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El 'bombardeo humanitario', un clásico entre los presidentes de EEUU

DANIEL MARTIN

'Podemos actuar con cuidado y de forma responsable para evitar un potencial acto de genocidio. Por ello, he autorizado bombardeos en caso de que sea necesario'. Esas fueron las declaraciones de Barack Obama el 8 de agosto, cuando hizo pública su decisión de autorizar las incursiones aéreas sobre suelo iraquí. Una mera formalidad, pues pocas horas después el ejército de los EEUU ya consideró 'necesarios' los bombardeos  y procedió a atacar Irak por primera vez desde la retirada de tropas en 2011.

Históricamente, las circunstancias que han rodeado a las intervenciones militares de EEUU en Irak han ido variando, sin embargo, hay un denominador común en las declaraciones de la Casa Blanca a la hora de justificar sus actuaciones: la urgente necesidad de salvar a un pueblo en peligro.

En enero de 1991, el primer presidente Bush dio luz verde a la Operación Tormenta del Desierto, que tenía como objetivo poner fin a la invasión de Kuwait por parte de Irak.

Pocos meses antes del comienzo de la operación, el presidente intentaba convencer a la opinión pública de que Sadam Husein era peor que Hitler y Mussolini, de lo que se traduce que también estaba evitando un posible genocidio. George Bush no fue el primero en usar esa técnica, el presidente Eisenhower ya comparó en 1967 a Ho Chi Minh con Mussolini para explicar la presencia estadounidense en Vietnam.

Para justificar su actuación, también se llevó a cabo una campaña de demonización perpretada desde la agencia publicitaria Hill & Newton. Mediante el falso testimonio de una enfermera, se hizo creer a la opinión pública una historia según la cual el ejército iraquí había desenchufado todas las incubadoras de un hospital dejando morir a 312 recién nacidos.

En 1998, con Bill Clinton en el Gobierno, tiene lugar la segunda incursión militar de EEUU en suelo iraquí, la Operación Zorro del Desierto, consistente en una campaña de bombardeos que tuvieron lugar entre el 16 y el 19 de diciembre de ese año. El objetivo era neutralizar el armamento nuclear, químico y biológico que estaba desarrollando el país comandado por Husein para proteger, en palabras del presidente, el 'interés de EEUU, el de Medio Oriente y, de hecho, el de todo el mundo'.

Bajo el mandato del segundo presidente Bush, en 2003, tuvo lugar la invasión estadounidense de Irak. En esa ocasión no fue el líder de los EEUU quién comparó al enemigo con Hitler, sino Tony Blair, el primer ministro británico de la época.

Más de 125.000 de los 190.000 muertos en la invasión de Irak eran civiles

La principal justificación para la invasión era neutralizar las armas de destrucción masiva que supuestamente poseía el régimen iraquí; aunque no faltaron referencias por parte de Bush a la liberación de un pueblo oprimido. 'Creemos que los iraquíes son merecedores de la libertad humana', dijo en un discurso en la Casa Blanca en marzo de 2003.

La guerra terminó ocho años más tarde dejando 190.000 de los que más de 125.000 son civiles y sin evidencias de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak.

Contando los bombardeos iniciados hace unos días contra el Estado Islámico, Estados Unidos ha dirigido operaciones militares en suelo iraquí en cuatro ocasiones. Las diferentes administraciones siguen un patrón a la hora de justificar esos ataques; alegar 'motivos humanitarios' ya casi se ha convertido en un rito presidencial,

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