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La otra revolución egipcia

Los trabajadores luchan por recuperar el control de las fábricas privatizadas durante el régimen de Mubarak

OLGA RODRÍGUEZ

'Esto no ha hecho más que empezar', rezaba una pancarta en la plaza de Tahrir en El Cairo, convertida de nuevo en escenario de protestas y en símbolo de la revolución. La de este viernes fue la concentración más multitudinaria desde la caída de Mubarak. En ella se dieron cita religiosos y laicos, estudiantes universitarios, Hermanos Musulmanes y miles de trabajadores de varias fábricas del país llegados a El Cairo para participar en la creación de una federación que agrupará a los distintos sindicatos independientes que se están creando.

Por primera vez en su vida, los obreros egipcios ven la posibilidad de organizarse libremente. Y lo están haciendo. De hecho, lo que aquí los activistas llaman la segunda fase de la revolución se está viviendo con especial intensidad en las fábricas.

Por primera vez en su vida, los obreros se pueden organizar libremente

Estaban presentes los obreros de la fábrica textil de Shebeen el Kom, que llevan en huelga más de un mes como protesta por sus bajos salarios 80 dólares mensuales de media, los recientes despidos masivos en algunos casos sin indemnización y el progresivo desmantelamiento que está sufriendo la empresa.

'Pedimos que Egipto vuelva a ser nuestro y que la fábrica vuelva a ser de Egipto. ¡Queremos la nacionalización de las fábricas!', decía un representante de los trabajadores

Como cientos de fábricas egipcias, la textil de Shebeen el Kom fue vendida por el Estado egipcio a un inversor extranjero en 2007, en lo que aquí se conoce como la 'reforma económica egipcia', iniciada en los años noventa siguiendo las recomendaciones del FMI y el Banco Mundial.

'Queremos la nacionalización de las fábricas', dice un sindicalista

Ahora los trabajadores van a llevar su caso a los tribunales para exigir la nacionalización de la fábrica y la readmisión de los despedidos. Su abogado, Mohamed Hilal, está convencido de que hay bases suficientes para concluir que la venta de la empresa fue ilegal: 'En el contrato el comprador se comprometía a invertir en la fábrica, pero la realidad es que la compró para vender los terrenos'.

También participaron en la convocatoria los obreros de la fábrica textil de Mahalla, pioneros en la organización de protestas. Fueron ellos los que marcaron el prólogo de la revolución egipcia al iniciar en 2006 una oleada de huelgas que desembocó en el ya conocido 6 de abril de 2008, cuando miles de personas salieron a la calle contra Mubarak.

'Todas las semanas hay huelgas. Esa es nuestra fuerza, sigamos unidos', arengó un portavoz de Mahalla.

Las legislativas de septiembre son demasiado pronto para los nuevos partidos

Una de las preocupaciones que flotó en el ambiente entre los grupos de izquierdas fue la referida al plano político frente a las elecciones parlamentarias de septiembre, una fecha demasiado cercana que no deja mucho tiempo a los nuevos partidos para organizarse.

A pesar de que los movimientos de la revolución pidieron un aplazamiento, el consejo militar que gobierna mantiene la fecha. Son muchos los analistas egipcios que ven en esta maniobra un acuerdo entre bambalinas de los militares y los Hermanos Musulmanes, agrupación que sin duda saldrá beneficiada, ya que hasta ahora era la que contaba con la mejor estructura y organización.

'Es verdad que esa fecha juega en nuestra contra y es verdad que se están fundado demasiados partidos de izquierdas pequeños pero lo importante en este periodo es mantener y fortalecer el músculo de la sociedad civil. Si tenemos la calle, podremos vigilar a los gobernantes', indicó Hossam el Hamalawy, reconocido bloguero y activista socialista.

El Hamalawy es uno de los integrantes del recién creado Partido de los Trabajadores, que pretende aglutinar a la clase trabajadora del país. Uno de sus líderes, Kamal Halil, activista curtido por la cárcel y la militancia en la clandestinidad, quiso hacer énfasis en la importancia de las huelgas obreras en esta revolución: 'Comenzaron las huelgas y cuatro días después el dictador cayó'.

Por la tarde, los trabajadores sentaron las bases para la configuración de la primera federación sindical independiente en Egipto. Tras ello, se unieron de nuevo a las decenas de miles de personas que en Tahrir pedían ver a Mubarak sentado en el banquillo. Los gritos y consignas retumbaron en todo el centro El Cairo hasta bien entrada la noche.

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