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Más de 20 atentados en cadena causan unos 60 muertos en Irak

 

El país vive una de las jornadas más sangrientas desde que EEUU retiró sus tropas, en diciembre

AGENCIAS

Al menos 60 personas murieron y más de 200 resultaron heridas ayer en una cadena de atentados perpetrados en distintas zonas de Irak, que sigue sumido en una grave crisis política y de seguridad pese a los intentos del Gobierno por minimizar el impacto del terrorismo.

La mayoría de los objetivos fueron chiíes, en una de las jornadas más sangrientas desde que las tropas estadounidenses abandonaron el país, a mediados de diciembre.

Los ataques, que parecen enfrentar a insurgentes suníes ligados a Al Qaeda con comunidades chiíes, han elevado los temores de un regreso a las feroces luchas sectarias que azotaron Irak y acabaron con la vida de miles de personas en 2006 y 2007. El repunte de la violencia terminó con semanas de relativa calma.

Mientras tanto, el primer ministro iraquí, el chií Nuri al Maliki, y líderes suníes siguen tratando de resolver la crisis política surgida tras la salida de las tropas estadounidenses, informa Reuters.

Al menos 32 de las víctimas de ayer murieron en Bagdad, donde diez explosiones destrozaron vecindarios mayormente chiíes en plena hora punta matinal. Los objetivos fueron patrullas policiales, usuarios de la red de transporte y multitudes en zonas comerciales. En el resto del país, se perpetraron más de una decena de explosiones y atentados, desde Mosul, en el norte, a Hilla, al sur de Bagdad.

Los ataques apuntaron a vecindarios chiíes y Fuerzas de Seguridad, un blanco frecuente de los insurgentes suníes. Varias fuentes del Gobierno iraquí han augurado reiteradamente que ambos grupos intentarían fomentar las tensiones sectarias con atentados después de la salida del país de los soldados estadounidenses.

Aunque la violencia se ha reducido en relación a los peores días del conflicto, los rebeldes suníes vinculados a Al Qaeda aún tienen la capacidad de perpetrar asaltos a gran escala, a menudo atacando edificios del Gobierno y de la Policía, en un intento por demostrar que Maliki no puede garantizar la seguridad a los iraquíes.

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