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¿Quitas a favor de quién?

La Europa real, la de las personas, mira a Chipre con temor. Desde la periferia de la zona euro las gentes se preguntan si es posible o probable que cualquier día de estos, al acudir al banco, el cajero les diga que no pueden disponer libremente del dinero que allí tienen y necesitan por cualquier motivo.

Oyen a sus gobernantes y a un montón de opinadores que les hablan de planes de salvamento de sus economías, de la necesidad de proceder a rescates financieros, reestructuraciones de deuda y recapitalizaciones, pero lo que de verdad les preocupa es lo elemental. Temen que les ocurra lo mismo que a los chipriotas y que alguien se tome la libertad de expropiarles una parte mayor o menor de sus ahorros para garantizar la rentabilidad de algunos bancos.

Cuesta entender la razón por la cual lo elemental se ignora o se deja en segundo plano. Cuando ven, escuchan y leen las recientes noticias de Chipre entienden perfectamente a los que protestan en las calles contra quienes les pueden quitar lo que es suyo y también contra la tutela de instituciones que apenas conocen de oídas, integradas por personas que no han elegido en proceso democrático alguno.

Los chipriotas saben muchísimo de tutelas. Un tercio de su territorio se encuentra ocupado militarmente por un país de la OTAN, Turquía, en abierta violación de la legalidad, y la potencia colonial que controló esa nación hasta 1960, el  Reino Unido, mantiene la soberanía sobre dos amplísimos enclaves, con un contingente de más de 3.500 soldados.

Viven en un hermoso país oriental, pequeño y partido en dos, con una historia que entra por los ojos y merece la pena estudiar, porque se entiende sin gran dificultad desde esta parte nuestra de Europa. Una isla marcada por episodios diversos de brutalidad por parte de naciones más poderosas, una tierra invadida y saqueada una vez tras otra por ejércitos extranjeros.

Nobles venecianos y señores franceses la dominaron durante siglos. Era una parte sustancial del botín que se prometieron a sí mismos los heroicos cruzados. Luego el imperio otomano se apropió materialmente del país, con redistribuciones de tierras y traslados de población. Y el británico, con el reparto de dominios 'acordado' tras la primera Guerra Mundial, convirtió esta isla, la tercera en extensión del Mediterráneo, en una colonia estratégica de vital importancia para la perpetuación de su poderío internacional.

Finalmente consiguió la independencia, pero 14 años más tarde, Grecia,  bajo la dictadura de los coroneles, pretendió la anexión, una excusa que los turcos aprovecharon para perpetrar la última invasión. Ocuparon militarmente un tercio de la isla. Conviene recordar lo que pasó. Miles de familias de una y otra parte abandonaron sus casas por la fuerza para buscar refugio seguro en zona controlada por los suyos. Y así siguen, con la isla partida en dos, bajo vigilancia de los Cascos Azules y la pasiva supervisión de la OTAN. De esta manera se hizo imposible que los habitantes de aquella isla convirtieran en realidad el viejo sueño de ejercer democráticamente su soberanía en un país libre y neutral.

Chipre es un país históricamente maltratado. Ahora son las instituciones de la Unión Europea las que se comportan con sus ciudadanos como un poder colonial.

Se repite durante estos días que la decisión de confiscar una parte de los ahorros de los chipriotas es algo así como una experiencia piloto para poner a prueba hasta dónde puede llegar la docilidad o la resistencia de la ciudadanía frente a los planes del Banco Central Europeo, la Comisión y el FMI. El 'corralito' que padecen los chipriotas es una muestra de complicidad de estas instituciones con la desbocada ambición del poder financiero. Un gesto para allanar caminos y dejar claro dónde se encuentra el poder de decisión.

Los responsables del expolio saben que esas instrucciones, esas  incautaciones, ese robo, llámese como apetezca a ese fenómeno, tiene efectos catastróficos, porque hoy por hoy las economías desarrolladas dependen de la confianza en el sistema financiero pero aún así anteponen el cobro de las deudas contraídas por un sector de la banca a cualquier otro imperativo.

Hay quien vaticina que tarde o temprano en España se verán medidas similares. No faltan tampoco quienes aseguran que lo de Chipre es especial. Quizá sí. Vale la pena, no obstante, pensar qué otra cosa son sino incautaciones de propiedad de los ciudadanos en favor de los bancos las quitas aprobadas por el gobierno a quienes colocaron sus ahorros en participaciones preferentes, la devaluación de planes de pensiones, la supresión de pagas, el endurecimiento del acceso a la jubilación, la supresión de servicios sanitarios, el encarecimiento de la educación pública, la privatización de patrimonio público... ¿Qué otra cosa son?

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