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Del hotel Sofitel a Rikers Island

El director del FMI permanecerá aislado del resto de presos para evitar ser agredido

ÓSCAR ABOU-KASSEM

En tres días, Dominique Strauss-Kahn ha pasado de descansar en una cama de acolchado adicional de plumas, bajo un edredón hipoalergénico y entre sábanas de 300 hilos a dar cabezadas en una comisaría apoyado entre dos sillas y acabar recluido en una celda de tres metros de ancho por cuatro de largo.

Strauss-Kahn permanecerá, por lo menos hasta que un jurado popular decida el viernes sobre la celebración de su juicio, en la prisión de Rikers Island, en un lugar que no aparece en las guías turísticas de Nueva York como una de las visitas imprescindibles.

Podrá vestir su propia ropa, leer libros y prensa y ver la televisión

'Está atestada y la comida es terrible. Una de las cosas más peligrosas es que los famosos que son detenidos se convierten en un objetivo del resto de reclusos', contó ayer a Reuters el abogado Gerald Lefcourt, conocido por defender a delincuentes con mala reputación.

Para evitar que el todavía director del Fondo Monetario Internacional se convierta en un trofeo para el resto de reclusos, ha sido internado en el ala oeste de la prisión. Una zona diseñada para aislar individualmente a los presos con enfermedades contagiosas.

'No se trata de aislarle del contacto humano; se trata de evitar que sea atacado por su condición de personaje conocido', dijo ayer un portavoz del Departamento de Prisiones de Nueva York. Cada vez que salga de su celda lo hará en compañía de un guardia.

'Está atestada y la comida es terrible', dice el abogado Lefcourt

Pese a su aislamiento, no parece que Strauss-Kahn vaya a encontrar mucho descanso en un penal en el que hay un constante trajín con la entrada y salida de presos. 'Es una prisión en la que todo el rato se están abriendo y cerrando puertas con unos barrotes que hacen mucho ruido', explicó el abogado Lefcourt.

El veterano político francés podrá recibir tres visitas a la semana, además de las que necesite su abogado para preparar su defensa. Se levantará a las 6 de la mañana y las luces de su habitación se apagarán a las 11 de la noche. Strauss-Kahn podrá vestir en el penal su propia ropa, se le permitirá llevar libros a su cubículo y leer la prensa diaria.

Probablemente su celda sea una de las agraciadas con una televisión. Se trata de medidas destinadas a evitar la tensión de unos 11.000 reclusos que en su mayoría están a la espera de juicio.

El trajín de presos entrando y saliendo hace imposible el descanso

Strauss-Kahn también probará en la intimidad de su cuarto las temidas comidas de Rikers Island. La variedad de los platos se reduce a un plato de carne, normalmente una hamburguesa de pavo, algo verdura y rebanadas de pan.

Acostumbrado a otros menús, el director del FMI se está viendo obligado a cambiar de dieta. La primera noche que pasó detenido en Nueva York rechazó cenar algo. Pero el domingo por la mañana, tras dormir entre dos sillas al declinar el colchón que se le había ofrecido, sí aceptó unos huevos revueltos y unas patatas fritas con pan.

Por la noche cenó un sandwich de jamón y queso con mostaza de un puesto de comida rápida del Harlem. La Policía de Nueva York informó de que en las comidas de Strauss-Kahn se gastó unos diez dólares en total.

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