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Trípoli se hunde entre el miedo, el hambre y los actos de venganza

El jefe del Consejo rebelde pide ayuda humanitaria urgente a la comunidad internacional

MAYTE CARRASCO

Son tiempos de represalias y reyertas en Trípoli, una ciudad atrapada en una transición sangrienta que se alarga en el tiempo y que se sigue cobrando víctimas y donde, además, comienzan a aflorar cada vez más casos de ejecuciones de uno y otro bando.

Ayer aparecieron 50 cuerpos de gadafistas carbonizados en una prisión militar del barrio de Salaheddin, en Trípoli, base militar de la temida Brigada 32, comandada por Khamis Gadafi, uno de los hijos del dictador, mientras un equipo de la AFP vio como los rebeldes propinaban violentas palizas a prisioneros leales al régimen.

Amnistía Internacional ha denunciado malos tratos y torturas en ambos bandos y la sed de venganza de unos y otros hace temer que salgan a la luz más casos.

Mientras a nivel político internacional se hacen llamamientos a la calma, las cosas sobre el terreno van por otros derroteros. Tras 42 años de tiranía y medio de contienda, hay mucho por resolver y no sólo a nivel militar y personal, sino también logístico. Preocupa la grave situación de desabastecimiento que sufre la población de Trípoli, dos millones de habitantes que han demostrado una paciencia notable durante esta semana de enfrentamientos.

Aparecen calcinados los cadáveres de medio centenar de gadafistas

Los que no han huido carecen de medicinas, comida, combustible y agua. Al parecer, ha habido un corte de suministro en un acueducto gigante en Gebel Hassouna, 700 kilómetros al sur de la capital. Mustafá Abdeljalil, jefe del Consejo rebelde, pidió ayer ayuda humanitaria urgente para la ciudad.

La situación en los hospitales es lamentable, con cientos de cadáveres acumulándose en las morgues y sin medios para seguir operando a los cientos de heridos que entran a diario.

Los rebeldes aseguran tener el control del 95% de la ciudad, pero aún quedan bolsas de resistencia en Abu Salim y en Salaheddin, además de francotiradores. Se cree que uno de ellos podría ser el autor del disparó que hirió en el tobillo a un empleado español de la empresa Overon, que ofrece servicios de envíos vía satélite desde zonas de conflicto y que se encontraba realizando su trabajo en la terraza del hotel Radisson Blue de Trípoli.

Un francotirador hiere a un empleado español de la empresa Overon

En el oeste del país, los combatientes lograron ayer una victoria importante al hacerse con el puesto fronterizo de Ras Ajdir, que une Túnez con Libia, de modo que ahora controlan la frontera de este a oeste.

Ayer, la agencia egipcia Mena difundió una información en la que aseguraba que Gadafi y toda su familia habían cruzado la frontera a Argelia. Citando fuentes rebeldes, lanzó una nota que explicaba que un convoy de seis Mercedes atravesó la frontera con Argelia por la ciudad de Gadamés y que 'podrían transportar altos responsables libios, probablemente Gadafi', decía la noticia, que fue rotundamente desmentida por el Gobierno argelino.

Argelia no ha reconocido el CNT y nunca se ha unido a las voces que pedían el fin del régimen de Gadafi. En estos tiempos de transición, algunas situaciones resultan rocambolescas. Los afines al régimen, o que aparentaban serlo, ahora comienzan a colaborar poco a poco con el nuevo Gobierno, como pudo comprobar Público. Un exfuncionario del Ministerio de Información encargado de difundir la propaganda gadafista hace tres meses ha sido contratado por los rebeldes para ayudar a los periodistas. El miedo se lee en los ojos de los que hace un tiempo se decían pro-Gadafi y en aquellos ciudadanos no combatientes que temen todavía expresar con libertad lo que piensan del CNT, Gadafi o el futuro que se avecina.

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