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Las diferencias políticas entre Obama y Romney, en cuatro claves

Descubre rápidamente la postura de los candidatos a la presidencia de EEUU sobre política exterior y defensa, economía, gasto social y medio ambiente

DANIEL DEL PINO

Economía y trabajo

Los datos publicados el pasado viernes por el Departamento de Comercio le dan la razón. La economía de EEUU creció a un ritmo interanual del 2% en el tercer trimestre del año, el decimotercero consecutivo en que el PIB de EEUU no cae. Y buena parte de ello se debe a decisiones como haber salvado a la industria del automóvil en el momento justo. Nada más llegar a la Casa Blanca, Obama tuvo que hacer frente al momento más catastrófico que habían vivido los bancos desde la Gran Depresión. Firmó un paquete de estímulo para tratar de reactivar el flujo de dinero, un paquete de reducción de tasas de 768.000 millones de dólares y apostó por las inversiones en educación, energías renovables y sanidad.

Asimismo, puso en marcha tres importantes contratos comerciales con Colombia, Panamá y Corea del Sur. Uno de sus mayores logros fue imponer la ley de regulación bancaria para ejercer un mayor control sobre las transacciones financieras. El desempleo quizá ha sido su mayor problema, pero el pasado mes de septiembre la cifra bajó del 8% por primera vez en casi cuatro años.

Su gran apuesta ahora es apuntalar un sistema fiscal más equitativo que pasa por elevar los impuestos a las personas que cobren más de 250.000 dólares al año y la introducción de la Buffet rule -en honor al multimillonario Warren Buffet- que tasará considerablemente a las grandes fortunas.


Romney ha tratado de sacar tajada de la crisis acusando a Obama de aumentar el déficit y la deuda públicos con sus programas sociales. Durante el primer debate televisado, que giraba en torno a la economía, la audiencia le dio la victoria, aunque después no ha desarrollado un programa fiable ni concreto. La cosa más clara es que pretende frenar cualquier aumento impositivo a los más ricos y eliminar la norma para regular Wall Street y las transacciones financieras, así como la reforma sanitaria del presidente saliente. 

Durante la campaña ha prometido crear 12 millones de puestos de trabajo sin decir cómo, ha criticado duramente el plan de salvamento de la industria automovilística y apuesta por eliminar liberalizaciones y restricciones a la expansión de determinados sectores impuestos por Obama. Asegura que reducirá el gasto del Estado pero no ha especificado qué áreas serán las afectadas. Eligió a Paul Ryan como su candidato, experto en aplicar las recetas neoliberales de la era Bush.

Obama ha tenido que afrontar muchos retos como presidente y no siempre ha cumplido con las expectativas. Comenzó su legislatura abriendo las puertas al diálogo con el mundo islámico, se involucró al máximo - ha fracasado totalmente - en la resolución del conflicto entre Palestina e Israel, firmó un acuerdo de reducción de cabezas nucleares con Rusia, retiró a las tropas de Irak, pactó la salida de Afganistán para 2014 y hasta tendió la mano al presidente venezolano Hugo Chávez. Todo ello le valió un premio Nobel de la Paz preventivo pero la realidad se llevó por delante sus buenas intenciones. 

En menos de 24 meses había enviado más militares a Afganistán que Bush en siete años de guerra pero consiguió arrancar a los republicanos un pacto para reducir en casi 500 millones de dólares la inversión en Defensa en los próximos 10 años. Su mayor logro, a ojos de los estadounidenses, es haber asesinado a Osama Bin Laden pero la incursión de los Seals en Pakistán, sumado al constante bombardeo con drones sobre poblaciones civiles le ha costado las relaciones con un país clave para la lucha contra el terrorismo internacional.

Con respecto a la primavera árabe, Obama apoyó las revoluciones mientras financiaba a ejércitos como el del exdictador egipcio Hosni Mubarak. Lideró la coalición que acabó con la guerra civil en Libia. Siria se ha convertido, sin embargo, en uno de sus flancos más débiles y los republicanos le acusan de ser demasiado blando ante las matanzas de Bashar al Asad. Otro asunto es Irán, país al que ha continuado presionando sobre su programa nuclear con constantes baterías de sanciones.

