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Vuelven las teorías de conspiración sobre DSK

Los seguidores de Strauss-Kahn quieren rehabilitarle para las primarias

ANDRÉS PÉREZ

La teoría del complot regresaba este sábado con fuerza a la escena política francesa, dominada por la posibilidad de una rehabilitación política del líder social liberal Dominique Strauss-Kahn y una eventual candidatura en las primarias del Partido Socialista. De nuevo, como en las primeras horas tras la agresión sexual que presuntamente perpetró en Nueva York contra la camarera Nafissatou Diallo, circularon las versiones más paranoicas sobre la trampa que se habría tendido a DSK.

El diputado socialista François Loncle llevó la delantera. En línea con la versión de la strausskahniana Michèle Sabban, que el mismo 15 de mayo, cuando ocurrieron los hechos en el hotel Sofitel, ya sabía que se trataba de un 'complot internacional', Loncle publicó hoy un comunicado para exigir que 'se arroje luz sobre las eventuales complicidades francesas' en una posible trampa.

Para comprender a qué se refiere, hay que remontarse a las versiones que han circulado en foros de internet poco dignos de crédito. Implican a la dirección del Grupo Accor,al que pertenece el Sofitel, en la supuesta conjura contra DSK. Hay mil versiones: Desde una llamada encargando una call girl, hasta un doble de DSK con una máscara de látex agrediendo efectivamente a una mujer de la limpieza. En todas ellas, la dirección de la empresa habría permitido que se implicara a Strauss-Kahn en un crimen sexual.

Todas ellas aguantan poco por una razón de fondo: ningún grupo hotelero de altos vuelos puede permitirse que se ponga en duda la seguridad y la confidencialidad que brinda a los VIP, porque, si se dudara, todos anularían de inmediato sus reservas y el grupo se hundiría. Aun así, el diputado Loncle tuvo a bien afirmar que 'no todo está claro en el comportamiento de los dirigentes del Sofitel y del Grupo Accor'.

'Puede haber habido conexiones entre el grupo y quizá ciertos servicios especiales franceses', añadió. 'Conozco lazos entre la dirección de seguridad del Grupo Accor y ciertos servicios especiales franceses, no forzosamente a un alto nivel de responsabilidad', dijo. La señal así enviada, por boca de Loncle, es radical. Con una leve investigación que encontrara culpables de colusión con el jefe de seguridad del Grupo Accor a un par de subalternos de los 'servicios especiales', sería posible rehabilitar a DSK.

La primera que demostró tomarse en serio esa perspectiva de una eventual rehabilitación del político fue la candidata presidencial de la ultraderecha, Marine Le Pen, aunque lo hiciera, ante todo, para relanzar su propia y alicaída carrera. 'Siempre he dicho que la candidatura de Dominique Strauss-Kahn está desacreditada'. Y apostilló con un sonoro: 'Digo y reitero que Strauss-Kahn es un hombre que tiene relaciones problemáticas con las mujeres y le descalifica para ser candidato a la magistratura suprema de nuestro país'.

Le Pen sueña con tener un duelo en las presidenciales del año que viene en la que podría fustigar, desde su posición de mujer y de supuesta defensora del francés blanco de a pie, a un DSK del que se conoce tanto su excesiva insistencia con las mujeres como su amor por el lujo y el dinero.

Pero el encargado de replicar a Le Pen no fue un político, sino un abogado de la estrella del PS. El letrado Jean Veil afirmó que el líder político 'sólo hablará una vez en Francia y cuando esté lavado de toda sospecha'. De esa señal, y de la nueva proliferación de reportajes en medios amigos sobre la supuesta 'popularidad' de DSK, se deduce un escenario claro: Strauss-Kahn tiene previsto volver a la escena política francesa, pero muy probablemente no como candidato presidencial en las primarias socialistas.

En los think-tanks socialistas se evocaba este sábado una doble hipótesis: DSK, de todas formas, nunca tuvo excesivas ganas de someterse a la durísima prueba que es la carrera presidencial francesa y, por el contrario, sí se ve como primer ministro de un Ejecutivo, probablemente bajo la presidencia de una jefa de Estado socialista llamada Martine Aubry.

Por otro lado, Strauss-Kahn no parece muy preocupado por dar una imagen de precandidato socialista. El viernes celebró su puesta en libertad sin fianza con una cena en un lujoso restaurante de Nueva York a 600 euros y con una botella de vino de unos cien euros.

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