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"No sé por qué la gente piensa que los cambios sólo llegan con las revueltas"

Aung San Suu Kyi. Líder opositora birmanay Premio nobel de la Paz. Es optimista respecto a las negociaciones con los militares

 

BENOIT CROS

Hija del general Aung San, héroe de la independencia de Birmania, Aung San Suu Kyi (Rangún, 1945) es la líder de la Liga Nacional para la Democracia (NLD) la principal formación de la oposición desde hace más de dos décadas. En noviembre pasado fue liberada de su arresto domiciliario, poco después de unas elecciones en las que su partido no pudo tomar parte. Oficialmente, el país ya no está dirigido por los militares, pero en realidad conservan el control: un cuarto de los escaños parlamentarios está reservado a los uniformados. Por no hablar de otros tipos de represión en un país donde todavía hay cerca de 2.000 presos políticos. Recientemente, la líder opositora y Nobel de la Paz que permaneció encerrada 15 de los últimos 22 años tuvo diversos encuentros con varios ministros, así como con el presidente birmano, Thein Sein.

Casi un año después del fin de su arresto domiciliario, ¿goza de libertad total de movimientos?

«Para empezar a negociar con el Gobierno es necesario confiar en sus representantes»

Soy completamente libre. De hecho, siempre actué como si fuera completamente libre, hasta que me detuvieron y me pusieron de nuevo bajo arresto domiciliario.

¿Qué espera de las negociaciones con el Gobierno?

Un cambio positivo hacia la democratización de este país y mejores condiciones de vida para la gente. Esas son las expectativas. Pero es demasiado temprano para hablar de los detalles de los encuentros.

«El diálogo sentará las bases de una sociedad democrática, pacífica y armoniosa»

¿Qué le permite confiar en la sinceridad de las personas que ocupan los puestos dirigentes?

Creo que se debe empezar con una base de confianza. Si no se tiene ninguna confianza en la gente a la que se le ha pedido entablar negociaciones, no se puede ni empezar.

En los últimos 20 años, no es la primera vez que tiene encuentros con el Gobierno. ¿Por qué podría haber ahora una mudanza?

«El objetivo no se logrará de un día para otro. Mire usted cómo era España hace 30 años»

Porque el Gobierno actual y, especialmente, el presidente quieren un cambio positivo para el país.

¿Qué puede ofrecerle a cambio de reformas democráticas?

No se trata de que nosotros tengamos que ofrecerle alguna cosa en particular, sino de ver cómo podría beneficiarse Birmania de un proceso más participativo. A partir de ello, hay diferentes fuerzas y organizaciones que toman parte en la reconstrucción del país.

¿Escogió el camino de las negociaciones porque no cree en el éxito de una revuelta popular?

No sé por qué la gente piensa que la única manera de traer cambios es a través de revueltas populares. En realidad, creo que la mejor manera de llegar a un cambio es mediante un proceso de diálogo y negociación, porque entonces se establece un precedente. Así, la gente puede aprender el valor del diálogo y de la negociación. Es muy importante que lo entienda porque será la fundación sólida para una sociedad democrática pacífica y armoniosa.

¿Qué cambios ha notado recientemente?

Hay una relajación en cuanto a los medios de comunicación. Ahora pueden publicar artículos míos, de miembros de la NLD o sobre nosotros. En el periódico nacional solían escribir sobre lo horrible que era la BBC, pero ya no lo hacen. Era muy vergonzoso para nuestro país. Creo que tienen más margen de maniobra y que el acceso a internet es más fácil. Hay una relajación. No sabemos hasta cuando, pero esperamos que no sólo se mantenga sino también que se amplíe.

¿Puede el pueblo birmano esperar un cambio real, con el respeto a los derechos humanos y una Constitución que excluya a los militares de la vida política?

Todos tenemos que trabajar para el cambio real, pero no vendrá de un día para el otro, ni en un mes, ni en un año. Pero tenemos que tener un objetivo. Después de todo, el mundo evolucionó de esta manera. Mire, por ejemplo, cómo era España hace 30 años y mire cómo está ahora. Las circunstancias cambian, los países cambian, los gobiernos cambian. Precisamente porque creemos en el cambio, podemos trabajar para que este se produzca.

¿Hay un espacio para la justicia en el proceso de reconciliación nacional de Birmania?

Siempre debe haber un espacio para la justicia, pero cuando hablamos de ella nos referimos a una situación en la que hay responsabilidades. Tenemos que diferenciarla de la venganza. Es la razón por la cual la gente cree en el imperio de la ley.

¿Podría representar usted a toda la oposición?

No creo que nadie pueda representar a toda la oposición. El concepto mismo de democracia permite la diversidad, no creo que haya una única oposición. Evidentemente, en los países democráticos, cuando uno habla de ella, se refiere a todos los partidos que no están en el Gobierno. Pero incluso en estas democracias no significa que un partido represente a todos.

En una hipotética Birmania democrática, ¿sería usted la presidenta si los ciudadanos así lo decidiesen?

Creo que es muy temprano para hablar de este tipo de cosas. Después de todo, no estamos tratando de hacer a alguien presidente, sino pretendiendo establecer una fundación sólida para la democracia.

¿Cómo es un día normal de Aung San Suu Kyi?

Pues muy ocupado. Cuando una persona permanece bajo arresto domiciliario durante tanto tiempo, se le acumula mucho trabajo.

Si tuviese la posibilidad de viajar al extranjero, ¿qué país visitaría primero?

Noruega, porque nos apoyó mucho en la época en que nos enfrentábamos a una gran opresión.

Aunque no lo puedan expresar, la mayoría de los birmanos la quiere. ¿Cómo lo vive?

Es una gran responsabilidad. Pero nunca hice grandes promesas a la gente. Siempre dije que sólo puedo intentar hacerlo lo mejor posible, y es lo que hago.

Después de tantos años de arresto domiciliario y de intentos de asesinato, ¿por qué continúa su lucha?

Porque quiero que Birmania sea uno de los países en los que la gente pueda decidir el rumbo de su vida.

¿Cómo le gustaría ser recordada?

Como una persona que cumplió su deber.

 

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