 

Los ataques a las embajadas de EEUU tras la publicación del tráiler de una supuesta que dejaba en ridículo al profeta Mahoma sirvieron a Romney de acicate para atacar a Obama y a la jefa del Departamento de Estado, Hillary Clinton. Romney reconoce el éxito de haber eliminado a Bin Laden pero acusa al presidente demócrata de desatender y de cuidar poco las relaciones con Israel. 

Con respecto a Irán ha mostrado sin dudar su predisposición a ir a la guerra si fuera necesario -de ahí que goce de tan buena reputación en el lobby israelí-.No esconde su vocación militarista y aumentará el gasto en armamento. Propone incrementar el presupuesto del Pentágono en 100.000 millones de dólares.

Podría decirse que el mayor logro de Obama en materia social en esta legislatura ha sido la aprobación de su reforma sanitaria, que trata de introducir la sanidad universal y restringir la libertad de las aseguradoras a negarse a tratar a un paciente con dolencias previas a la firma del seguro médico.

Recientemente ha mostrado su apoyo a las bodas entre personas del mismo sexo y se ha comprometido a luchar por los derechos de las mujeres ya que opina que los republicanos le están haciendo 'la guerra a las mujeres'. Está a favor del derecho al aborto.

En política de inmigración es donde Obama ha mostrado dos caras distintas. Por una parte aprobó una norma para legalizar a los inmigrantes que llegaron a EEUU cuando eran pequeños y por otra ha incrementado considerablemente las deportaciones.

 

Quiere llevarse por delante la reforma sanitaria de Obama y ha utilizado en repetidas ocasiones el eslogan 'Rechazar y reemplazar' para hablar de ella. Aboga por el sector privado en la sanidad y cree que las personas sin seguro médico deberían conseguir uno en estados diferentes al suyo donde sean menos costosos. Lo más irónico de todo es que Romney aplicó en Massachusetts una reforma de la sanidad muy similar a la que Obama está aplicando en todo el país. 

Romney se define como antiabortista y ha asegurado que su presidencia sería 'una presidencia pro vida', pese a haber apoyado el derecho a decidir de las mujeres durante su campaña para ser gobernador de Massachusetts en 2002. También se opone al matrimonio homosexual.

En materia de inmigración, Romney es igual de ambiguo. En ocasiones ha mostrado cierta cercanía ante las dificultades económicas que atraviesan los extranjeros en EEUU pero ha criticado duramente la decisión de Obama de asegurar un estatus legal a los inmigrantes que llegaron a EEUU de niños y propone hacer que los inmigrantes ilegales tengan una vida aún 'más difícil'.

Tomó al poco tiempo de llegar a la Casa Blanca una decisión que le causó bastantes problemas desechando la construcción de un oleoducto entre Canadá y el Golfo de México. Ha apoyado las inversiones en energías limpias y renovables y ha endurecido las políticas sobre emisión de gases reclamando más inversión al sector automovilístico.

No obstante, EEUU ha bloqueado durante su presidencia cualquier intento de avance sobre el cambio climático provocando fracasos sonados como el de la cumbre de Durban en 2011 y de Copenhage en 2009. La semana pasada atacó a Romney en una entrevista diciendo que 'cree en el cambio climático pero no está seguro de que el hombre sea el causante'. 

 

Para valorar lo que le importa el cambio climático a Romney, sin embargo, sólo hay que ver cómo empezó su discurso durante la conferencia republicana que le nombró candidato:'El presidente Obama prometió ralentizar el aumento del nivel del mar y curar el planeta. Mi promesa es ayudarte a ti y a tu familia'.

De ahí que una de sus propuestas sea rebajar las trabas que la última administración ha puesto a las plantas térmicas que funcionan con carbón y tenga como objetivo aumentar el número de centrares nucleares e impulsar a toda costa la industria del petróleo. Si fuera presidente permitiría la extracción más allá de las zonas permitidas en el Atlántico y el Pacífico y se ha mostrado favorable a poner en marcha el oleoducto entre Canadá y el Golfo de México.

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