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El sitio de Al Qusayr

La población de esta localidad en la provincia de Homs resiste a duras penas a los bombardeos nocturnos de las tropas de Al Asad. Público te cuenta el drama de sus habitantes y su reivindicaciones: 'No queremos caridad, sino ar

ANTONIO PAMPLIEGA

Funeral en por las víctimas de bombardeos de Al Asad. AFP PHOTO / HO / SHAAM NEWS NETWORK

Una brisa fresca, que sopla de levante, barre el polvo que se ha ido acumulando en las calles de Al Qusayr estos últimos meses; polvo de las casas derruidas por el fuego de artillería que todas las tardes, al ponerse el sol, cae sobre la ciudad rebelde. Los cascotes inundan buena parte de las calles de la ciudad, mientras que el pavimento de las carreteras está horadado por las mortíferas cargas que escupen las lanzaderas de los morteros y de los cohetes Grad que las tropas del régimen tienen situadas en el este y en el oeste de la ciudad.

Basta un simple paseo por las calles, callejones y avenidas de esta urbe, situada en la provincia de Homs, para ser consciente de lo que supone vivir aquí. La inmensa mayoría de las casas están agujereadas por los fragmentos de metralla que salen despedidos con cada impacto. Otras, sin embargo, no han tenido tanta suerte y donde antes estaba el comedor ahora tienen un enorme agujero.

'El 70% de las casas de Al Qusayr han sido destruidas o presentan graves desperfectos por los continuos bombardeos que se producen a diario y que tiene a la población atemorizada', afirma Rifaí, uno de los activistas que trabaja en el Media Center de esta localidad.

'Antes del comienzo de la revolución, Al Qusayr tenía cerca de 50.000 habitantes. Ahora dudo de que queden más de 10.000 y los que se han quedado lo han hecho porque no tienen dónde ir. Permanecer aquí es estar encadenado a una suerte que puede dejar de ser favorable... Nunca sabes dónde van a caer las bombas y tarde o temprano puede ser tu casa', comenta durante un paseo por la localidad. Desde el comienzo de la revolución han sido asesinadas más de 400 personas en Al Qusayr, de las cuales 250 han muerto en el interior de la ciudad.

'Hemos calculado que tenemos una media de un muerto diario. Depende del día, algunos hay suerte y no muere nadie', afirma Hussein, otro de los activistas de la ciudad. Pero otras veces la suerte es esquiva con la población civil, como ocurrió el pasado 23 de junio cuando 16 civiles perdieron la vida y otros 37 resultaron heridos. 'Una de las bombas cayó cerca de un restaurante e hirió a muchísima gente. Las bombas no discriminan a nadie... Les da igual una niña, un anciano o una mujer. Cumplen su misión a la perfección: matar', sentencia Rifaí.   

Los habitantes de Al Qusayr que han perdido todo lo que tenían se han visto obligados a refugiarse en una escuela que ha sido habilitada para 70 personas que se reparten, como pueden, en las cuatro habitaciones del sótano. 'No podemos usar ninguna estancia de la parte superior de la escuela porque somos un objetivo prioritario para el gobierno. El sábado pasado cayeron 18 morteros contra el centro y destrozaron las habitaciones superiores, los niños comenzaron a llorar, pensábamos que íbamos a morir', explica Imad, que vive aquí con su mujer y sus tres hijos.

'Me sacaron a la fuerza de mi casa y me golpearon en la cabeza con la culata de un AK. Nos dejaron sin nada' Llegaron hace tres meses, cuando las tropas del régimen les echaron de su casa para ampliar el cordón de seguridad alrededor del edificio que alberga a las tropas del régimen.

'Me sacaron a la fuerza de mi casa y me golpearon en la cabeza con la culata de un AK... nos dejaron sin nada. No nos podemos ir a ninguna parte, yo trabajo en el campo y trabajo para continuar alimentando a mi familia, si nos marchamos a Líbano ¿qué será de nosotros? Yo no quiero caridad, siempre me he ganado todo lo que he tenido con el sudor de mi frente, no voy a empezar a mendigar ahora', señala tajante mientras muestra los estragos que hicieron los morteros en la planta superior. 'No tengo miedo, todos vamos a morir algún... es un honor morir defendiendo la revolución', comenta mientras muestra un trozo de metralla.

El bazar. El minarete de la mezquita. El Ayuntamiento. El hospital... Nada se ha salvado de la indolente lluvia de muerte que atemoriza a los habitantes de Al Qusayr y que les tiene sometidos desde hace más tres meses.

'La mayoría de las tiendas están cerradas, la gente ha huido a Líbano. Las principales rutas de abastecimiento de la ciudad están cortadas o bajo control del ejército regular y empezamos a notar la falta de ciertos productos de primera necesidad, pero de momento resistimos', comenta Dalal, una mujer que recorre las calles de Al Qusayr cogiendo de la mano a su pequeña. El estruendo comienza a retumbar por las calles de la ciudad, la mujer toma en brazos a su pequeña y emprende la huida.

