Cinco supervivientes de experimentos ilegales que realizaron científicos de Estados Unidos en Guatemala en los años cuarenta han denunciado al Gobierno estadounidense y serán sometidos a análisis clínicos para determinar qué consecuencias tuvieron en ellos y en sus familias.

Con el fin de probar la eficacia de la penicilina en enfermedades venéreas, los científicos infectaron con sífilis y gonorrea a unos 1.300 guatemaltecos. Sólo 700 de ellos recibieron algún tipo de tratamiento. Las víctimas eran prisioneros, soldados, huérfanos e, incluso, enfermos psiquiátricos ya con sífilis, a los que se les inyectaban directamente la bacteria o se les ponía en contacto directo con enfermos, como prostitutas.

'Hubo un esfuerzo claro y deliberado de engañar tanto a los sujetos de los experimentos como a la comunidad científica y a la comunidad en general', aseguró Stephen Hauser, científico de la Universidad de California en San Francisco.

La voz de alarma la dio un profesor de Massachusetts en 2010, quien descubrió que los experimentos se habían llevado a cabo con unos 5.500 guatemaltecos entre 1946 y 1948 y que causaron la muerte de 83 de ellos.

La comisión encargada de investigar los ensayos clínicos concluyó que el estudio de enfermedades sexuales era un objetivo importante en ese momento, pero no encontraron una excusa razonable para justificar las prácticas. El Gobierno de Guatemala considera que los experimentos son un crimen contra la humanidad y estudia llevar el caso a una corte internacional. El presidente estadounidense, Barack Obama, se limitó a pedir perdón.

Por su parte, la presidenta del Instituto Nacional de Salud de EEUU, Amy Gutmann, opinó así de los experimentos: 'Representan un capítulo oscuro de la historia del país y lo mejor que podemos hacer como estadounidenses es sacarlos a la luz'.

Los resultados de las pruebas a los supervivientes serán dados a conocer en octubre, junto con el informe final de la comisión.