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Italia, en la cárcel de Berlusconi

La sentencia del Supremo revive el artículo 3 de la Constitución, que dice que todos los italianos son iguales ante la ley. Pero 'Il Cavaliere' maniobra haciendo chantaje a Napolitano. Exige un indulto, reformar la Justicia para&nb

DANIEL DEL PINO

La condena definitiva a cuatro años de cárcel a Silvio Berlusconi por el caso Mediaset es sin duda un hecho histórico para Italia. Desde el punto de vista social supone la constatación de que, finalmente, el artículo 3 de la Constitución, que dice que 'todos los ciudadanos son iguales ante la ley', tiene sentido. Dos generaciones de italianos llevaban esperando ese momento y pese a que el magnate de la comunicación no pisará la cárcel, el hecho de que sea la primera sentencia firme contra él supone un alivio que puede provocar que la gente, acostumbrada a la impunidad total de los potentes, recupere la fe en el sistema judicial. Desde el punto de vista político, como cada vez que el ex primer ministro entra en la ecuación, las consecuencias pueden ser más prosaicas y empiezan a tomar visos de chantaje.

La calma con la que respondieron los parlamentarios del Pueblo de la Libertad (PdL) tras conocerse la sentencia llamó la atención de todos los analistas. No ha pasado mucho tiempo de la concentración que todos ellos protagonizaron ante el Tribunal de Milán clamando contra las togas rojas, ese mito construido por el imaginario berlusconiano para desacreditar a los jueces y fiscales que han perseguido la corrupción de Il Cavaliere y su entorno desde antes de que entrara en política. La principal duda era saber si el PdL fulminaría al Gobierno de coalición que comparten la derecha berlusconiana y el Partido Democrático (PD) de Enrico Letta. Todo dependerá de una cadena de favores. 

En Italia las cosas no suceden nunca por casualidad y el jueves, una vez más, el ambiente olía a precocinado. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, emitió un comunicado en el que se felicitó porque 'en esta ocasión [...]  el clima ha sido mucho más respetuoso y distendido que en otros procesos en los que estaba envuelto el honorable Berlusconi' y animó a la coalición a 'reencontrar la serenidad y la cohesión sobre los temas institucionales de crucial importancia' que han hecho que el país se haya visto durante 'demasiados años dividido e impotente para reformarse'.

La nota de Napolitano no fue una oda a la madurez política. Unas pocas líneas más arriba había dejado claro cuál era el 'tema institucional' de 'crucial importancia' que debe ser revisado: 'Creo y espero que ahora se puedan abrir unas condiciones más favorables para el examen en el Parlamento de los problemas relativos a la administración de la Justicia'. Hace unos meses la prioridad número uno de la Italia 'ingobernable' era reformar la ley electoral.

¿La condena a Berlusconi hace que ahora sea más fácil reformar la Justicia? Parece un sinsentido pero lamentablemente significa que el país sigue siendo presa de Il Cavaliere, que desde que se viera obligado a dimitir en noviembre 2011 y dar paso a los tecnócratas de Mario Monti, ha demostrado estar menos gagá de lo que indican sus devaneos mentales.

Berlusconi aparentó aceptar el mal trago de verse condenado, pero si Napolitano quiere que los mercados sigan mirando al Gobierno italiano como una balsa de aceite, tendrá que pagar. Para que a nadie se le olvide quién manda, la primera reacción de Il Cavaliere fue arremeter contra la magistratura en otro de sus célebres videomensajes. Al victimismo que suelen llevar de serie sus apariciones le siguieron dos ideas: hay que reformar la Justicia y piensa refundar Forza Italia.

Berlusconi reunió ayer a los suyos en Roma para repasar el guión. Y es ahí donde empieza a vislumbrarse lo que será la línea de acción: un chantaje total al Estado para salvarse de la quema. Uno de los halcones más sumisos, el exministro de Administraciones Públicas, Renato Brunetta, advirtió de que si Napolitano no le concede el indulto, los diputados del PdL están dispuestos a retirarse del Parlamento para defender, según ellos, 'la democracia'.