Al otro lado de la calle, Khadra, una mujer de avanzada edad nos invita a entrar en su casa. 'Bienvenidos', comenta la anciana. 'Hace tres meses que se produjo la primera batalla entre las tropas de Bashar Al Asad y los soldados del Ejército Libre de Siria, cuando estos últimos ajusticiaron a un Shabiha. Los soldados se vengaron yendo casa por casa y deteniendo a todos los hombres y niños que iban encontrando, se los llevaron fuera de las casas y les comenzaron a golpear y a quemar con un cigarrillo mientras las mujeres se quedaban en las casas llorando', afirma.

'Cogieron a dos de mis hermanos y se los llevaron, no hemos vuelto a saber nada de ellos' 'Cogieron a uno de los imanes más importantes del pueblo y a dos de mis hermanos y se los llevaron, no hemos vuelto a saber nada de ellos', asegura esta antigua profesora de primaria.

'Nosotros no necesitamos la caridad de la Comunidad Internacional, no queremos arroz o pasta, no queremos comida. Lo que queremos y necesitamos son armas y cohetes para luchar contra Bashar. ¿Para qué necesitamos la comida si nos siguen asesinando igual? No nos sirve de nada si nos continúan matando'.

'Me gustaría dar las gracias a China, a Irán, a Rusia y a Kofi Annan por apoyar a Al Asad. Muchísimas gracias por permitir que nos siga matando', se despide esta mujer de fuertes convicciones políticas e ideológicas.

Los combates entre las tropas del régimen y los rebeldes son la tónica general en Al Qusayr. En esta ciudad se lucha por cada palmo de terreno. Cada esquina, cada casa, cada piedra, suponen una victoria o una derrota. Los disparos de armas ligeras se han convertido en la macabra banda sonora de la ciudad.

En esta ciudad se lucha por cada palmo de terreno. Cada esquina, cada piedra, suponen una victoria o una derrota 'Hace unos días conseguimos recuperar una antigua clínica que estaba en manos de las tropas progubernamentales y gracias a eso ahora podemos descargar un poco de trabajo a los médicos del hospital Mustasfa', afirma Abu Ahmad, comandante en jefe de una de las tres facciones que operan en la ciudad.

'Tenemos muchísimos checkpoints repartidos por toda la ciudad para impedir que las tropas comiencen a recuperar el terreno perdido. Ahora hemos comenzando a realizar operaciones ‘quirúrgicas', es decir... desplegamos un grupo de hombres y damos un golpe de efecto contra un objetivo prioritario. La misión es ir debilitando al enemigo hasta expulsarlo de la ciudad', sentencia el comandante.

En una de esas misiones los rebeldes consiguieron expulsar del antiguo Ayuntamiento de la ciudad a varios soldados que permanecían atrincherados en la azotea y acabar con 'más de media docena de francotiradores que están infiltrados tras nuestras líneas y que matan indiscriminadamente a todas las personas que pasean por la calle, sean civiles o no', finaliza Abu Ahmad.

'Las tropas del régimen tienen unos 1.500 hombres desplegados alrededor de la ciudad y controlan varios puntos sensibles dentro de Al Qusayr como el hospital Nacional donde tiene tres comandantes y 80 soldados, además de varios vehículos de transportes de tropas', comenta Hussein.

Un hombre con las manos manchadas de sangre participa en los entierros de las víctimas del fin de semana. AFP PHOTO / HO / SHAAM NEWS NETWORK

Público tuvo acceso a información confidencial aportada por tres desertores del Ejército nacional que describieron el tipo de armamento y de vehículos, así como las posiciones exactas de varios puestos de control.

'Tienen 12 tanques, dos vehículos acorazados con un cañón de 300mm, 4 baterías antiaéreas, 4 vehículos habilitados para disparar proyectiles Grad, 7 camiones para transportes de tropas, 4 morteros de 120mm, 1 mortero de 80mm y un vehículo desminador', relata Hussein mientras señala sobre un mapa las posiciones del Ejército de Al Asad dentro de la ciudad.

'Los bombardeos es la única alternativa que tienen para minar la moral de la población civil' 'Por muchas veces que lo intenten no son capaces de penetrar en el interior de la ciudad y lo único que pueden hacer es continuar castigándola con bombardeos. Es la única fórmula que tienen para ir minando la moral de la población civil', sentencia. 'Algunas noches hemos llegado a escuchar tres bombas por minuto... una locura'.  

Pero lo cierto es que las tropas gubernamentales aún contralan una parte de la ciudad. 'Solo tienen el 15% del total, no es mucho. Controlan el 5% en el este y el 10% del oeste. Pero donde se han hecho muy fuertes es en la carretera que une Homs y Líbano, tienen tanques y muchísimos checkpoints, y eso nos dificulta mucho los movimientos', afirma Abu Ahmad.

'Nosotros tenemos casi 300 puestos de control por toda la ciudad y nadie puede entrar sin que lo detectemos', comenta. Aún así, hay zonas dentro de la ciudad que se conocen como ‘zonas muertas' porque aún sigue habiendo varios francotiradores del régimen apostados en las casas aledañas y los vehículos tienen que ir a toda velocidad para tratar que las balas no les alcance, aunque no siempre lo acaban consiguiendo.

La silueta anaranjada de las nubes comienzan a difuminarse en el cielo de Al Qusayr. Cae la noche. Y con ella llegan, puntuales a su cita, los bombardeos. Las calles van quedando desiertas y solo los soldados rebeldes, a lomos de potentes motocicletas, se atreven a desafiar a los morteros.

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