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La represión de la revuelta en Siria causa al menos 23 muertos

El régimen acusa a un grupo de «matones» extranjeros de la muerte de 19 policías. La revuelta se extiende a las principales ciudades sirias

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Al menos 23 personas murieron en una nueva jornada de protestas que se desarrollaron en varias ciudades de Siria, y principalmente en sur del país, en la localidad de Derá, donde por tercer viernes consecutivo millares de manifestantes salieron a las calles para exigir reformas políticas radicales, y donde se registraron todas las muertes.

Según algunos testigos, las protestas comenzaron justo después de la plegaria del mediodía en las mezquitas. Al acabar la oración, millares de feligreses salieron a las calles gritando consignas contra el régimen y también proclamas religiosas. Según los testigos, las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra los manifestantes causando las muertes.

El Gobierno, sin embargo, dijo en un primer momento que entre los muertos había un policía y un empleado sanitario que conducía una ambulancia. Fuentes oficiales acusaron a 'matones' armados sin identificar de abrir fuego contra los manifestantes, y descartaron que los disparos provinieran de las fuerzas de seguridad.

Entrada la noche, la televisión siria anunció que los 'matones' habían matado a 19 policías en la ciudad de Derá. No es la primera vez que las autoridades de Damasco señalan a estos 'criminales' como responsables de los incidentes.

Algunos medios árabes han indicado que los 'matones' son extranjeros, con nacionalidades libanesa, saudí, argelina, iraquí y de otros países árabes, así como de EEUU. Decenas de estos criminales habrían sido detenidos, según algunas informaciones publicadas en los medios árabes, aunque el gobierno sirio no ha sido más específico al respecto.

La televisión estatal mostró la imagen de un hombre encapuchado que según la emisora disparaba indiscriminadamente contra los manifestantes y contra las fuerzas de seguridad con el fin de instigar más violencia entre los dos grupos. Algunos testigos dijeron haber visto en los tejados a francotiradores vestidos de civil, algo que ya ha ocurrido en otras ocasiones y que el Gobierno sirio no ha aclarado.

El número de víctimas en Derá fue muy elevado. En el hospital principal no había camas suficientes para atender a todos los heridos. Muchos de ellos descansaban en el suelo y otros fueron conducidos a las mezquitas más próximas o a sus propios domicilios.

Derá, una población con más de 300.000 habitantes, ha sido la ciudad más activa en las protestas que se iniciaron a mediados de marzo, y que posteriormente se extendieron a otras ciudades. Ayer, los manifestantes destrozaron una escultura de Basil al Asad, hermano del presidente Bashar al Asad, quien falleció en un accidente de automóvil hace 17 años y que todo el mundo consideraba el heredero natural de Hafez al Asad.

Ayer también hubo manifestaciones en ciudades como Damasco, Duma, Latakia, Banyas, Qamishli, que está en el Kurdistán, Homs y Alepo, entre otras. En la localidad de Duma, que está pegada a la capital, miles de personas se concentraron tras la plegaria del mediodía, pero las fuerzas de seguridad no llegaron a intervenir. Las autoridades interrumpieron las comunicaciones telefónicas entre Duma y el resto del país, aunque al final de la jornada no hubo que registrar ningún muerto.

Tras lo ocurrido en la jornada de ayer, la situación en Siria entra en una fase más delicada. El Gobierno no ha conseguido detener las protestas a pesar de que a mediados de semana se anunciaron las primeras medidas reformistas, unas medidas que se han visto como concesiones a los sectores islamistas suníes.

Entre las concesiones figura el cierre del único casino que hay en Siria, ya que el islam prohíbe el juego. Asad se encuentra en una situación en la que debe optar por aplastar las protestas por la fuerza o negociar con la oposición reformas significativas.

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