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La revuelta rompe el mapa de lealtad tribal al dictador

Gadafi cooptaba a las grandes tribus libias para legitimarse ante el pueblo

T. DEIROS

En el discurso oficial de la Libia de Muamar Gadafi, las tribus se consideraban un anacronismo que no tenía cabida en el proyecto de modernizar el país que el dictador se fijó como una de sus prioridades.

Pero pese a su afán, en parte logrado, de diluir la influencia política y la fuerte identidad tribal del 85% de la población en un sentimiento nacional casi inexistente, las tribus han sido una de las claves en las que se ha apoyado su dominio.

Unas lealtades que ahora están comprometidas, o bien ya se han roto, debido a la brutal represión desencadenada por la dictadura libia

Desde los inicios de su régimen, en 1969, Gadafi fomentó la división entre tribus y favoreció a la suya propia, los Gaddafa. El dictador reclutaba en su clan a los integrantes de las unidades militares de élite bajo su control, así como a los miembros de sus cuerpos de seguridad personal.

En el este, donde surgió la revuelta, el descontento de las tribus es antiguo

Pero la tribu del autócrata es pequeña y además carecía de la legitimidad de haberse destacado en la lucha contra el colonizador italiano. Por ello, Gadafi buscó la adhesión de otras tribus más importantes, como la Warfalla, que cuenta con un millón de miembros, en un país de sólo seis millones de habitantes.

Sin embargo, la sangre libia con la que Gadafi se ha manchado las manos estos días le ha cubierto de oprobio. A las deserciones en el Ejército se han empezado a sumar ahora la retirada del apoyo de ciertas tribus. El domingo, Akram Al Warfalli, líder de la tribu Warfalla, conminó a Gadafi a 'abandonar el país'.

Otras tribus, como la occidental Zuwayya han pasado directamente a la amenaza. Su líder advirtió el lunes a Gadafi de que cortaría las exportaciones de petróleo (su región tiene las mayores reservas de crudo) si no se detenía 'la opresión de los manifestantes'.

El descontento de las tribus de la región este, donde surgió la revuelta, es antiguo. Sus clanes tienen el sentimiento de haber sido marginados. Clare Spencer, experta del think tank Chatham House citada por Reuters, subraya su queja de que 'la distribución de recursos era injusta'. Alia Brahimi, de la London School of Economics, asegura a la misma agencia: 'En Libia, será el sistema tribal el que decida el equilibrio de poder en vez el Ejército'.

A la luz de la mermada influencia política de las tribus, esta afirmación queda por demostrar. Lo que parece evidente es que, con la pérdida del apoyo de algunas tribus, Gadafi ha visto aún más minada su escasa legitimidad a ojos del pueblo libio.

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