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Un fanático de las armas perpetra una matanza en el centro de Lieja

El asesino abre fuego en un mercadillo navideño. Dos adolescentes y una anciana sucumben a las balas

DANIEL BASTEIRO

Iba armado hasta los dientes y tenía cuentas pendientes con la Justicia belga por posesión de armas y droga. Pasado el mediodía, cuando el ajetreo es mayor en la plaza Saint-Lambert de Lieja, Nordine Amrani comenzó a lanzar granadas (al menos tres) cerca de una parada de autobús repleta de estudiantes.

Después, sacó de su mochila un rifle AK-47, el célebre kalashnikov, y disparó varias ráfagas contra la multitud. Dos estudiantes de 15 y 17 años que salían de un examen y una mujer de 75 murieron. Según fuentes sanitarias citadas por el diario Le Soir, otro chico de 20 años y un bebé de 23 meses podrían haber fallecido también, elevando el número de víctimas a cinco. Otras 123 personas resultaron heridas, una decena de ellas graves. Antes de ser atrapado, el agresor se pegó un tiro y falleció en el acto, según testigos presenciales.

El agresor tenía antecedentes por poseer 9.500 piezas para fabricar armas

La secuencia duró varios minutos. A Zack se le hicieron eternos, pero entre carrera y carrera grabó casi todo con su teléfono móvil y lo mostró después a este diario. Estudia Comercio en la universidad de Lieja y estaba en la plaza 'para comer algo'. Horas después, todavía se resistía a abandonar los alrededores del lugar de la masacre, desierta y acordonada por un fuerte dispositivo policial complementado por un helicóptero que se oía desde cualquier punto del centro de la ciudad.

'La Policía llegó en cinco minutos, muy rápido, pero el tipo seguía disparando', relata. 'Nos decían primero que corriésemos en una dirección, después en otra, que nos metiésemos en los comercios, pero todos estaban cerrados', añade sin sobresaltos. 'Disparaba ráfagas hacia donde nosotros estábamos y parecía que se movía de un lado a otro, por lo que no sabíamos a dónde ir'.

Las autoridades confirmaron más tarde que el responsable de la masacre actuó solo, aunque durante varias horas los rumores apuntaron a un cómplice que supuestamente había sido detenido y otro que se había dado a la fuga, algo que alarmó a los vecinos, muchos de ellos atrincherados todavía en casas o comercios. 'Comprendo el golpe para los vecinos, pero insisto: es un acto aislado', aseguró el nuevo primer ministro, Elio di Rupo, que, como el rey Alberto II, se desplazó a Lieja por la tarde para visitar la zona de la masacre. 'No hay palabras para describir la tragedia. El país entero comparte vuestro dolor', aseguró en un mensaje dirigido a las víctimas.

Otro joven y un bebé pueden haber muerto también, según Le Soir'

Aunque ni los responsables políticos ni los policiales querían mencionarlo, en Lieja se evocó inmediatamente el fantasma del noruego Anders Breivik, que este verano segó la vida de 96 de sus compatriotas en dos atentados. Amrani, de 33 años, era un fanático de las armas y buscó una gran matanza, pero en cambio era un viejo conocido de la Policía y la Justicia belgas. En 2008, fue condenado a 58 meses de prisión por colaboración con banda armada y por poseer hasta diez armas, 9.500 piezas para fabricarlas y 2.800 plantas de cannabis.

La Policía no sospechó de sus intenciones, aunque había sido denunciado por amenazas. Ayer se le esperaba en una comisaría para una comparecencia rutinaria, ya que no llegó a cumplir toda su pena en prisión. De su casa, en una calle muy cercana a la plaza de la matanza, se fue directamente a su objetivo, se subió a una plataforma e inició un episodio que ayer mantenía al país entero con la respiración entrecortada.

El autor de la masacre se pega un tiro antes de ser atrapado

La Policía y las autoridades quitaron hierro a la matanza, que consideran un hecho muy concreto en una sociedad sin grandes conflictos. Además, descartaron cualquier motivación terrorista o de fundamentalismo religioso. La Justicia investigará las causas concretas que pudieron llevar a Amrani a cometer el atentado y ahondará en las causas de su muerte, que no están claras. Aunque el asesino murió a causa de su propia munición, la Policía no estaba ayer segura de que se tratase de un suicidio.

'La plaza es el centro de la ciudad. Para ir a cualquier sitio, pasas por aquí', señala Mohamed, un estudiante de filología francesa. Los testigos aseguran que, a esas horas, la plaza estaba llena de alumnos que salían de clase. Además, un mercado navideño, con puestos de gofres y vino caliente y hasta una noria atraen durante este mes a curiosos y turistas.

Después del atentado, la plaza se vació rápidamente y en los alrededores quedaban sobre todo vecinos y periodistas. Algunos de los curiosos intentaban vender vídeos o información a los informadores, mientras el resto de la ciudad, transportes y redes de comunicaciones incluidas, retomaban la normalidad. A última hora de ayer, la zona seguía acordonada y la presencia policial seguía siendo grande. En la plaza, desierta, lucía un abeto adornado con luces blancas.

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