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Drones en el Machu Picchu

Arqueólogos peruanos utilizan estos aviones no tripulados para crear mapas, vigilar los yacimientos e incluso encontrar otros nuevos.

REUTERS

En Perú, hogar de la ciudad inca de Machu Picchu y de miles de antiguas ruinas, los arqueólogos usan naves no tripuladas (drones) para acelerar sus labores de búsqueda y proteger estos lugares de los invasores, constructoras y mineros informales.

Los drones, o naves no tripuladas, fueron desarrollados para fines militares y son una herramienta controvertida en las campañas antiterroristas de Estados Unidos -y en los bombardeos selectivos en países como Paquistán- pero la bajada en los precios de esta tecnología ha permitido que sea usada cada vez más en proyectos civiles y comerciales en todo el planeta.

Pequeños aviones no tripulados han estado ayudando a que un creciente número de arqueólogos en Perú produzcan modelos tridimensionales de los lugares en los que trabajan en lugar de los habituales mapas planos, y en días o semanas en vez de meses o años. Y es que la rapidez es un aliado importante para estos expertos: la economía local ha crecido a un promedio anual del 6,5% en la pasada década y la presión relacionada con el desarrollo del país ha superado al saqueo como la principal amenaza para los tesoros culturales del país sudamericano.

Los arqueólogos aún están conmocionados tras la destrucción en julio, por firmas constructoras, de una pirámide cerca de Lima, edificada hace 5.000 años. Ese mismo mes, una comunidad junto a las ruinas preincaicas en Yanamarca denunció que los mineros ilegales estaban dañando unas enormes estructuras de piedra en su búsqueda de cuarzo. Invasores y agricultores buscan con frecuencia tomar tierras cerca de lugares antiguos como Chan-Chan en la costa norte de Perú, considerada la mayor ciudad de adobe del mundo.

'Con esta tecnología pude hacer en pocos días lo que antes me había tomado años, asegura el viceministro de Cultura.Por eso los arqueólogos dicen que los aviones no tripulados pueden ayudar a definir fronteras para proteger estos lugares, vigilarlos y crear un archivo digital de las ruinas que permita reconstruir cualquier daño que se produzca. 'Los vemos como una herramienta vital para la conservación', sostuvo Ana María Hoyle, arqueóloga del Ministerio de Cultura.

Hoyle dijo que el Gobierno planea comprar varios aviones no tripulados para usarlos en lugares diferentes y que esta tecnología ayudará al Ministerio a cumplir con una nueva ley que ha reducido los plazos para determinar si un área en la que se edificará infraestructura contiene restos culturales.

De hecho, los drones ya le están ahorrando tiempo a los arqueólogos a la hora de elaborar mapas de los sitios, un paso crucial pero muchas veces lento antes de iniciar trabajos de excavación. Tradicionalmente, delinear esos mapas involucra tediosas observaciones con teodolitos o lápiz y papel. 'Con esta tecnología pude hacer en pocos días lo que antes me había tomado años', dijo Luis Jaime Castillo, arqueólogo de la Universidad Católica de Perú y viceministro de Cultura, que planea usar los aviones no tripulados para proteger el patrimonio.

Castillo comenzó a usar uno de estos aviones hace dos años para explorar San José de Moro, una zona donde fueron sepultados varias sacerdotisas y miembros de élite de sucesivas civilizaciones costeras como la Moche, que se extiende 150 hectáreas en un valle en el norte de Perú. 'Siempre quisimos tener vista de pájaro de los lugares en los que estamos trabajando, y ahora podemos', agregó el viceministro.

En el pasado, los investigadores alquilaron aviones de fumigación e incluso adosaron cámaras a cometas o globos llenos de helio para hacer sus trabajos, sobre todo en sitios grandes, pero esos métodos pueden resultar costosos y poco efectivos. Ahora, pueden construir drones lo suficientemente pequeños como para ser sostenidos con dos manos por unos 1.000 dólares.

Hoy pueden construir drones lo suficientemente pequeños como para ser sostenidos con dos manos por apenas 1.000 dólares.

'Es como tener un escarpelo, se puede controlar minuciosamente', dijo Jeffrey Quilter, arqueólogo de la Universidad de Harvad. 'Puedes subir tres metros y fotografiar un cuarto, 300 metros y fotografiar un pueblo o 3.000 metros y fotografiar un valle entero', agregó.

Con un presupuesto para arqueología de unos 5 millones de dólares, el Ministerio de Cultura lucha para proteger los más de 13.000 yacimientos arqueológicos que hay en el país. Solo cerca de 2.500 han sido demarcados apropiadamente, según el Gobierno.

'Todos los yacimientos por ley son intangibles', dijo Blanca Alva del Ministerio de Cultura. 'Pero cuando no están delimitados entonces invaden, destruyen, borran del mapa este lugar', acotó.

Steve Wernke, un arqueólogo de la Universidad de Vanderbilt que explora el cambio del dominio inca al español en los Andes, empezó a interesarse en los drones hace más de dos años. De hecho, compró un dron de 40.000 dólares a una compañía estadounidense por 40.000 dólares, pero cuando el avión registró problemas al volar, Wernke y su colega, la ingeniera Julie Adams, se unieron para construir dos naves por menos de 2.000 dólares.

'Ahora hay una enorme democratización de la tecnología', dijo Wernke, quien agregó que las páginas web en las que se enseña cómo crear aviones 'caseros' -como DIYdrones.com- han alentado a los interesados a compartir la información. 'El software con el que operan estos artefactos está abierto a todos. No ha sido patentado por una compañía', dijo.

Todavía existen obstáculos con el uso de estas naves en la arqueología. Sus baterías son grandes y de corta duración, los interesados pueden demorar el aprender a trabajar con el software y a casi todos los drones les cuesta volar a gran altitud.

En Estados Unidos, el amplio uso de estas naves ha generado preocupaciones por la privacidad y seguridad que han demorado la aprobación de su regulación. Varios estados han redactado proyectos de ley para restringir su utilización.

Pero en Perú, los arqueólogos dicen que es solo cuestión de tiempo que los drones reemplacen totalmente a las antiguas herramientas que se usan actualmente y que esta tecnología debe ser acogida para usos menos destructivos.

'Mucha de la tecnología que usamos proviene de la guerra', dijo Hoyle. 'Es natural que esto esté ocurriendo', agregó.

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