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Fukushima alcanza el nivel de gravedad que tuvo Chernóbil

Japón eleva al grado máximo la fuga radiactiva de la central. El anuncio demuestra que Tokio ha estado minimizando el alcance del accidente

DAVID BRUNAT

Chernóbil ya no está solo en el podio de los horrores nucleares. Desde ayer, Fuku-shima puede compararse, en cuanto a nivel de peligrosidad, a la catástrofe que devastó parte de Ucrania y, sobre todo, Bielorrusia en 1986. La Agencia de Seguridad Nuclear de Japón (NISA) elevó a nivel 7 (el máximo) la gravedad de la fuga radiactiva de Fukushima, un calificación que hasta la fecha sólo había alcanzado la central soviética.

El anuncio causó un tremendo sobresalto, sobre todo teniendo en cuenta que hasta ayer la calificación oficial de Fukushima en la Escala Internacional Nuclear y de Accidentes Radiológicos (INES en sus siglas en inglés) era de 5 o, lo que es lo mismo, 'accidente con amplias consecuencias'. Ahora, sin embargo, ha saltado directamente a 'accidente grave', que el INES define como una 'gran emisión de material radiactivo con efectos generalizados para la salud y el medio ambiente, que requiere la aplicación y prolongación en el tiempo de las contramedidas previstas'.

Los reactores han emitido ya la décima parte de la radiación que sufrió Ucrania

Japón aclaró que este cambio no se debe a un empeoramiento repentino de la situación en la planta, sino a la acumulación de partículas radiactivas en el entorno después de un mes ininterrumpido de escapes. Para que un accidente alcance el nivel 7 del INES, deben liberarse al medioambiente decenas de miles de terabecquerelios de yodo-131 (un terabecquerelio equivale a un billón de becquerelios). Según la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón, los seis reactores de Fukushima han descargado sobre la atmósfera 370.000 terabecquerelios de yodo-131, mientras que la Comisión de Seguridad Nuclear de Japón, otro panel gubernamental de expertos, aumentó la cifra a 630.000. Cantidades brutales pero todavía lejos de los monstruosos 5,2 millones de terabecquerelios emitidos por Chernóbil.

'Basándonos en los datos recogidos, hemos decidido otorgarle el grado 7. Sin embargo, la cantidad de sustancias radiactivas emitidas es una décima parte de la de Chernóbil', anunció Hidehiko Nishiyama, portavoz de NISA. 'En el caso de Fukushima, tuvimos una explosión causada por una fuga de hidrógeno, que voló el techo de un edificio, pero la vasija de contención y la vasija de presión del núcleo mantienen su forma original a pesar de ciertas fugas. Así pues, esto es muy diferente a Chernóbil', quiso dejar bien claro el portavoz.

Los operarios siguen sin controlar las fugas radiactivas de la planta japonesa

Japón cree que la mayoría del yodo radiactivo procede de la unidad 2, cuya vasija de contención y cámara de supresión están dañadas a causa de la explosión de hidrógeno del 15 de marzo a la que aludió Nishiyama. De hecho, ese día y el 16 han sido, hasta la fecha, los de mayor escape radiactivo.

'La situación se está estabilizando lentamente, paso a paso, y la emisión de sustancias radiactivas sigue una tendencia a la baja', aseguró el primer ministro Naoto Kan.

No obstante, un ejercicio de matemática simple permite sacar dos conclusiones inquietantes. La primera es que el Gobierno japonés ha estado durante un mes entero insistiendo en que la fuga radiactiva de Fukushima era cien veces menor de lo que en realidad es, puesto que la escala INES sólo pasa de un número a otro cuando la gravedad del accidente radiactivo se multiplica por diez. La segunda es que se ha soltado a la atmósfera la misma cantidad de radiación que la bomba atómica de Hiroshima, ya que en Chernóbil los expertos cifraron en diez bombas atómicas el volumen de radiación y Fukushima se ha valorado como una décima parte del accidente soviético.

Y todo sin olvidar que la fuga continúa. Los operarios siguen siendo incapaces de detener los escapes de las unidades 1, 2, 3 y 4, con el agravante de que toda el agua que se utiliza para refrigerarlas termina luego irradiada y convertida en una nueva fuente de contaminación. Junichi Matsumoto, portavoz de la Tokyo Electrict Power (Tepco), la compañía que explotaba la central, advirtió ayer de que si la emisión de materiales radiactivos no se controla, el volumen de contaminación podría incluso superar al de Chernóbil.

Para mayor desgracia, el Gobierno japonés admitió que se han detectado partículas de estroncio-90, un isótopo altamente radiactivo que puede provocar leucemia, en la tierra y plantas alrededor de la central. China y Corea del Sur, cada vez más alarmadas, empiezan a exigir a Japón que controle Fukushima de una vez. Pero, un mes después del tsunami, Tokio sigue sin saber cómo.

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