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Bélgica recibe a su nuevo Gobierno con una gran huelga

Miles de personas protestaron contra las políticas de austeridad en las calles 

DANIEL BASTEIRO

Durante 535 días, los belgas aguantaron con estoicismo la parálisis política de su país, que el jueves por la noche puso el broche final a la falta de Gobierno con un acuerdo final entre seis partidos. Hoy, miles de personas protestaron contra las políticas de austeridad en las calles de Bélgica.

En Bruselas, la capital, fueron entre los 52.000 manifestantes que contó la Policía federal y los 80.000 que según los sindicatos salieron a la calle para defender los derechos sociales y la protección pública. Con lemas contra 'la austeridad sin límites', las principales fuerzas sindicales salieron a la calle para protestar contra 'la disminución del subsidio por desempleo', que no habría que modificar si se 'redujesen los bonus de los agentes de Bolsa y los dividendos de los accionistas de las grandes compañías', afirmó Anne Delemenne, secretaria general del sindicato FGTB.

Sus protestas tuvieron como objetivo el Presupuesto para 2012, que debe reducir el déficit en dos puntos, hasta el 2,8%, para cumplir con los objetivos fijados por la Unión Europea. Las manifestaciones fueron, en sí mismas, una amarga bienvenida para el nuevo primer ministro, Elio di Rupo, que espera prestar juramento el lunes tras más de un año y medio negociando las principales reformas del país.

Entre las medidas que se aplicarán el próximo año se cuentan la reducción del gasto social y el aumento de un buen número de impuestos, algo que para Delemenne es 'desequilibrado'. 'Bélgica se ha convertido en un paraíso fiscal para los más ricos y en un infierno fiscal para los que se levantan pronto', proclamó ante los manifestantes.

El próximo premier se reunió este viernes con Herman van Rompuy, el presidente del Consejo Europeo y exjefe del Ejecutivo belga. Aunque no trascendieron detalles del encuentro, sobre la mesa se pusieron las reformas planeadas por el nuevo Ejecutivo, que han despertado a unos ciudadanos hasta ahora aletargados por la parálisis política. El todavía primer ministro en funciones, Yves Leterme, supervisó una subasta de bonos patrióticos que sobrepasó los 5.000 millones de euros, una suma 'psicológicamente importante', en palabras de un responsable del Tesoro.

Mientras el nuevo Gobierno recibía la primera bofetada de la calle incluso antes de constituirse, el partido separatista flamenco (N-VA) acabó el día con un sondeo que confirma su buena salud. La formación liderada por Bart de Wever, que rechaza entrar en el Gobierno federal, ha subido cerca de cuatro puntos (hasta el 39,8%) en intención de voto, confirmándose como primer partido de la región, según un sondeo publicado por La Libre Belgique.

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