Esto tiene una explicación sencilla. Berlusconi perderá en breve su escaño de senador y la condena le inhibe de poder ser candidato en las próximas citas electorales gracias a una modificación de la ley introducida por Monti a finales del año pasado. 

El otro flanco se centra en la reforma de la Justicia. Brunetta, repitiendo la consigna del anciano político, avisó de que si no se acelera en este sentido, también se retirarán del Gobierno y se tendrán que convocar elecciones anticipadas. 


Si no fuera por ese miedo a no poder volver a ser candidato, esta primera condena definitiva por evasión de capitales es casi anecdótica. De los cuatro años de cárcel, Berlusconi sólo cumplirá uno gracias a la aprobación de una de sus leyes ad personam. Además, sus 78 años le impiden entrar en prisión, por lo que tendrá que cumplir la pena en reclusión domiciliaria o prestando servicios a la comunidad. De hecho, aún no hay resolución sobre el tema más importante: su inhabilitación de la cosa pública durante cinco años.

La sentencia del caso Ruby, que pide su inhabilitación de por vida, es la que más preocupa a Il Cavaliere A la vuelta de la esquina está, sin embargo, el caso Ruby, por el que ya ha sido condenado en primer grado a siete años de cárcel y a la inhabilitación de por vida por abuso de poder y prostitución de menores. Y aquí las cosas cambian. La reforma judicial tendrá que avanzar lo más rápido posible e incluir todas las vueltas de tuerca necesarias para librarse.

En marzo de 2011, semanas después de que el Tribunal Constitucional tumbara parte del escudo legal que el hoy número dos de Berlusconi, Angelino Alfano, había montado desde el Ministerio de Justicia para proteger a su líder, la derecha italiana ya intentó llevar a cabo su propia reforma. Entre las normas que pretendía introducir Berlusconi estaba la de exigir una responsabilidad penal a los fiscales, prohibir los pinchazos telefónicos en las investigaciones judiciales y una amnistía que habría eliminado de un plumazo 4.000 procesos.

El diario Il Fatto Quotidiano recordaba el viernes que a cada reforma de la Justicia que se ha hecho en Italia le ha acompañado una amnistía. Quién sabe si pueden ir por ahí los tiros porque lo que Berlusconi sí que ha dejado claro es que nunca aceptaría exiliarse como hiciera su difunto ídolo Bettino Craxi. De hecho, aunque quisiera no podría. Ayer se le retiró el pasaporte al recibir la notificación de la sentencia del Supremo. 

Para no variar, el plan de Berlusconi pilla a contrapié al centroizquierda. Letta dijo ayer que disolver el Gobierno sería 'un delito'. Pero eso es justo lo que piensan sus votantes sobre gobernar con Berlusconi ─independientemente de la condena ─. El pasado mes de junio, cuando Letta aceptó la dimisión de su ministra de Igualdad y Deportes, Josefa Idem, porque se descubrió que su marido no había pagado el Ibi del gimnasio que regenta entre 2004 y 2008, muchos en el PD se preguntaron por qué ella era más censurable que el ex primer ministro.

En abril, los votantes del PD tuvieron que tragar con la coalición con los berlusconianos tras la negativa de Beppe Grillo a formar Gobierno con un partido que el Movimiento 5 Estrellas considera como parte del régimen. El resultado puede ser demoledor para una formación más dividida que nunca. Y siempre que la izquierda duda, Berlusconi renace. Ayer los grillini le ofrecieron a Letta un programa de cinco puntos como alternativa y le sugirieron abandonar al PdL. Si el PD decide seguir adelante con el Ejecutivo, la militancia le dará la espalda.

En el momento adecuado Il Cavaliere le retirará su apoyo y, agitando el espíritu de Forza Italia, reforzado por su imagen de mártir, apoyado por su imperio mediático y con la izquierda borrada del mapa, tendrá la cuadratura del círculo a tiro de piedra. Como siempre.

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