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Pronóstico reservado para el kirchnerismo

El domingo se celebran las elecciones primarias en Argentina. La lista de diputados que responde a la actual presidenta Cristina Fernández de Kirchner llega segunda en las encuestas. Sergio Massa, ex funcionario de la primera mandataria, hoy opo

GOGO SARASQUETA

Después de toda la 'papamanía' que causó la visita del papa Francisco a Brasil, los focos en el país vuelven sobre la política. Los argentinos deciden este domingo en las urnas qué fuerzas ingresarán -hay que superar el umbral mínimo del 1,5% de los sufragios- en los comicios legislativos del 27 de octubre, fecha en que el Congreso Nacional actualizará su fisonomía. El país se coloca el primer termómetro político del año.

Las predicciones no son alentadoras para el kirchnerismo. Las últimas mediciones ubican en segundo lugar a su candidato, Martín Insaurralde, actual alcalde peronista del municipio de Lomas de Zamora, uno de los más poblados (600.000 habitantes) de la Provincia de Buenos Aires. Y esto genera mucha preocupación en las filas de la presidenta Cristina Fernández, viuda de Néstor Kirchner, porque pueden llegar a perder la mayoría absoluta en la Cámara de diputados.

Al frente de los sondeos aparece un rival inesperado: Sergio Massa, también peronista, ex jefe de gabinete de ministros de la presidenta durante su primer Gobierno, entre el 2008 y el 2009. Con un discurso moderado y ambiguo, el desertor del kirchnerismo busca hacer pie entre la oposición más dura, reflejada en el empresario derechista Francisco De Narváez, y el Gobierno Nacional. Una posición supuestamente 'equidistante' que promete consolidar los logros del Gobierno -planes sociales para combatir la pobreza, juicios contra los represores de la última dictadura militar, nacionalización del petróleo y las pensiones- y, al mismo tiempo, remediar sus falencias -el trípode inseguridad, inflación y corrupción-. Además, tiene buenos números en los estudios demoscópicos: las consultoras más importantes del país lo ponen a la cabeza de la carrera con el 32,5% de intención de los votos.

Detrás, acortando distancias, lo siguen Insaurralde con el 27,4%, y más lejos, con el 13,1%, De Narváez. Claro que el confuso derrotero político de Massa -fue peronista, neoliberal, kirchnerista, y actualmente es opositor mesurado-, lo convierte en una incógnita. Muchos no saben dónde colocarlo en el espectro ideológico ni qué esperar de cara al futuro. Gustavo Veiga, periodista del periódico progresista Página 12, opina: 'A Massa lo ubico en esa derecha que intenta mimetizarse en un neoperonismo, que tiene mucho de los años neoliberales del ex presidente Carlos Menem y ni siquiera una pátina de progresismo. Es marketing puro: privilegia la imagen al contenido'.

La posibilidad de una derrota del oficialismo, comparable a la del año 2009 cuando cayó frente a una alianza de centro-derecha, está latente. Hasta hoy los estudios trotaron en ese sentido. Sin embargo, hay que relativizar el peso de un traspié del kirchnerismo. Así lo interpreta Luis Tonelli, Director de la Carrera de Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires: 'En un hiper-presidencialismo como el argentino, el Congreso no tiene la relevancia que tiene en un parlamentarismo. En las elecciones de 2009 el kirchnerismo perdió nominalmente el control del congreso y pudo al poco tiempo volver a retomarlo', comenta. 'Y también puede hacer uso y abuso de una herramienta presidencial para legislar de forma rápida y por fuera del parlamento: los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU).'

Además, no hay que olvidar ni subestimar la capacidad que tiene el oficialismo para digerir rápidamente las caídas políticas y redoblar la apuesta. El escritor y periodista Eduardo Anguita explica: 'El kirchnerismo ha demostrado en diez años tener una capacidad de reacción que nadie valora. Y esto se debe a la construcción de poder que realiza. A diferencia de la oposición, que cimienta su proyecto encima del poder empresarial, y debido a eso carece de líderes y proyecto, el kirchnerismo lo hace sobre bases políticas. Por eso es tan sólido, vital, y sabe reponerse'.

Vale la pena repasar un dato que ya no resulta curioso en Argentina: los tres principales candidatos -Insaurralde, Massa y De Narváez- son peronistas y concentran el 73% de la intención de voto. Otra vez la llave magna de la gobernabilidad del país la tiene el peronismo. Otra vez unas elecciones abiertas sirven de escenario para resolver las luchas 'intestinales' del movimiento. Al participar los tres con sellos y partidos propios, esquivan el 'filtro' -dos quedarían afuera- que supuestamente tendrían que afrontar si compitiesen en unas internas por la representación oficial del partido peronista. Lo que pone en duda la verdadera función de las elecciones primarias: resolver las disputas 'domésticas' de cada fuerza política.

La campaña electoral entró 'en calor' sobre la recta final. Todo venía por los cauces normales hasta que salió a la luz, a través del diario Página 12, el robo de computadoras que sufrió Massa el sábado 20 de julio en su propia casa, ubicada en Tigre, distrito donde es alcalde. Una vez que se comprobó que el hurto había sido consumado por un sub-oficial de la Prefectura Nacional, órgano que está bajo la órbita institucional del kirchnerismo, comenzaron a surgir hipótesis de todo tipo: 'Que era un caso de espionaje del kirchnerismo'. 'Que era toda una película montada por Massa para victimizarse.' 'Que Massa no había denunciado públicamente el siniestro para no perjudicar su imagen [el robo fue en su propio distrito]'.

Un arsenal de especulaciones que elevó la temperatura de la campaña y alcanzó su punto álgido el martes pasado cuando la esposa del principal candidato opositor, Malena Galmarini, bramó: '¿Quién es el hijo de puta que puede creer que esto me benefició?'. Traiciones, robos, mentiras, (supuestos) espías, acusaciones en todos los sentidos: la campaña no tiene nada que envidiarle a Wikileaks ni a una novela de Agatha Christie.

Varios son los proyectos de ley que aguardan ingresar al nuevo Congreso. Entre ellos, el más resonante, y con el que la presidenta se ha mostrado distante e indiferente en repetidas ocasiones, es el aborto. Poner sobre la mesa este debate supondría un riesgo para el oficialismo ya que tensaría -o directamente estrangularía- la óptima relación que mantiene actualmente con el papa Francisco, que cuenta con la aprobación del 89% del país. Por ende, es muy probable que, independientemente de los resultados, gane o pierda, el kirchnerismo obture y postergue la discusión.

Otro de los temas que circularon en el debate político fue el impuesto a la renta financiera. Diversos sectores, tanto de la oposición como del oficialismo, consideran que es necesario gravar a los sectores de mayor poder adquisitivo. 'Se trata de establecer quiénes son los que deben tener más carga impositiva. Hay que decidir si queremos que el peso caiga sobre las personas, a través de impuestos indirectos, o sobre sociedades, mediante impuestos directos', sostiene Eduardo Anguita. A diferencia del aborto, este asunto no divide tanto las aguas. Aunque es cierto que también en este caso, si las encuestas olfatearon bien y no sucede ningún batacazo, el kirchnerismo seguirá teniendo, aún si pierde la mayoría absoluta, una voz con peso y retumbante en el hemiciclo.

FE DE ERRORES.-  Durante unas horas, en la primera de las fotografías hemos identificado como Martín Insaurralde a quien en realidad era Sergio Massa. El error ya se ha corregido. 

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