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Un maquinista tranquilo para un choque de trenes con Merkel

El presidente Hollande contará con un inmenso respaldo interno para contraponer su plan para salvar el euro al de la canciller alemana

JESÚS MORENO ABAD

Austeridad o crecimiento. Cada vez parece más claro que Europa no irá a ninguna parte hasta que no se resuelva ese choque de trenes pendiente entre François Hollande y la canciller alemana, Angela Merkel. Este domingo, el presidente francés sabrá con exactitud con cuántos caballos de potencia cuenta su locomotora para semejante colisión, pero todas las previsiones apuntan a que el Partido Socialista Francés (PS) saldrá de la segunda vuelta de las elecciones legislativas con un poder casi ilimitado: ostentará la Presidencia y una amplia mayoría de la Asamblea Nacional, a la que habrá que sumar la que obtuvo en el Senado hace un año e importantes alcaldías. A Hollande no le valdrán excusas para no pasar de la retórica a la acción: el tiempo apremia. La Unión Europea se deshace como un azucarillo en la tempestad de la crisis y necesita que las dos grandes potencias del bloque lleguen a un acuerdo.

Pero el mandatario francés tiene que pasar primero por esta nueva cita electoral. Una más. Han sido cuatro vueltas (dos presidenciales y dos legislativas) en menos de dos meses, que a su vez sucedieron a un proceso previo de primarias en el PS. Siente la fatiga. Y la sienten los franceses, que mostraron su exhausto resoplido con una abstención récord del 43% en la vuelta que precedió a la cita de este domingo. Pero Hollande debe cerrar el círculo para comprobar si un extenso poder en Francia conllevará un extenso poder en Europa. Así era en el pasado. De tú a tú con Alemania, cuando el eje francoalemán no se llamaba Merkozy.

El PS y sus socios del Partido Radical buscan alcanzar los 289 escaños

Para tener todo el control de la maquinaría francesa, sin la menor atadura de pactos, el PS y sus socios del Partido Radical buscan alcanzar los 289 escaños, la mitad más uno de los 577 asientos en liza. Algo más que probable, a tenor de un sondeo publicado el viernes por el instituto IFOP que anticipa un resultado de entre 297 y 332 escaños para la coalición. Según sus proyecciones, la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP) obtendría entre 210 y 277 escaños; Los Verdes, entre 13 y 20 escaños; el Frente de Izquierda, entre 8 y 10, y el temido Frente Nacional de Marine Le Pen (ahora llamado Agrupación Azul Marine) podría volver a la Asamblea con hasta 3 diputados.

De cumplirse estos pronósticos, Hollande optaría por prescindir de la incómoda puntilla del Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon -quien no será diputado al perder su duelo personal con Le Pen-, es decir, que tendrá manga ancha para el pragmatismo y menos urgencias con las reivindicaciones más puristas de la izquierda. En cualquier caso, parece ser que si necesitara un apoyo puntual se fijaría en Los Verdes y no en la coalición donde se integran los comunistas franceses.

Tras los comicios llegará la hora de la verdad. Cuando se cuente la última papeleta, Hollande verá una luz roja que da vueltas de forma alarmante: es la crisis económica y política de la UE, que se agrava por momentos. No hay margen de error: la crisis de la deuda que ha arrodillado a España se extiende como la pólvora (a Italia ya le tiemblan las piernas), el bloque ha entrado en una doble recesión y es devorado por cotas históricas de desempleo. Para colmo, se barrunta un huracán tras las elecciones griegas de este fin de semana. Y en medio de ese polvorín le está esperando Angela Merkel.

Por primera vez hay un plan alternativo al de Alemania para salvar el euro

Por primera vez hay un plan alternativo al de Alemania para salvar el euro y alguien dispuesto a no bajar la mirada para defenderlo. Frente al Pacto de Estabilidad está el Plan de Crecimiento para Europa del mandatario socialista, que se articula en torno a tres grandes ejes: crecimiento, estabilidad financiera y reforzamiento de la unión monetaria.

El presidente francés apostará por que el Banco Central Europeo juegue un rol similar al de la Reserva Federal norteamericana, según Le Monde. Quiere que centralice la supervisón bancaria y sea dotado de nuevos fondos (financiados por una tasa a la banca) para ayudar a las entidades con problemas de capitalización.  Y además, claro, los eurobonos y un fondo común de amortización de deuda similar al que ha aprobado la Eurocámara. Y en el capítulo de crecimiento, Hollande también lo tiene claro: emisión europea de bonos para financiar infraestructuras, recapitalización del Banco Europeo de Inversiones para promover proyectos privados, movilizar los Fondos Estructurales aún sin utilizar (55.000 millones) y tasar las transacciones financieras para ayudar a esta tarea de expansión.

En suma, el presidente francés quiere casi todo lo que no quiere Merkel, lo contrario a casi todo lo que se ha hecho hasta el momento: es la hora de que choquen dos fuerzas que se contraponen, algo que pone de manifiesto el incremento del ruido de motores a ambos lados del Rin.

Espoleada por las críticas, la canciller alemana explotó el viernes calificando la medida de los eurobonos de una simple 'mediocridad'. Advirtió de que Alemania no quiere ni oír hablar de mutualizar la deuda y defendió su modelo frente al de 'algunos socios importantes de la Eurozona que están hoy peor que hace 10 años', en clara referencia a Francia. Y zanjó, en idénticas alusiones al presidente francés: 'Decir que crecimiento y consolidación se excluyen mutuamente es una tontería'.

Pocos analistas dudan de que, al final, ambos líderes están condenados a entenderse

Parece, pues, que la madre de todas las disputas políticas ha comenzado. Y el estilo de los dos contendientes encaja en el tópico pugilístico del fino estilista contra el duro fajador. Dicen los que conocen a Hollande que es un político sereno y paciente, cualidades sin duda cultivadas en su largo y desigual ascenso a la cumbre política. Así, mientras Merkel ya le lanza ganchos indisimuladamente, Hollande apuesta por el baile de piernas, buscando aliados que le apuntalen frente a la canciller: en estos días se ha reunido con el presidente italiano, Mario Monti, ha mostrado cierta sintonía con Mariano Rajoy y ha recibido en París a la oposición socialdemócrata alemana. Desde El Elíseo niegan que se esté tratando de aislar a Merkel, pero es obvio que un juego estratégico se está deslizando.

Pocos analistas dudan de que, al final, ambos líderes están condenados a entenderse, puesto que Europa no puede permitirse otra cosa. Pero Hollande debe ganar un espacio que hasta ahora monopolizaba la jefa de Ejecutivo alemán. Esta semana se verán las caras en la cumbre del G-20 y en el posterior cónclave a cuatro bandas con Rajoy y Monti. Y volverán a encontrarse en la ansiada reunión del Consejo Europeo del 28 y 29 de junio. Hollande contrapondrá allí su plan al de Merkel. Se verá entonces el poder real del maquinista tranquilo. Si es posible un acuerdo entre Francia y Alemania en medio del inquietante tic tac que suena en toda Europa.

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