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Una revuelta obrera mina la campaña de Sarkozy

Los trabajadores de una planta siderúrgica desmienten la propaganda que presenta al presidente francés como un defensor de los puestos de trabajo

ANDRÉS PÉREZ

Los obreros de la siderurgia francesa asumieron ayer lo que para los críticos a Nicolas Sarkozy es la tarea clave de la campaña para las elecciones presidenciales del 22 de abril y del 6 de mayo. Desmentir al presidente, que se presenta como un defensor del empleo utilizando unas operaciones mediáticas con unas pocas decenas de puestos de trabajo salvados.

Unos 200 obreros de Arcelor-Mittal en Florange (noreste) iniciaron ayer la ocupación de las oficinas de la dirección de ese grupo industrial como primer paso de una acción que va a durar semanas y puede endurecerse en paralelo a la campaña presidencial.

Arcelor-Mittal quiere deslocalizar empleos para ganar más dinero

Los obreros denuncian la paralización de los dos altos hornos de la planta, por decisión de la multinacional que, según varios indicios, busca deslocalizar para aumentar sus beneficios. Unos 2.600 obreros y sus familias ya han sido colocados en paro técnico y en total 5.000 empleos están amenazados.

'¡Mittal: queremos trabajar!' Con ese grito penetró en los locales de la dirección la primera vanguardia, es decir, los 200 asalariados que disponen de algún mandato sindical que les protege de sanciones, más aquellos más motivados y quienes tienen poco que perder. De inmediato, lanzaron un llamamiento a sus colegas para que se sumen a la operación, que puede llegar al bloqueo total. 'Los colegas van a tener que moverse, porque si no nos movemos, estamos muertos', explicó un activista.

'Hoy, la alta dirección no sirve para nada, no responde, cuando hay datos de mercado que permiten arrancar la producción', explicó un delegado del sindicato CGT, Jean-Luc Gaetz. El plan de los obreros es ir reforzando el bloqueo hasta llegar, si fuera necesario, a 'una pesadilla' para los accionistas si no acceden a poner en marcha los altos hornos, parados desde hace meses.

Sarkozy propició la entrada del mismo accionista que ahora va a cerrar la planta

Pero la pesadilla no es sólo para el principal accionista del grupo, el indio Lakhsmi Mittal, que conquistó Arcelor, joya de la siderurgia francesa, en 2006. Y es que Mittal logró esa conquista con el beneplácito de un ministro de Economía (en 2004) llamado Nicolas Sarkozy. Un Sarkozy que luego se exhibió a menudo con él, afirmando que era garantía de empleo.

La pesadilla de campaña electoral de Sarkozy empieza ahí. O, más concretamente, en una planta que está al lado. Se trata de la planta Arcelor-Mittal de Gandrange. En esa instalación hoy ya cerrada hay una placa fúnebre. La colocaron los obreros en el momento del cierre, en 2008. Reza: 'Aquí yacen las promesas de Nicolas Sarkozy'. Era el presidente electo en 2007 y había dicho que no dejaría que se perdiera el empleo ni el saber industrial.

Lo cierto es que Arcelor dispone de una agenda de pedidos de 3,8 millones de toneladas de acero, lo que permite arrancar, según los sindicalistas, al menos un alto horno. Pero el accionariado se lleva esa producción a plantas en puntos del planeta con bajísimos salarios, ninguna exigencia ecológica y cero derechos sindicales.

Arcelor-Mittal obtuvo 2.300 millones de euros de beneficios en 2011. Aun así, envía a los obreros de Florange a cobrar el subsidio de paro técnico o parcial generosamente creado por Sarkozy.

El problema para el presidente es monumental. Su eje central de campaña es que él lucha por los empleos modestos, cosa que intentaba acreditar con dos gigantescas operaciones mediáticas de salvamento de dos empresas minúsculas, Photowatt y Léjaby, y unas decenas de empleos. Pero ahora, la placa fúnebre de 'Aquí yacen las promesas de Nicolas Sarkozy' va a repetirse.

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