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La Justicia francesa condena por corrupción al expresidente Chirac

En su época de alcalde de París, otorgó 28 empleos ficticios en el Ayuntamiento a altos cargos de su partido

ANDRÉS PÉREZ

Por primera vez desde 1945, la Justicia francesa condenó ayer a un antiguo jefe de Estado, el expresidente Jacques Chirac, quien dirigió Francia entre 1995 y 2002. Considerado culpable de 'malversación de fondos públicos', 'abuso de confianza' y 'apropiación indebida' por haber distribuido 28 empleos ficticios creados cuando era alcalde de París (1977-1995), la sentencia causó de inmediato una fuerte onda de choque. Por el mismo Chirac, ya anciano y popular entre los franceses, y por la controversia a causa del polémico estatuto penal del jefe del Estado.

'Jacques Chirac faltó a la obligación de probidad a la que están sujetos los responsables públicos, y ello en menoscabo del interés público de los parisienses'. Con esa frase, y especialmente al utilizar la palabra 'probidad' sinónimo de 'honradez', el presidente de la primera cámara del Tribunal Correccional de París, Dominique Pauthe, intentó conferir a la sentencia un grado especial de dureza.

La pena de dos años de cárcel quedará en suspenso: Chirac no irá a prisión

La condena en sí carece de significado, puesto que la pena impuesta es de dos años de cárcel pero 'en suspenso', esto es, sin cumplimiento. El expresidente ni siquiera recurrirá la sentencia, pues, aunque 'no se le puede reprochar falta alguna' aseguró en un comunicado, 'no tiene fuerzas' para afrontar un nuevo juicio.

Chirac no irá a la cárcel, como tampoco se ha sentado en el banquillo. Pero por primera vez los franceses ven a uno de sus presidentes condenado como un simple delincuente, a causa de las libertades que se tomó con los empleos públicos. La precedente condena, la de 1945 contra el jefe de Estado Philippe Pétain, tenía que ver con la alta traición que constituyó su colaboración con los nazis. Era otro asunto.

Lo que se reprocha a Chirac era una práctica generalizada en la política francesa. Desde alcaldías a presidencias de diputación, durante décadas los hombres fuertes, los que tenían ambición presidencial, creaban puestos públicos ficticios que eran ocupados, en realidad, por fieles, amigos, miembros de la maquinaria de partido o personas clave.

El exjefe de Estado no recurrirá, pues dice carecer de fuerzas para ello

Así, Chirac ha sido condenado por 28 empleos ficticios, buena parte de los cuales se destinaron a cargos de su partido, la Agrupación para la República (RPR). El presupuesto del Ayuntamiento pagaba y una auditoría de la Policía ha calculado que costaron en los noventa el equivalente de 4,6 millones de euros de la época.

Estos hechos se han juzgado en este proceso en el que han sido innumerables los retrasos. Durante toda su presidencia, Chirac estuvo protegido por la inviolabilidad total que le daba su cargo, que impedía procesarlo por ningún delito. Luego, porque las maniobras dilatorias fueron constantes, tanto de la defensa como de la Fiscalía. Hasta hubo un acuerdo por el que el Ayuntamiento de París ahora socialista se retiró de la acusación particular.

La tentación de decir que se trata de una condena 'histórica para la democracia' ha sido fuerte. Pero en realidad también es posible ver la cuestión desde el ángulo opuesto. Condenado, Chirac sigue siendo miembro del Consejo Constitucional y, de momento, conserva su condecoración de la Gran Cruz de la Legión de Honor.

El abogado de Chirac, Georges Kiejjmann, se permitió así declarar: 'Podemos mirar tal o tal parte de la declaración para decir que es severa, pero dado que Chirac estaba a la cabeza de una Administración de 40.000 funcionarios, y visto los pocos contratos en que se le reprocha la falta de vigilancia, creo que no valía la pena hacer este juicio y tan tarde'. Es más dijo, 'este juicio no cambia nada en el afecto profundo de los franceses por él'.

El actual presidente, Nicolas Sarkozy, en su reacción oficial, también destacó que 'el compromiso constante' de Chirac 'le vale y seguirá valiéndole la estima de los franceses'. El primer ministro, también conservador, François Fillon, fue el encargado de decir que esta sentencia 'llega verdaderamente demasiado tarde'.

Una buena prueba de la popularidad de Chirac es que el candidato presidencial socialista, François Hollande, aplaudió 'que se haya hecho justicia', pero también expresó su afecto 'por el hombre, que atraviesa problemas de salud'.

Hollande se hizo portavoz de la necesidad de reformar el estatuto penal del jefe del Estado francés, para que pueda ser procesado normalmente cuando se trata de hechos sin relación con el mandato, aunque obviamente se instalen filtros para evitar querellas constantes.

Uno de los especialistas del PS sobre ese tema, el senador André Vallini, dijo que el presidente debe 'estar sujeto a la Justicia de forma ordinaria, para todos los actos delictivos que hubiera cometido antes de su entrada en funciones, o sin relación con su mandato durante el mismo'. Sólo la candidata presidencial verde, Eva Joly, exigió la dimisión de Chirac del Consejo Constitucional.

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