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Bélgica cierra con un nuevo Gobierno su crisis más larga

Una coalición de seis partidos, flamencos y valones desarrollará una descentralización de poderes del Estado y grandes recortes del déficit

DANIEL BASTEIRO

La clave de Bélgica es 'la paciencia'. El todavía primer ministro en funciones, Yves Leterme, identificó ayer esa 'originalidad' en la manera en la que su inminente sucesor, Elio di Rupo, ha llevado las negociaciones de formación de Gobierno en los últimos 18 meses.

En su despedida como jefe del Ejecutivo ante el Parlamento, Leterme aseguró que en un país tan dispar políticamente es mejor 'dejar morir los estados de ánimo y las ideas para que en algún momento se llegue a forjar el consenso'. Hablaba en primera persona, ya que el político conservador dimitió hasta cinco veces, tanto como primer ministro como formador de Gobierno.

Elio di Rupo, el líder de los socialistas francófonos, será el primer ministro

A última hora de la noche de ayer, Di Rupo, líder de los socialistas francófonos, dio carpetazo al acuerdo de Gobierno de 185 páginas junto a los seis partidos belgas que lo conformarán. El texto pondrá fin al periodo de zozobra política más agudo de la historia reciente de Bélgica y evitará ya no la resurrección del estado de ánimo del país, sino su muerte a manos de la especulación financiera.

Los detalles del acuerdo, así como la composición del nuevo Gabinete, serán hechos públicos en los próximos días.

El nuevo Gobierno dejará fuera al primer partido del país, la Nueva Alianza Flamenca, la formación separatista dominante en Flandes y que dirige Bart de Wever.

Los tres principales bancos belgas ya han sido rescatados, uno en dos ocasiones

Además, estará dirigido por un hombre, hijo de inmigrantes italianos, que a duras penas es capaz de mantener una conversación fluida en flamenco, la lengua de la mayoría de los belgas, ya que Flandes es una región más poblada que Valonia, la francófona.

'Es evidente que un líder de un Gobierno al que le es difícil hablar la lengua de la mayoría tiene un problema', aseguró Leterme, implacable con las carencias lingüísticas de su sucesor.

Sin embargo, el nuevo Ejecutivo, en el que estarán representados socialistas, liberales y democristianos a ambos lados de la frontera lingüística, ha conseguido pactar una profunda descentralización del Estado y unos presupuestos muy restrictivos para cumplir con los límites europeos. La tarea, pendiente desde hace una década, pretende acabar con dimisiones constantes y largos periodos sin Gobierno como el que comenzó el 13 de junio de 2010.

Los seis partidos políticos que integran la coalición refrendarán durante el fin de semana el acuerdo para que el lunes o el martes tome posesión el Gobierno.

El nuevo Gabinete tiene por delante la titánica tarea de desarrollar los acuerdos alcanzados, con un trasvase de competencias a las regiones que incluye parte del impuesto sobre la renta, el fin del conflicto lingüístico sobre la periferia de Bruselas y las medidas de austeridad para ahorrar 11.300 millones en 2012. Además, el nuevo Gobierno deberá asegurar la solvencia de los tres principales bancos del país, todos rescatados con dinero público, uno de ellos hasta en dos ocasiones.

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