estaba alucinado y disfrutó bastante: ni parpadeó. Creo que lo que hice le llegó al alma', comentó María en una entrevista a Efe. 'Al final, nos dio la mano y un beso y nos hicimos una foto'.

En su actuación ante Gadafi, La Coneja no se olvidó de su Granada natal y deleitó al líder con el cante de unas bulerías que recordaban a su tierra: ¡Ay de mi Granada, Granada mía!/ Ya no volveré a verte más en mi vía/ Y me da pena estar lejos de tu vera/ ¡Ay del sitio donde reposan los restos de mi morena!. Tanto la cantaora como el resto de la compañía de Rafael Amargo fueron invitados, tras el visto bueno de Gadafi, a tocar en su país.

'Yo pienso que sí que le gusté, porque todo el tiempo estuvo nada más que mirándome, haciéndome cucamonas...', relataría la cantaora en La Ventana de la Ser dos días después.

'Él me guiñaba con un ojo y yo con otro. Pero fíjate tú lo que son las cosas: dentro de que estaba alucinado viendo el espectáculo y de verme a mí, con mi solo de castañuelas, también estaba alucinado de ver a Rafael Amargo', concluyó la granadina, quien, al igual que el bailaor, prefirió no hacer declaraciones a este diario sobre aquella noche debido a la crítica situación que atraviesa Libia.

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