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Los militares prometen acelerar la transición en Egipto tras las protestas

Los revolucionarios reclaman la entrega de poder inmediata a un 'Gobierno de salvación nacional'.

RICARD GONZÁLEZ

El guión de la Revolución egipcia del pasado enero se repite línea a línea nueve meses después. Mientras decenas de miles de personas ocupaban anoche pacíficamente la plaza Tahrir, el mariscal Hussein Tantawi, como hiciera su predecesor, Hosni Mubarak, se dirigió a la nación a través de un mensaje televisado con la esperanza de poner fin a la revuelta, iniciada el viernes. Tantawi, jefe de la Junta Militar que dirige el país desde febrero, prometió acelerar la transición a un Gobierno civil, y fijó la fecha límite para el traspaso de poderes en el próximo mes de julio.

'Estamos dispuestos a entregar el poder a una autoridad civil elegida y regresar a nuestros barracones si la gente lo aprueba', dijo Tantawi, que apareció ante las cámaras con uniforme militar y gesto cansado. 'Nuestro objetivo nunca ha sido la presidencia. Nunca tomamos decisiones políticas unilaterales, siempre consultamos a los poderes políticos', añadió tras acusar a 'algunos', sin concretar, de haber pretendido provocar una confrontación entre el pueblo y el Ejército.

Tantawi ofrece ceder el control a un Ejecutivo civil el próximo julio

Sin embargo, para muchos activistas, sus concesiones llegan tarde. De hecho, al finalizar el discurso del mariscal, la plaza estalló con gritos de 'Abajo, abajo, abajo el Gobierno militar!'. A causa de la brutalidad de la represión de los últimos cuatro días, que ha dejado una treintena de muertos y 2.000 heridos, Tahrir sólo se conforma con una entrega inmediata del poder a un Gobierno civil de 'salvación nacional'. Ya nadie confía en la capacidad y honestidad de los militares para pilotar ni un minuto más el proceso de transición, cuya próxima fase pasa por la celebración de elecciones legislativas el próximo lunes.

'Vine el jueves para pedir a la Junta Militar un compromiso de abandonar el poder antes de mayo, pero ahora quiero que se vayan ya, y que sean juzgados por sus crímenes', explicaba Hamid Fouad mientras miraba de reojo un ordenador portátil, sentado frente a su tienda de campaña instalada en el corazón de la plaza.

'Tantawi es peor que Mubarak. Ha dejado que la economía y la seguridad del país se deterioren para que la gente añore el antiguo régimen. Pero no se saldrá con la suya', aseguraba Hamid. Para él, la dimisión del Gobierno dirigido por Essam Sharaf, aceptada oficialmente por Tantawi en su discurso televisado, no es suficiente.

Unas 30 personas han muerto por la represión de las últimas protestas

Al igual que en la Revolución del 25 de enero, una vez afianzado el control de Tahrir, personas de toda edad y condición pudieron pasear anoche tranquilamente por una plaza abarrotada. Mientras, los vendedores ambulantes de todo tipo de aperitivos hacían su agosto. Siguiendo las consignas de los organizadores, no se podía ver ningún símbolo de partidos políticos o movimientos sociales. La única enseña omnipresente era la bandera de Egipto.

No obstante, el ambiente se volvía cada vez más tenso al transitar por la calle Mohamed Mahmud, en dirección al Ministerio de Interior. Sus alrededores se han convertido en el frente de la batalla que libran activistas y fuerzas de seguridad. Desde allí, haciendo sonar el claxon con insistencia, salían de forma continua motocicletas que, a modo de ambulancias improvisadas, trasladaban a los heridos a las diversas clínicas de primeros auxilios del centro de la capital. Se trata del último invento del ingenio revolucionario para superar la dificultad de las ambulancias por penetrar en calles angostas y repletas de jóvenes.

Los jóvenes usan sus motos como ambulancias para trasladar heridos

A escasos metros del frente, en la calle Mohamed Mahmoud, se encontraba un pequeño hospital ambulante operado por varios médicos voluntarios. Uno de ellos relataba que la mayoría de heridos sufre fuertes contusiones, o presenta problemas de asfixia. A diferencia de en días anteriores, la Policía estaba disparando pelotas de goma, y no balas de fuego, lo que ha reducido de forma considerable la cifra de víctimas mortales.

'Estos gases lacrimógenos son mucho más fuertes que los de la otra Revolución. Con aquellos, bastaba echarte Coca-Cola en los ojos, pero con estos no funciona', comentaba un chico alto y delgado, que se protege la cara con una kuffiah palestina, antes de arrancar a correr en una estampida. Para aliviar el fuerte escozor, los voluntarios les ofrecen frotarse la cara y los ojos con un líquido blanco, una mezcla de agua y sales minerales.

El mensaje del líder de la Junta Militar, que apostó por celebrar los comicios legislativos según el calendario establecido, se produjo después de una reunión con varios partidos políticos, la mayoría de ideología islamista, y entre ellos los Hermanos Musulmanes. Varias fuerzas políticas optaron por boicotear el encuentro.

Sea como fuere, que el hipotético acuerdo al que habrían llegado islamistas y militares se acabe convirtiendo en papel mojado no depende de los partidos políticos, sino de los jóvenes protagonistas de una Revolución sin doctrinas ni líderes.

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