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Cuba levanta la prohibición de comprar y vender viviendas

La nueva ley sólo autoriza poseer propiedades a los cubanos y a los extranjeros residentes

FERNANDO RAVSBERG

Los cubanos podrán comprar, vender, donar, permutar y adjudicar sus casas, según un decreto ley publicado en la Gaceta Oficial, donde se expresa que 'la necesidad de contribuir a la solución del problema habitacional en el país aconseja eliminar prohibiciones y flexibilizar limitaciones en los actos de transmisión de la propiedad de la vivienda, a los efectos de garantizar el ejercicio efectivo de los derechos de los propietarios'.

La ley especifica que sólo podrán ser propietarios los ciudadanos cubanos y los extranjeros con residencia permanente en el país. También mantiene la prohibición de poseer más de dos casas, una en la ciudad y otra en la playa o en el campo. Todas las transacciones de compraventa y permuta deberán realizarse mediante pago bancario y serán recargadas con un impuesto del 4%.

No se podrán tener más de dos casas: una en la ciudad y otra en la playa

Las casas de los cubanos que abandonen el país de forma definitiva seguirán siendo decomisadas por el Estado, pero lo novedoso de esta ley es que serán entregadas de forma gratuita a los familiares del emigrante, incluyendo cónyuge, hijos, nietos, padres, hermanos, sobrinos y tíos, a los que hasta ahora no se les reconocía ningún derecho sobre la propiedad. De esta forma, el ciudadano que emigre puede decidir a quién le deja su casa.

Durante decenios, los propietarios sólo podían cambiarse de casa mediante un complejo sistema de permutas vigilado por el Estado para evitar que hubiera dinero de por medio. Esta es una de las tantas prohibiciones que el presidente, Raúl Castro, prometió eliminar al inicio de su mandato. Ya autorizó que los cubanos se puedan hospedar en hoteles, comprar y vender automóviles, reparar sus casas, utilizar móvil, acceder a internet y adquirir computadores.

Permutar la vivienda era un proceso que podía llevar años, pues era poco probable encontrar la casa deseada y que a la vez su propietario se interesase en la de uno. Por eso se elaboraban cadenas de permutas donde se intercambiaban seis o siete inmuebles para lograr que cada uno se quedara finalmente con lo que buscaba.

Los que emigren de Cuba podrán dejar las viviendas a sus familiares

El sistema se prestaba a numerosas ilegalidades, en la mayor parte de la cuales participaban los funcionarios de las Direcciones de la Vivienda, organismo que debía velar por el cumplimiento de las prohibiciones. Para comprar una casa, los cubanos inventaban todo tipo de estratagemas, desde casarse con el o la dueña, hasta falsificar un título de propiedad con el que luego hacían una permuta.

La apertura de la compra-venta de viviendas fue un punto largamente reclamado por los cubanos, pero el Gobierno anterior lo mantuvo cerrado por temor a la especulación. Es enorme la diferencia de precios entre el Estado y el mercado negro: el valor de venta de un apartamento de dos cuartos puede ser de 300 euros, mientras que entre particulares oscila entre 7.000 y 15.000 euros.

El problema es que las viviendas que construye el Gobierno no son suficientes para la demanda del país y la gente se veía obligada a recurrir a la compraventa ilegal. Ahora, los ciudadanos podrán adquirir sus viviendas sin cometer un delito y, aunque tengan que pagar impuestos, se ahorrarán el dinero que antes entregaban a los intermediarios y a los funcionarios corruptos.

Pero la medida también tendrá algunos efectos adversos a largo plazo y el principal podría ser que desaparezca la actual mezcla social que hay en los barrios, donde desde hace décadas conviven ricos y pobres. Es de esperar que se produzca una reubicación y que los cubanos con más recursos compren las mayores casas en las mejores zonas.

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