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La Policía desaloja por la fuerza a los indignados de Occupy Wall Street

Cientos de agentes asaltan el campamento de Zuccotti Park, en el sur de Manhattan, y detienen a 200 personas

ISABEL PIQUER

Tras casi dos meses de protestas, los indignados de Occuppy Wall Street (OWS) fueron ayer violentamente desalojados por la Policía de Nueva York del parque Zuccotti, donde habían establecido su cuartel general.

La operación fue muy metódica. Nada de gases lacrimógenos o balas de goma como en Oakland. Hacia la una de la madrugada, cientos de policías rodearon el parque, instalaron focos para iluminar el espacio y por megafonía dieron a los indignados 20 minutos para marcharse, mientras helicópteros sobrevolaban la zona.

Los diversos vídeos que circulan por internet muestran momentos de gran tensión, sobre todo hacia las cuatro de la mañana, cuando algunos manifestantes se resistieron a ser detenidos y una docena decidió encadenarse a los árboles. El jefe de Policía, Raymond Kelly, informó que se habían producido unas 200 detenciones, 142 en el mismo parque, y casi 60 en las calles adyacentes, entre ellas la de la concejal demócrata Ydanis Rodríguez, que se había sumado al movimiento. Hubo algunos heridos leves.

Los agentes también confiscaron todo lo que había en Zuccotti, que en estos dos meses se había convertido en una pequeña ciudad, con un comedor, una enfermería y una biblioteca popular.

“Me dicen que tiraron todos los libros a la basura”, cuenta Brandon, que llegó de madrugada a Zuccotti en cuanto se enteró de lo que ocurría, “no fue una evacuación, fue pura destrucción. No dejaron que nadie se acercara, especialmente los medios, para evitar que hubiera imágenes”. Michael, un músico que ha alternado sus estudios con permanencias en el parque, no consiguió pasar de la barrera que la Policía había erigido unas calles más arriba: “Fue como 1984, no me lo podía creer”.

Pasadas las cuatro de la mañana, ya no quedaba nadie. Camiones de basura engulleron las tiendas de campaña. Unas horas más tarde, tras la labor intensiva de los servicios de limpieza, la placeta había recuperado su aspecto habitual, como si no hubiera pasado nada.

La idea inicial era permitir a los manifestantes regresar al parque por la mañana con la condición de que no pudieran acampar ni quedarse por la noche. “Los manifestantes son libres de volver y ejercer su derecho a la libre expresión”, dijo el alcalde, Michael Bloomberg. Pero, por la tarde, el juez de la Corte Suprema estatal de Nueva York Michael Stallman emitió un fallo en el que apoyaba la orden de desalojo y les prohibía volver a acampar. La orden no impide que regresen a la plaza, pero sí que instalen de nuevo sus tiendas de campaña, como habían solicitado los propietarios del lugar, Brooffield Properties.

Los indignados se reagruparon cerca de Soho, en la plaza Duarte (en honor al fundador de la República Dominicana, Juan Pablo Duarte).

Cuando intentaron ocupar una vaguada adyacente propiedad de la Trinity Church, la Policía, que llevaba ya unas horas apostada en las inmediaciones observando las deliberaciones de la asamblea sobre los pasos a tomar, les prohibió la entrada y detuvo a una veintena de personas, incluidos varios periodistas que cubrían la noticia.

Durante la asamblea, el órgano donde se acuerdan las decisiones del movimiento, quedó patente que los indignados no sabían muy bien qué hacer. “No teníamos un plan muy preciso sobre lo que pasaría si nos desalojaban, creo que la gente en general estaba bastante apática sobre el futuro”, contaba Steven, mochila al hombro. Insistía en el hecho de que era importante “ocupar un espacio dentro de la ciudad y no sólo manifestarse durante el día”.

Desde las páginas de Adbuster, la revista canadiense alternativa que lanzó el llamamiento de OWS el pasado verano, los padrinos del movimiento sugerían declarar la victoria y reducir las actividades de cara al invierno. Sin embargo, en un comunicado, el movimiento se declaraba más “fuerte que ayer” y dispuesto a seguir luchando. “La gente de todo el mundo está indignada por cómo Bloomberg trata a los que se manifiestan pacíficamente. Indignada, pero no desanimada”.

En rueda de prensa, Bloomberg justificó la decisión, que asumió plenamente, y dijo que se tomó a petición de los dueños del parque privado de uso público, Brookfield Financial Properties. El desalojo se llevó a cabo por la noche “para minimizar el riesgo de confrontación” y porque “la ocupación empezaba a plantear problemas de sanidad y de posibles incendios” debido a la presencia de carpas y otras estructuras, declaró el alcalde.

Pero, por la tarde, el juez de la Corte Suprema estatal de Nueva York Michael Stallman emitió un fallo en el que apoyaba la orden de desalojo y les prohibía volver a acampar. La orden no impide que regresen a la plaza, pero sí que instalen de nuevo sus tiendas de campaña, como habían solicitado los propietarios del lugar, Brooffield Properties.

Los indignados, dijo Bloomberg, deberán ahora “ocupar el espacio con la fuerza de sus argumentos. La primera enmienda [derecho a la libertad de expresión] permite a todos los neoyorquinos hablar, pero no les permite usar sacos de dormir en un espacio público”.

El 14 de octubre, Bloomberg ya intentó evacuar la plaza, también con el pretexto de limpiarla y también de madrugada, pero con la llegada masiva de simpatizantes tuvo que dar marcha atrás. Desde entonces, el tono del alcalde se fue endureciendo. “Algunos pensaron que sólo íbamos a esperar a que el invierno ayudara a despejar la plaza, pero la inacción no es acción”, se justificó el alcalde. Hace unas semanas, la Policía y los bomberos confiscaron hornillos y generadores en vísperas del que fue el fin de semana más glacial de octubre.

Las protestas de los vecinos de la zona y las acciones tomadas por otras municipalidades del país, en particular en Oakland y Portland, a lo largo del fin de semana para desalojar a los movimientos locales dieron finalmente margen de maniobra a Bloomberg para ordenar la “operación de limpieza”.

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